sábado, 31 de julio de 2010

Francisco de Miranda, libertador



Francisco de Miranda
 
Los sueños 
      de un libertador

(Fermín Goñi. Los sueños de un libertador
Barcelona: Roca Editorial, 2009, 380 págs.)

Novelada, mas basada en la impresionante estela letrada que dejó tras de sí toda su vida, es esta biografía de un periodista, narrador y ensayista de Pamplona, licenciado en Ciencias Políticas, de nombre Fermín Goñi. Extraordinaria por los méritos propios de la relación de una vida cuya intríngulis ardiente queda de relieve a cada paso, y extraordinaria por la vida insólita que trazó los caminos y que en varias oportunidades atracó, o permaneció preso, atado con cadenas, a la roca de los calabozos del Morro de San Juan, Puerto Rico.
    La biografía arranca de dos experiencias amargas en la vida del célebre “Precursor” de la Independencia de Nuestra América. La segunda, es su detención en los calabozos de Cádiz a donde fue a parar tras un largo periplo por varias prisiones españolas después de la nefasta detención que hizo del entonces “Generalísimo” de los ejércitos de Venezuela, el entonces Coronel Simón Bolívar. Tras estas dos demarcaciones dramáticas, la narración se retrotrae a los orígenes de la familia Miranda distinguida por el mismísimo rey Carlos III en la persona de su padre, don Sebastián, canario.
    El periplo de este viajero infatigable se centró en el derrotero de Europa. Sin embargo, comienza con su viaje a Cádiz a donde se dirige enviado por su padre para comprar una patente de “capitán”.  De inmediato se ponen de relieve los generadores vitales de su vida: el estudio de lenguas y culturas, clásicas y contemporáneas, que lo llevó a acumular una de las bibliotecas más grandes que poseyera erudito cualquiera de su época –más de seis mil volúmenes sin contar los perdidos– y que mientras pudo mantuvo consigo guardada en innumerables baúles; la carrera militar, el estudio de armas y batallas; la pasión por los pláceres de la cultura y de vida, desde la música y la gastronomía hasta los placeres sexuales.
    Con la ayuda del extenso epistolario y relaciones de viaje de Miranda, y de los innumerables documentos – más de quince mil folios, mayormente manuscritos, que guarda en más de 63 volúmenes encuadernados– que redactó para reclamar justicia, ayuda, colaboración o en defensa de acusaciones que estimó infundadas, Goñi recrea infinitos encuentros y sucesos de la vida de Miranda. Los servicios a la corona española los inició en Cuba en la época de la lucha por la independencia de las colonias norteamericanas y tras la toma de Pensacola en la Florida y otras acciones militares en las Bahamas y en Jamaica. Como resultado de esos servicios provino la acusación que habría de torcer definitivamente el rumbo de su vida puesto que lo colocó al margen del servicio al rey y en posición de fugitivo reclamado en todas partes por el gobierno de España. Es entonces que inicia en las nuevas colonias sus relaciones con los protagonistas de la historia, pues conoció y estableció vínculos, no sólo con altos ejecutivos, embajadores, generales, eruditos, presidentes y futuros presidentes de los Estados Unidos, sino que hizo lo mismo en Inglaterra, Francia, Alemania, diversos países europeos, incluido Rusia, de cuya zarina fue amante y recibió protección. De esa suerte llegó a convertirse en mariscal de campo de la nueva República francesa para verse involucrado posteriormente en acusaciones que estuvieron a punto de ponerlo en la guillotina y de la que salvó el cuello gracias a ese intenso epistolario que mantuvo y guardó siempre.
    Tal parece que la idea de emancipar a los países de la América del Sur tuvo su origen en los tempranos días de su visita a los nuevos Estados Unidos. Toda la complicada génesis, desarrollo y maduración del empeño del que será precursor queda detallada en los infinitos documentos que hemos mencionado. Del mismo modo los años de buscar y gestionar ayuda a su propósito, principalmente con los ingleses, destacado el caso del primer ministro William Pitt, a quien conoce desde muy joven hasta su muerte, pero también con los franceses y norteamericanos, incluidos los Adams, los Hamilton, los Washington y los Knox. Alguna vez ofrece por su ayuda, para nuestra mala fortuna, la suerte de algunas de las antillas, pero también la idea de construir el Canal de Panamá o la combinación de colores de las banderas de los países bolivarianos.
    Un golpe de suerte le ofrece la oportunidad de iniciar con algunos barcos y unos pocos hombres la lucha de independencia en Venezuela, que vislumbra desde México hasta el Cono sur con la gran Colombia y cuya capital piensa localizar en Panamá. La invasión napoleónica de España tuerce el rumbo de las cosas y se ve nombrado y reconocido por el cabildo de Caracas como “generalísimo” de un ejército inexistente, mal constituido y pobremente equipado. Él mismo asciende a Bolívar a coronel. Un mal paso, una cadena de equívocos y confusiones, terminan por hacer que Bolívar lo arrestre y lo entregue a los españoles. La suerte del precursor, de la presa más buscada por la Corona de España, no tuvo ya redención.


    Con el libro de Goñi asistimos como testigos de primera línea a muchos de los acontecimientos que generaron el mundo moderno, desde la vida en el sur de España y la política real hacia las colonias, la creación de la democracia norteamericana, los trasbastidores de la política imperial inglesa, la vida europea y rusa, y sobre todo, las luchas por el poder en los años oscuros y sangrientos de la república francesa. Ya se trate de figuras históricas de la talla de Thomas Paine, Robespiere, el mismo Napoleón, Dumouriez, la zarina Catalina II, Diderot, Potemkin, O'Reilly, hasta Mozart, ésos y muchos más pasan vivísimos y testimoniales por estas páginas, como si brotaran del libro. Todo ello queda recreado en vivo ante los ojos atónitos del lector. Y atravesado, también, por el espíritu infatigable de una idea que parece nacer en la demanda de libertad de la nueva república del norte y que transita entre la imperación y la urgencia de los amores fervientes la vida toda, hasta el último suspiro, de un hombre que pisó todos los grandes salones del mundo occidental, estrechó todas las manos, contó con la admiración de los más grandes, y no cejó jamás en el empeñó de ver libre una patria de la que se vio obligado a vivir ausente casi toda su vida. 
    Extraordinario. ¡Extraordinario!


Marcos 
Reyes 
Dávila

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