viernes, 29 de mayo de 2015

Cuba: la lucha por la libertad



“Cuba: La lucha por la libertad.”
(Hugh Thomas. Barcelona: Debolsillo, 2012, 1283 págs.)


    Sí: mil doscientas ochentaitrés páginas! 

    Ya conocía a Hugh Thomas por su historia en dos tomos de “La Guerra Civil Española” (México: Grijalbo, 1976) que estudié hace más de 30 años como parte de la preparación de mi tesis sobre León Felipe. El libro sobre Cuba, amén del alusivo título sobre la libertad, me interesó porque parte de 1762, cubre toda la lucha antillana que se particulariza y distancia de la de tierra firme, y se extiende a lo largo de todo el siglo XX, es decir, que incluye la revolución cubana castrista. Thomas, inglés, es un graduado de Cambridge y La Sorbona, miembro de las academias de Historia de España y de Inglaterra. Tengo recuerdos muy gratos de su historia de la guerra civil española. 


    El libro no es decepcionante, pero tampoco es todo lo que esperé de él. Comenzó a escribirlo en el 1961. Fue publicado en el 1971. Tiene 109 capítulos y un “postcriptum” que actualiza el libro, escrito 30 años después. La edición lleva fecha de 2010. Thomas ordena sus análisis a partir de los aspectos económicos, es decir, del desarrollo de los medios de producción. Sin embargo, no parece sacar todo el partido y consecuencia de esa óptica que, en principio, es materialista. El mismo autor anota en la introducción que la primera mitad del libro “es historia”, y la segunda mitad “política contemporánea”, juicio que no es justo en realidad. Los análisis socioeconómicos extensos continúan incluso en la era de Castro. Sin embargo, de vez en vez asoman expresiones en las que luce una franca incomprensión de la cultura latinoamericana.       Digamos, para ilustrar esto con un ejemplo elocuente, que no simpatiza con José Martí. Dice de él que “parece más un contemporáneo de Rousseau que de Marx” (232), y que “no encontraba ninguna norteamericana a la que poder seducir” (220). Esta última expresión me asombró en el cuidadoso historiador, así como algunas otras, por su caracter gratuito, impertinente e irrelevante. Thomas se retrata como un autor de valores liberales que es incapaz de comprender la sustancia de una revolución de clases como la que dirigió Fidel. Y por más que detalla las infinitas intervenciones norteamericanas a todo lo largo de la historia de Cuba, su afán de absorberla, poseerla y dominarla, la presencia de miles de agentes de la CIA en los primeros años de la Revolución Castrista, los ataques, los sabotajes, los asesinatos, la corrupción, la invasión, el bloqueo, la historia de dominio de los procónsules bajo la enmienda Platt, la ocupación de Guantánamo, su tolerancia con los regímenes dictatoriales y los asesinatos diarios, todavía tiene la desfachatez de acusar a Cuba de haber dado fin a unas relaciones muy prolongadas con Estados Unidos, y de haber constituido una dictadura que además del voto entregó un fusil a cada cubano. Es como si pudiera en verdad hablarse de las “relaciones” entre aquel que secuestra, viola y somete a la trata a una mujer, y su violador.
    No empecé lo objetable, el libro posee basta información y su lectura resulta fascinante. Mencionemos algunas de las cosas que me llaman la atención.


    1. Jefferson expresó, desde el 1808, el deseo de EUA de comprar Cuba.
    2. La lucha por la libertad de Cuba comenzó en el 1809 bajo la dirección del masón Ramón de la Luz.
    3. El gran freno que impidió que se repitiera en Cuba lo que ocurría en el continente a partir de 1810 fue el temor a Haití, es decir, a que se constituyesen en las Antillas otras repúblicas de esclavos. Caracas invitó a la junta superior cubana a unírsele, cosa que Cuba rechazó. Entonces, la oleada de inmigrantes incondicionales proespañoles inundó las islas.
    4. No obstante, las Antillas jugaron papeles importantes en el proceso.
Bolívar amenazó con marchar sobre Cuba y Puerto Rico si no se reconocía la independencia de Colombia.
    5. EUA vetó toda iniciativa en ese sentido pues prefería que las islas continuaran como colonias españolas. También temía EUA que las revueltas de esclavos del Caribe animaran el fuego en los estados esclavistas del sur  (108).
    6. En la historia de la esclavitud suele quedar al margen el papel que desempeñaron los reyes africanos. Ellos era quienes vendían los esclavos a los traficantes europeos (141) que salían principalmente de las poblaciones entre Bissau y Luanda.
    7. Durante la primera mitad del siglo XIX Cuba tuvo una ligera mayoría poblacional negra-mulata (147), Hubo pocas “granjas de crianza de esclavos”como las de Virginia (148). Dormían apenas cuatro horas al día.
    8. Cuba gozó una extraordinaria riqueza como la principal productora de azúcar del mundo (163). Hubo una temprana inclinación al comecio con EUA. En 1826, de 964 barcos que entraron a puerto en La Habana, 783 eran norteamericanos (164).
    9. Antes de fin de siglo arreció la campaña en EUA para absorber a Cuba. En esa gesta se destacó Narciso López.
    10. La propuesta de abolir la esclavitud que hicieran en España los delegados puertorriqueños en el 1866 horrorizó a los cubanos (191).
    11. Los rebeldes de Céspedes y Gómez llegaron a contar con un ejército de entre 10 y 20 mil hombres (200). Si bien en ocasiones se menciona a Puerto Rico, en realidad Thomas ignora, como si no se hubiese documentado, las aportaciones de los puertorriqueños en el proceso cubano.
    12. Martí, dice, dejó en Guatemala a la hija de un ex presidente “por una chica que le convenía más, Carmen Zayas Bazán” (219). En otra ocasión dice que aunque Martí afirmaba poner el pueblo delante de todo, “quien le apoyaba en todo era un rico exiliado, Rafael Serra” (221).          
    13. Weyler intentó convertir toda la isla en un inmenso campo de concentración (245). Eso significaba sacar a la población de sus casas y propiedades para colocarlos en zonas militares abastecidas por zonas de cultivo.
    14. De la Améria Latina, solo Eloy Alfaro, de Ecuador, prestó algún apoyo a los cubanos.
    15. Thomas relata las muchas ocasiones en que Hearst y Pulitzer pregonaban la guerra contra España en Cuba con mentiras (254). Incluso financiaban por su cuenta y ordenaban acciones militares pagadas por ellos y de su propia iniciativa.
    16. España esperaba ganar la guerra contra los insurgentes para dar paso a reformas que hubieran dado a Cuba un estatus similar al de Canadá (259). (Ese estatus fue objeto de estudio por Hostos en el 1865.)
    17. Le guerra entre EUA y España fue una comedia de equívocos. España quería “perder la guerra en el tiempo más corto posible” (283). Pero el ejército de EUA era de blancos y los insurgentes cubanos negros. De modo que los soldados de EUA preferían confraternizar más con su enemigo español que con su aliado cubano (290).
    18. La “enmienda Foraker” prohibió concesiones comerciales a Cuba para impedir que EUA no quisiera retirarse nunca de la isla (315).
    19. Curiosamente, la inversión española aumentó tres veces tras la guerra. La mitad de los 50 mil comerciantes eran españoles (364).
    20. “Al igual que el hueso al cuerpo humano y el eje a la rueda y el canto a un pájaro y el aire al ala, así es la libertad la esencia de la vida. Cualquier cosa que se haga sin ella es imperfecta”: José Martí (447).
    21. EUA intervino militarmente en países extranjeros 20 veces entre el 1898 y 1920. En Nicaragua, de 1912 a 1927; en Dominicana, de 1916 a 1930; en Haití, de 1915 a 1934. (En Puerto Rico, de 1898 hasta hoy.)
    22. Había un anarco-sindicalismo desde 1880 y núcleos socialistas desde el 1905. Desde el 1925 había un Partido Comunista de Cuba (423). A ese partido perteneció Julio Antonio Mella.
    23. La historia cubana del primer medio siglo XX es una cadena interminable de golpes de estado, asesinatos políticos, cambio infinito de alianzas que involucró a todas las fuerzas políticas. Es increíble ver cómo surge Batista de la nada al frente de un grupo de militares de bajo rango y él mismo se asciende de rango una y otra vez hasta tomar el control del ejército y del país. Es muy curioso su devenir entre las fuerzas progresistas y las conservadoras. Todo un caos y continuo cambio de alianzas y asesinatos. Batista fue apoyado y apoyó al Partido Comunista, incluso, en ocasiones, y en otras ocasiones lo tuvo de enemigo. Se fundaron grupos muy interesantes. Por ejemplo, el ABC, sociedad secreta constituida por jóvenes profesores y abogados organizados en células relacionadas por medio de enlaces cuyos verdaderos nombres no se conocían (438). La comunidad universitaria también jugó papeles a gran escala. En todo, hasta la revolución, la intervención continua del embajador de EUA gracias a la constante amenaza de intervención militar norteamericana que permitía la famosa Enmienda Platt vigente entre el 1903 y el 1934.
    24. Interesante la manera cómo se hizo la rebelión del 26 de julio y se constituyó el movimiento ecléctico que le siguió, constituido por fuerzas diversas. Es interesante la desvinculación del movimiento con el Partido Comunista que  fueron incluso enemigos políticos durante gran parte del proceso anterior a la victoria. Es interesante la situación extremadamente precaria en la que quedan los compañeros del Granma tras el desembarco y cómo logran estabilizar la situación y sobreponerse. Gran parte de la estrategia fue de imagen y proyección. En ello jugó un rol importante la prensa internacional.
    25. Fidel Castro no era marxista, aunque Raúl parece que sí lo era entonces. Atacó el Cuartel Moncada en el 53 e inició la guerra en el 56 como seguidor del liberal Chibás y por la restauración de la Constitución de 1940. El Partido Comunista no apoyó a los revolucionarios del movimiento ni a los de Sierra Maestra y Fidel no los incluyó. 
    26. En algunas ocasiones Batista envió contra Fidel hasta 17 batallones, alrededor de 17 mil hombres, con compañía de tanques y apoyo aéreo para combatir a Fidel que entonces contaba apenas con 300 hombres. Es interesante cómo estos pocos revolucionarios lograron capturar a centenares de soldados batistianos que invariablemente eran liberados sin maltrato alguno por los revolucionarios (786).
    27. El Ché Guevara salió a liberar la región de Santa Clara con menos de 150 hombres, región que Batista había reforzado con 10 compañías de 100 hombres y tres batallones de 400. De un ejército de apenas 300 hombres que tenía Fidel  a mediados del 58, creció a unos tres mil a fines de ese año.
    29. Ya triunfante, frente a la multitud que lo espera en el Palacio de La Habana, Castro “pide que abrieran una fila para dejarle pasar sin necesidad de soldados que le ayudaran a hacerlo” (820). Más tarde, en el campamento militar dio otro discurso y “volvía a tener la impresión de que José Martí había reaparecido realmente. Cuando Castro empezó a hablar, alguien entre la multitud soltó dos palomas; una de ellas se posó en el hombro de Castro: símbolo y presagio de paz” (820).
    30. Fidel no asumió el poder político, aunque era suyo. Inicialmente estuvo el juez Urrutia y posteriormente se nombró presidente a Dorticós. Millones de cubanos desfilaron en enero del 59 en apoyo al gobierno y las ejecuciones de los asesinos del régimen de Batista (868).
    31. Aun bajo la presidencia de Eisenhower se comenzó a entrenar a cubanos para derrocar a Castro, en Florida y en la Nicaragua del dictador Somoza. La batalla de Bahía de Cochinos la organizó la CIA. Comenzó con un bombardeo de 8 aviones B26, una flota que transportó 6 batallones de 200 hombres cada uno, paracaidistas, cañoñes lanza cohetes, tanques. Vieques, desgraciadamente, participó en esto. Se radicalizó el régimen de Castro.
    32. La crisis de los cohetes soviéticos terminó con la promesa de no invadir nunca a Cuba nuevamente. Más radicalización del gobierno cubano.
    33. En la última parte, el “Epílogo”, Thomas explora en capítulos separados temas de la Cuba revolucionaria tales como “Los utopistas”, “La zafra de los diez millones”, “Los hombres nuevos”, "Los guardianes” –se refiere a cómo el partido guarda y trata de promover la utopía comunista–, “Nuevos y viejos amigos”, “La búsqueda de la libertad”. Esta es la parte en la que se margina el historiador y se entrona el analista político... liberal. Thomas admite los enormes progresos de la revolución en salud, educación, pero no puede perdonar que se haya suprimido la libertad de prensa y el voto estilo sociedad liberal con la democracia socialista y la construcción de organizaciones armadas en defensa de la revolución. En el fondo Thomas no comprende que capitalismo y socialismo no pueden coexistir en  una misma sociedad porque son sistemas excluyentes y contradictorios, igual que lo fue la sociedad aristocrática y la burguesa. La antigua sociedad jamás renunciaría a sus privilegios, tal como ocurrió en Francia. A pesar del intento de borrarla con la guillotina s
e coronó emperador Napoleón. ¿Cómo podría coexistir la Rusia de los zares con el estado bolchevique? Aún después de casi un siglo de revolución, tras la caída de la Unión Soviética, los herederos de príncipes y duques reclamaron a la nueva Rusia la devolución de sus propiedades y riquezas. Exactamente eso pasaría en Cuba, aún después de más de medio siglo de revolución.
    El problema cubano es la inmediatez a Estados Unidos, tal como le ocurre a México. Que se vean los cubanos en el espejo de México, corrupto, entregado al crimen, los asesinatos masivos, y el narcotrafico que es, como ha dicho Evo Morales, una industria capitalista. No hay tintas medias para Cuba: o mantiene su independencia con una política de arduo resguardo ante los poderes inmensos del imperio, o sucumbe. Es precisamente esa política combativa la que ha permitido a F
idel y su revolución permanecer en el poder por más de medio siglo e influir en muchas partes del planeta como si fuera una gran potencia. ¿Acaso no ha enfrentado exitosamente Cuba a los poderes de los imperios europeos en muchas partes de África? ¿Acaso no posee los índices más altos de salud y educación del hemisferio? Fidel Castro es la figura más grande del siglo XX para las Américas todas, así como Lenin –por la Revolución Rusa– es la figura más importante del planeta entero en el siglo XX.
    34. El libro de Thomas tiene una bibliografía de 23 páginas y alrededor de 600 fichas.


Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

   







   

sábado, 23 de mayo de 2015

Memoria de Comala


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Memoria de Comala

                                           “Así empieza lo malo.”
                                                          Javier Marías   

.
1. T
e equivocaste, Jorge
en tus coplas

por la muerte de tu padre
No somos el río
que va a dar a la mar
sino solo un barquito
en el inmenso río
Una ola sola
que
sobre la arena  
sube y se derrota
El relámpago fugaz
que impugna la noche
Una nube roja del alba
Es decir, solo un ademán

Quizás somos
la foto de un recuerdo
que se esfuma
en el álbum ingrato

y agraz de la memoria
O un dolor perdido
en la gaveta de tereques
O el júbilo de olvidarme
en la marea de tu vientre
Igual que una llave
que se halla
olvidada ya la puerta que guardaba
Quizás somos tan solo
los fantasmas del pueblo de Comala

 .

2. “Así empieza lo malo
y lo peor queda atrás”
dice Marías con Shakespeare
apuntando con la pluma de su dedo
a la bruma de los días despejados
Y es cierto

Es muy cierto
Todo dolor
y todo júbilo
se queda callado y encayado

en los resquicios de piedra
de la memoria
Todo lo vivido
se recuerda como se puede
se quiere o se quisiera
pero siempre fijado
en su tiempo y en su lugar
Allí se queda
como esa mano o esos ojos
angustiados
pero perdidos
en el fondo milenario
de una cueva
Allí se diluye
según los pasos nos alejan

y el tiempo mana
Allí se difumina y se borra
Se atenúa
y se pierde
Y sin embargo...
Hay también caídas erguidas
como hay besos perennes
Erguidas y perennes
como las columnas
de un partenón tenaz
Caídas y besos
que traspasan el tiempo

y el espacio
–la vida entera–
como esta flecha
–de luz y sangre– 
que atraviesa el pecho
con sorpresa
Así lo recuperó Gabriel
el día que regresó a Macondo
en el tren
Y es que hasta Comala arde
de fiesta algunas tardes.



Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!


viernes, 22 de mayo de 2015

El Anarquismo de Rodrigo Quesada Monge


El ANARQUISMO 
de Rodrigo Quesada Monge

A propósito de sus dos libros: “La fuga de Kropotkin” (Chile: Editorial Eleuterio, 2013, 173 págs.), y “Anarquía: Orden sin Autoridad” ( Edición combinada de la Editorial Eleuterio de Chile y la Editorial de la Universidad Nacional de Costa Rica, 2014, 448 págs.)

    A Rodrigo Quesada Monge lo hemos consentido en nuestro baúl de
aprecios de manera constante desde hace ya muchos años. Se acercó a nosotros con un trabajo de historia para la Revista EXÉGESIS, y desde entonces. Le hemos invitado a conferenciar en Puerto Rico, y hemos estado en el estudio-cueva de su casa en San José, Costa Rica. Hace un tiempo largo ya me envió su libro sobre Kropotkin, que leí entonces, y luego el libro titulado “Anarquía”, que terminé de leer hace poco. No he olvidado al amigo Quesada Monge. Simplemente otros deberes y ocupaciones impostergables del pasado año me impidieron proceder a reseñarlo.
    Habría que decir para comenzar que Quesada Monge, historiador y también novelista, con una obra impresionante y diversa, confiesa en estas obras una deuda de amor hacia el anarquismo que se hace contagiosa. Por lo menos en aquellos que priorizamos la solidaridad y soñamos con una sociedad igualitaria y justa. La tarea emprendida por Quesada Monge no ha sido de poca monta. Por una parte ha rescatado para el lector contemporáneo la obra de uno de esos autores que aparecen aludidos de paso y en notas al calce en el quehacer intelectual y revolucionario del siglo XX. Por la otra, Quesada Monge hace un estudio sobre el anarquismo en el que ilumina sus elementos, su aportación en el desarrollo de la historia, no solo rusa ni solo europea, sino latinoamericana, y sus repercusiones en muchas latitudes del planeta.
    Pero, además, Rodrigo Quesada Monge se aplica a iluminar cómo inciden las ideas anarquistas y su “legado ético” en partes significativas de lo que es nuestro mundo. Me refiero a aspectos como la libertad, el estado, la religión, el trabajo, y otros, que son de suponer, pero además, en el amor, la comida, la mujer, el arte, la tecnología,la sexualidad, el terrorismo y otros, que no son tan obvios ni de esperar.
    Una segunda parte del libro “Anarquía” se dedica a recordar y analizar los
héroes del anarquismo, así como la función que cumplió el anarquismo en la importantísima Comuna de París, y en Revolución Mexicana, en la Revolución Bolchevique, en la Guerra Civil Española, y aún se extiende hasta Seattle, a los conocidos sucesos de antiglobalización de 1999, mientras bucea y rastrea su presencia en la historia de nuestra América Latina y en Costa Rica, en particular. Eso explica que la bibliografía, impresionante, desborde los 300 títulos.
    “La fuga de Kropotkin”, en cambio (obra que incluye un “copyright” del 2004), relata, a modo de una biografía, la historia del príncipe ruso Piotr Alexéievich Kropotkin, nacido en el 1842 y fallecido en el 1921. Aunque miembro de la más selecta y rica aristocracia rusa, Kropotkin, geógrafo de profesión, se opuso a su misma clase y renunció a su riqueza y sus privilegios, luchó contra el zar, sufrió prisión en Siberia, de la que escapó para pasar 42 años de exilio, hasta que la revolución bolchevique le permitió el regreso e incluso encontrarse con el Lenin jefe de estado en el 1919.
    Tanto el libro sobre Kropotkin como el libro sobre la anarquía, adolecen de un defecto que es una virtud. Están escritos por un historiador que es un escritor talentoso y que no teme referir los eventos de estudio al mundo contemporáneo, ese en el que vivimos todos, y en el que luchamos. Eso convierte estas obras en herramientas de combate iluminadoras, y a la misma vez, deleitosas.



Marcos
Reyes Davila
¡Albizu seas!

Así empieza lo malo de Javier Marías



Así empieza lo malo 
       de Javier Marías

Javier Marías: “Así empieza lo malo”. México: Alfaguara, 2014, 534 págs.

    Un querido amigo, andaluz puertorriqueño, me recomendó con mucho entusiasmo las novelas de Javier Marías. Así emplazado, me embarqué primero en la lectura de “Así empieza lo malo”. Ignoro si esta novela caracteriza el lenguaje de Marías. La nota de presentación refiere los innumerables premios recibidos por Marías por una obra principalmente novelística y de muchos títulos.
    Admito que empezó con lo bueno, no con lo malo. Los primeros segmentos me recordaron a Saramago, pero españolizado y quizás más ameno. Me atraparon. Un tal Juan de Veres narra la historia, según la recuerda. Se refiere a sucesos ocurridos en su juventud al inicio de la época posfranquista. La trama no encadena un torbellino de sucesos sociopolíticos que involucren a una comunidad de personajes, sino que parece reducirse a un conflicto de naturaleza íntima, de pareja, de su jefe, Muriel, un cineasta, atrapado, con una mujer que no puede perdonar, en un país, católico, en el que no está legalizado el divorcio.
    Dije “parece” porque poco a poco la novela expande, aquí y allá, sus aristas hacia atrás, a la guerra civil y su secuela de dictadura. Ya muy adelantada la lectura notamos con sorpresa cómo Marías novela un aspecto marginal, colateral, de esa terrible historia de la posguerra. De modo que la novela se retrotrae y luego se proyecta mucho más allá de su tiempo de base.
    Marías pudo construir una novela mucho más reducida, más de la mitad, sino dependiera la narración de la exposición de las infinitas posibilidades que cada paso dado presenta. Además se redeleita en exceso con películas y actores que pocos de sus lectores conocerán. En esa indagación de las infinitas posibilidades está parte del atractivo del novelar de Marías, pero también parte de un peso en alguna medida superfluo.
    El título de la novela parte de una expresión de Shakespeare: “Así empieza lo malo y lo peor quedó atrás” (393). Se refiere a que nos ocurren cosas que inicialmente tomamos como explosivas, tanto en mal sentido como en el bueno, pero que con el tiempo se atenúan y se borran. Según el narrador, “la verdad” “tiene un lugar y en él se queda; y tiene un tiempo y en él se queda también. Se queda encerrada en ellos y no hay forma de reabrirlos” (34). “Solo nos restan tanteos y aproximaciones”, añade.
    Para mí fue novedoso el particular enfoque que se hace sobre ciertas secuelas de la guerra civil que se proyectaron no solo hacia los años 80, tiempo en el que se ubica la historia, sino hasta nuestros días, con todo ese afán de desenterrar muertos de hace 75 años. Marías desenmascara indignaciones y falsas inocencias. Entre el atractivo comenzar y el sorpresivo final, y entre el debate de unos valores de época entre los mayores y los jóvenes, en gran medida sexuales, la novela se deja disfrutar.

 Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!


 

jueves, 21 de mayo de 2015

Julia a la carta: su propia voz



Julia a la carta: 
            su propia voz

A propósito de “Cartas a Consuelo”, por Julia de Burgos (San Juan: Folium, 2014, 232 págs.)


En el Simposio de Humacao de febrero de 2015, “Julia de Burgos: Me llamarán poeta”, hicimos la primera presentación de estas Cartas... solo que en ausencia. Aun la imprenta no le añadía el detallito insignificante de su tinta. Sin embargo, aquella fue una presentación sublime pues estuvo a cargo de “las burgos”, es decir, la sobrina y las sobrinas nietas de Julia que crecieron bajo la sombra de estas cartas y que cooperaron en la edición definitiva de las mismas.
    Del tan deseado volumen con las cartas de Julia a su hermana Consuelo, solo tuvimos, por décadas, referencias y fragmentos aislados hechos por algunos estudiosos de Julia que tuvieron acceso a los originales. Esta edición incluye 136 cartas de Julia dirigidas a Consuelo y transcritas por Marisol Figueroa; un intrigante y agudo prólogo de Lena Burgos Lafuente; una presentación, previa a todo, de la sobrina, María Consuelo Sáez Burgos, y, como sorpresa, tres cartas de Juan Isidro Jiménez Grullón dirigidas también a Consuelo en el 1942, con motivo de la crítica ruptura entre Juan y Julia que evidentemente tuvo, más para él que para ella, tormentosa cola.
    Como apunta María Consuelo, las cartas, en cierto sentido, escriben la “verdadera biografía” de Julia de Burgos. Si en rigor no la escriben, sí iluminan y resuelven zonas oscuras, especulaciones reiteradas hasta la deformación grotesca, y francos inuendos. Estos textos, se rinden ante nuestros ojos como  testigos presenciales y testimonios de primera plana.
    Es cierto que, como dice Burgos Lafuente, la correspondencia recoge una “ficción del yo”, es decir, esa interpretación sobre nosotros que hacemos  nosotros mismos. Pero ese mismo carácter del texto –de testigo y testimonio– nos permite leer la entrelínea y sondear el autorretrato de Julia como nunca antes pudimos hacerlo. Es cierto también que existe un “Diario” de Julia, pero breve y referido a un período corto: la segunda mitad del abril de 1948. Y, por otra parte, existen esos poemas cuya lectura biográfica es, sino improcedente, y muy arriesgada. Las cartas disuelven en gran parte las “historietas” (Ivette López Jiménez) sobre Julia, y añaden luz al valor artístico de la obra poética.
    Las biografías se hacen ardientes y acuciosas al lector cuando se trata de lo que se llama usualmente un “escritor malogrado”. Pero así como Julia pasó su vida toreando la controversia, lo que podríamos calificar como la vida de su muerte, o la vida tras la muerte, no ha logrado silenciarla.   
    Las cartas comienzan en agosto de 1939, poco antes de su salida definitiva de Puerto Rico, y se extienden hasta el 28 de junio de 1953, es decir, poco antes de su muerte. La mayor parte de ellas, están escritas en Cuba, en los primeros años de su exilio. Tras la ruptura con Juan Isidro, se reduce marcadamente la frecuencia de estas entre el 1943 y el 1946. Véase cuánto: en el 1940 escribió 48 cartas, casi una por semana. En el 41 escribió 31a. Sin embargo, en el año 46 hay solo tres, del 47 solo una, del 48 no hay carta, del 49 solo una, ninguna entre el 1950 y 1951, dos en el 52 y ocho en el 53.
    Cabe preguntarse, como se ha hecho, si estas son todas las cartas. No lo sabemos. Las mismas cartas publicadas sugieren –o desean quizás–  la existencia de otras, sin contar las enviadas por Julia a otras personas, y las recibidas de Consuelo, totalmente ausentes, que no serían, desde luego, cartas a Consuelo. Mas, repetimos, ¿hay cartas, a Consuelo, escondidas?, como lo cree Barradas. ¿O acaso serán simplemente, de haber existido, cartas perdidas? Por otra parte, ¿quién las perdió, de ser ese el caso? Yo no me atrevería a pensar que, una vez decidida la publicación de las mismas, y una vez revelado el rostro oculto, la familia de hoy tuviera el valor de ocultar otras.    
    Me limitaré a hacer algunos breves señalamientos, enumerados, sin mayor discurso ni elaboración:
    1. El lector de este epistolario tiene la sensación de estar frente a Julia, de oír sus razones, de apreciar su manera de interpretar los acontecimientos, con hondura y fineza. Es decir, de estar frente a la Julia que fue, y en cierto modo es, una Julia viva que nos habla.
    2. La Julia que emigra es una mujer enamorada que, por una parte, huye de la maledicencia que la persigue, y por otra parte, aborda con determinación la experiencia mágica del amor que vive. Esa maledicencia, según puede inferirse, se debe principalmente según parece, pero no exclusivamente, a su abierta relación amorosa de mujer divorciada con un hombre casado. Con seguridad su activismo político debió jugar un papel en alguna medida preponderante, y también el canibalismo caín que suele asomar penosamente en  el mundo letrado.
    3. La Julia cubana es una mujer deseosa de educarse y de hacer obra, una mujer ansiosa de crecer intelectualmente. Aparte de varios “doctorados” o licenciaturas que deseaba y comenzará a realizar, proyecta publicar, además de “El mar y tú”, otros tres libros: “Campo”, de temas sociales y proletarios, “El cielo de Julma”, seguramente sobre su amor por Armando Marín, su segundo esposo, y “Autobiografía de una bala”.   
     4. Asistimos ante una Julia siempre comprometida con la patria y con la clase proletaria. Una mujer ansiosa de noticias sobre los conflictos políticos del mundo. Las alusiones al comunismo, su simpatía con connotados escritores comunistas, sus defensas de la Unión Soviética en guerra contra el fascismo, son constantes y no ocasionales o marginales. Asimismo, es persistente su censura hacia el capitalismo “salvaje”, el imperialismo y las tiranías centroamericanas y del Caribe.
    5. Las dificultades económicas que tienen raíces en la niñez pobre la persiguen constantemente. A ella y a su familia. Lena Burgos habla en su prólogo de la “gramática de su pobreza”. Y lo cierto es que las cartas revelan una patente indigencia no solo de Julia sino de toda su familia. Julia confiesa muchas veces, en los tiempos en que está lejos de Juan, no tener qué comer y tener que mendigar. Observamos su incesante preocupación por su familia.
    6. Julia, curiosamente, pretendió vivir durante mucho tiempo de la venta de sus libros y de recitales. De ahí su persistente interés por recibir noticias de lo publicado por otros autores sobre su obra.
    7. A pesar de sus pesares, se muestra muy determinada y firme su voluntad de mantenerse en el exilio. Es decir, que Julia no quiere regresar a Puerto Rico. A ello solo la mueve compartir con su familia. Su salida en el 1939 fue definitiva. Solo mucho después, y a propósito del fin de la segunda guerra mundial en el 1945, habla de querer ir a Puerto Rico a poner su “esfuerzo a liberación nacional”. En esa época de mediados de la década del 40, se encuentra muy activa políticamente.
    8. Juan Isidro conoció a la familia de Julia y se familiarizó con ella. La relación entre Julia y Juan no fue una relación  secreta de amantes, realizada a espaldas de la familia. Se escriben entre sí, y Juan Isidro añade en ocasiones posdatas a las cartas de Julia.
    9. Ese vínculo familiar incluye al padre de Julia, llamado Papotito en las cartas. El vínculo de Julia con su padre es de un profundo y continuo afecto y preocupación.
    10. Es notable que nunca varíe el tono afectuoso y cariñoso de Julia hacia su “Consuelito”. Nunca hay nada que agrie o atormente, nunca, su diálogo con Consuelo.
    11.  Las dificultades con Juan Isidro no tardan en asomarse. Son tempranas. La causa principal es la relación de Juan con sus padres, que no quieren a Julia. También el abandono que le hace él a Julia y que la deja siempre en condiciones de dependencia. Y asi mismo está, repetidamente, la queja sin cicatrizar de un Juan que la quiere sometida a una vida doméstica, “puritana”, y que la cela.
    12. Las cartas a partir del 8 de junio de 1942 delatan con claridad que la ruptura acontece cuando, tras el divorcio de Juan Isidro, este le niega a Julia la posibilidad de matrimonio. Julia se indigna ante la propuesta de Juan de casarse secretamente. Julia hace mención, además, de una enfermedad mental en Juan Isidro que consiste en acusarla de faltas morales por celos. A mi juicio, las cartas de Juan Isidro incluidas, así como las previas quejas que desde mucho antes hace Julia al respecto de que Juan Isidro la quiere mantener encerrada en la casa, confirman el punto de vista de Julia. Esa conducta celosa parece acentuarse cuando Julia finalmente lleva vida de estudiante en la Universidad de La Habana. Juan Bosch, quien convive con ellos, confima esta conducta de Juan Isidro.  
    13. A pesar del profundo dolor de esta ruptura, el epistolario indica, con claridad suficiente, que es decisión inapelable de la propia Julia, y que Julia se repone y continua su vida productivamente. Su matrimonio con Armando Marín luce verdadero y feliz.
    14. Puede observarse también una inestabilidad emocional en Julia que ella misma confiesa desde temprano, desde su primera llegada a Nueva York, la “ciudad de hierro”. A veces pareciera una especie de bipolaridad en el carácter de Julia, pues al júbilo excitado y feliz le sigue abruptamente, pareciera, la tristeza y la depresión; luego nuevamente la exitación del júbilo seguido de la sombra de una tristeza muy agria. El desequilibrio es tan fuerte que en ocasiones ella requiere de asistencia. Si bien puede decirse que no le faltaron razones, es indudable que también parece poner al descubierto cierta debilidad en ese carácter que alardeaba de las teas.
    15. Comprobamos que los poemas tormentosos y de muerte de “El mar y tú” no tienen nada que ver con la ruptura con Juan Isidro. Están escritos antes, mucho antes de esa ruptura, y parecen obedecer a los periodos en que Juan Isidro, en la misma Cuba, está lejos de ella y a sus celos. La lectura que han hecho los biógrafos al respecto, extraída de esos poemas, es entonces infundada.
    16. En las cartas están presentes alusiones a la persecución sufrida por sus
ideas políticas. Julia señala en junio de 1945 que el gobierno de Estados Unidos la “repudia por luchar por el bienestar de la humanidad”. Por el FBI, y además por Trujillo, de quien, sentían, Julia y Juan, que deseaba asesinarlos. En la revista “Centro Journal” se publicó recientemente un interesante artículo sobre la carpeta del FBI de Julia. Por Centro Journal, y así lo informa Lena Burgos en el prólogo, sabemos que esa carpeta del FBI la identificaba tanto como nacionalista como por ser simpatizante del partido comunista en tiempos de guerra. De ello resulta que, irónicamente según el autor, los agentes del FBI fueron los primereros traductores de Julia, aunque bastante pobres.
    18. Se rumoró el año pasado sobre si Julia pudo haber sido víctima del FBI, como lo fue Albizu. No lo sabemos. La posibilidad existe. Pero no las pruebas. Sí sabemos que se sometió, ingenua y desesperadamente, a experimentos médicos en hospitales. El dato está presente en el “Diario” y en las cartas.
    19. Es claro que Julia no es espiritista ni es creyente: “completamente materialista”, se dice (207).
    20. Desde el 1947 hay alusiones a “sus dolencias”, sus crisis de salud y sus hospitalizaciones. Habla de “enfermedades crónicas” y de cirrosis. Las hospitalizaciones parecen inicirse en el 1948. En el 51, informa Yvette Jiménez, Julia habla de su “muerte vencida” a propósito de una fuerte crisis de salud. En el 53 habla de traslados en ambulancia. Pero Julia se ve a sí misma, no obstante, como una mujer valiente, atrevida y luchadora, incapaz de rendirse.
    21. La enfermedad, sin embargo, la hace enmudecer. Se siente “acorralada”. Las cartas muestran un progresivo desvanecimiento, una caída. Ello pudo provocar que no escribiera a su familia durante dos años, pero lo dudamos. La carta del 20 de noviembre de 1952, escrita tres años después de la última anterior de marzo del 49, comienza, tras el saludo a Consuelo, con un simple “desde el sábado estoy”...
    22. Solo en la penúltima carta, del 17 de mayo de 1953, Julia habla de su alcoholismo – que califica como “enfermedad social”–  y de su interés por vincularse con Alcohólicos Anónimos. Está próxima la muerte, pero Julia busca constantemente la ayuda médica.
    23. En la última carta, del 28 de junio, Julia dice, jubilosamente, que espera la llegada de su hermana Consuelo. Sin embargo, ocho días después fallece, repentinamente.
    24. Concurro con la mayor parte de las observaciones ponderadas y sugestivas hechas por Lena Burgos Lafuente en el prólogo.

    Quisiera añadir unas muy breves observaciones sobre el trabajo de Efraín Barradas publicado a propósito de estas “cartas” http://www.80grados.net/carta-a-julia-de-burgos-sobre-sus-cartas-a-consuelo/:
    1. Yo no creo que Julia estuviera pensando en otro lector al escribir sus cartas. Es decir, que las cartas se publicarían un día. Lena Burgos señala la notable conciencia de Julia de su función como escritora, lo que llama su “autofiguración”. Añade que toda carta presupone un cierto grado de “pose”, ya sea con intención o sin intención. Como por ejemplo, que Julia pensara que sus cartas serían leídas algún día por terceros o que llegaran a ser públicas. Pero hay demasiadas indicaciones que sugieren lo contrario.
    2. Es evidente en las cartas su conciencia como escritora, de su importancia como autora, aun joven, muy joven. Con poca obra publicada es evidente la preeminencia que Julia alcanza entre la clase intelectual del país y a nivel popular: Llorens, Palés, Matos Paoli, María Cadilla, Géigel Polanco, Corretjer, Matos Paoli, entre otros. Ese retrato de Julia como “novia del nacionalismo”, esa caracterización llamativa y exitosa que la convirtió en la “novia del río”, tuvo que singularizarla. Su éxito se expandió, sobre todo a nivel de la clase letrada, fuera de Puerto Rico también, pues Julia pudo codearse con escritores importantísimos de Cuba y con escritores visitantes como Pablo Neruda. A ello deben haberla ayudado, aparte de su propia obra, su relación con Juan Isidro y también con Juan Bosch. Y su carácter pujante. También en Estados Unidos, más tarde, comparte tribuna con el presidente del Partido Comunista.
    3. Creo que sí, que se construyó el mito de la mujer destrozada por el amor de su vida. Yvette Jiménez estableció los parámetros en el 1966.  Estas cartas ponen un jaque muy serio a ese mito. Pero el jaque ya estaba presente en otros trabajos publicados, como los de Chiqui Vicioso.
    4. Ignoro por qué pensó Efraín que las cartas presentadas por Yvette en su libro de 1966 fueran una mini-antología, “representativa y fiel” de la totalidad, si las citas de Jiménez en el libro mencionado iban dirigidas exclusivamente a sostener sus argumentos.
    5. Lo de Nilita se refiere a la lucha por atraer a Jiménez Grullón. Julia, que era divorciada, y que se atrevió a ir más allá que otras, debió sufrir una crítica muy fuerte. En esto está comprometida incluso Margot Arce que espera que Julia se comporte y se exprese como una dama. Julia es otra cosa.
    6. A Barradas lo desilusionan las expresiones de Julia sobre los “negros”. Eso lo mueve  incluso a degradar la estimación que tenía de ella. Respecto a este aspecto, Lena Burgos lo refiere como, y cito: “la trayectoria tensa y contradictoria del discurso racial de la poeta”, fin de la cita.       Es cierto que, a la Julia, recién llegada a Nueva York, le choca, le sorprende, al visitar en su función como trabajadora del censo, y al experimentar de cerca, íntimamente, cómo vivían estas poblaciones, este sector de la población. Pero eso no basta, no puede bastar, para llegar a afirmar lo que dice Barradas, para mí inexplicablemente, y las dudas, la percepción de “ambivalencia” al respecto de la que habla Lena Burgos. No basta porque esta veta no se sostiene a lo largo de la obra de Julia en la que vemos lo contrario. En mi opinión, más que un asunto racial, a Julia le choca la cultura y el modo de vida que desconoce y con el que se encuentra. Téngase en cuenta que se trata de la presencia de gente llegada de diversas islas del Caribe, cuyos modos difieren sustancialmente de las poblaciones negras que ella conoce, y con un habla extraña que no es, según dice, ni inglés, ni español, ni francés. Julia está orgullosa de su inglés. Una de sus primeras cartas a Consuelo está precisamente escrita en inglés. Pero ella no los comprende, o tiene dificultades muy grandes para comprenderlos porque hablan un dialecto que Julia califica como “slang”. Julia no vuelve nunca más a expresarse en los mismos términos.




Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
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