viernes, 26 de octubre de 2012

Caricia de roble




Caricia de roble

A veces los días acarician
con mano de corteza de roble
mientras miran hacia atrás
buscando meteoritos
que cruzaron el cielo hace siglos
el agua que pasó alguna vez
por el molino
el código yerto de un fósil helado
la sal que reviste el rostro
de un corazón amargo
la mirada que fuera alguna vez
pétalo de gladiola

o flor de roble
Sin embargo
corren impetuosas
las olas a tu lado
caricias en la fronda
y la mañana
y besos que el olvido arruga
y se alejan
con el rabo entre las patas.


Marcos 
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

Las hojas de tus manos


Las hojas 
      de tus manos

Algunos necesitan
las columnas de fuego
de un dios omnipotente
para decir te amo
A mí me bastan
las luciérnagas huidizas de tus ojos
o las hojas rosadas de tus manos.


Marcos 
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

jueves, 25 de octubre de 2012

Paula en el rocío



 PAULA
        en el
                rocío


En el verano de 2006, mi hijo le confesó a su madre que si alguna vez tuviera una hija la llamaría Paula.

Su madre comenzó entonces a escribirle «cuentos» a la Paula imaginada.
El padre se conmovió y escribió las siguientes historias, tomadas del rocío de un anhelo.

                                                Para mis hijos, naturalmente.   ©mfrd

--------------------

¡¡Paula!!
                                            The well tempered clavier, Bach
  
    No sé cómo te llamo, Paula. No sé cómo te nombro, amor.
    ¿Cómo puede volar un pajarito si no cree en el viento ni en las alas?
    Quien habla, o quien escribe, no puede estar más perdido si aquél a quien le habla o le escribe no le cree una palabra. Sólo puede enmudecer, vivir callado, como una ceiba solitaria. Yo sé bien por qué lo digo.
    Pero tu abuelita Hilda tuvo la idea de comenzar a buscarte, antes de nacer, con estos cuentos que son puro deseo de ti. A ti y a Estela Marina, que son hoy una sola. No sé si llegue a conocerlas un día. No sé si abuelita llegue a conocerlas un día. Pero tú podrás saber quiénes fuimos si te contamos la historia de cómo las buscamos con amor.
    La vida, a veces, es muy cruel, pero otras veces, es excesivamente generosa. Sin mucho esfuerzo nos da hijos. Y si éstos cooperan un poco,  también nos da nietos. Y un nieto nos permite recobrar otra vez al hijo que tuvimos, pero relajadamente, y con más atención.
    Hoy que les escribo estas palabras, estoy perdido en un laberinto. Y pienso que ojalá y me hallaras tú. Si quieres hallarme un día, te lo aseguro, me hallarás en estas palabras que te piensan como la música del teclado templado de Bach.
    Las palabras, en el fondo, nunca mienten, aunque lo parezcan. Cada una de éstas salió de mi pensamiento de ti, de mi deseo de ti, y ese pensamiento y ese deseo son míos, solamente míos, lo que soy, lo que fui y lo que seré.
    Aquí te busco, amor. Aquí te llamo. Y aquí te encuentro a ti.
    Que el amor que tallo en el papel, palabra a palabra, está hecho sólo del aire que alienta el fuego o nos refresca, sólo del cielo que expande la mirada que te mira, y sólo del agua de la vida que te di. No hay tesoro más grande que un hijo. Ni la música de Beethoven o de Bach.
    Nada que perezca hay aquí para ti, Paula del alma. Nada que puedan comer, nunca, nunca jamás, ni las polillas ni los gusanos. ¡Puro aire, pura agua, puro cielo!


¿Que cómo se llama Paula?


    Si no tiene ni sentido decirlo. ¿Que cómo se llama, Paula?, dices.
¿Y dónde está? ¿y quién es?, sino es un deseo que cobija, un deseo que bien podrá llamarse Estela Marina, o ser un niño que se llame Marcos, un Ariel que quiera ser Marcos Ariel, o Rubén Manuel. ¡Quizás sea Sara Hilda, o quizás Hilda Malén! ¿Quizás sea Tainahíl?
    ¿Llegará  a nosotros alguna vez? ¿La anunciará una estrella fugaz? ¿una campana? ¿una garza blanca? ¿O un caballito de colores?
    Los hijos son como un cielo que se expande, espacio de la brisa que no puede contenerse y nunca termina, como la del mar. Pero lo más maravilloso de los hijos  es que son un sueño que necesita ser soñado por dos. No basta con que los sueñe uno solito.
    Los hijos, como las cosas que son  verdaderamente importantes, se comparten. Paula no puede nacer del deseo de uno solo. Es necesario que se unan, que se encuentren, los deseos de dos.


De cómo son los hijos

  
    Una plantita crece alimentada por el sol y por el agua. Un niño o una niña es una personita que crece alimentada de abrazos, besos y cariños.
    Cuando un padre tiene un hijo, el tiempo es como la piel de los conejos. El corazón se ablanda, se pone como la gelatina de frambuesa, y ni siquiera dios quiere que Abraham lastime un pelo de su hijo.
    Cuando un padre tiene un hijo, siempre espera con gusto a la mañana.



La velita

    Una velita empuja un barco, chiquito o grande, y lo hace moverse por
enmedio de la mar.
    Abuelito le dijo un día “Velita” a abuela Hilda. ¿Pensaría que abuelita lo hacía moverse por la vida?
    Velita venía del mar del sur, aunque dijo que era española. Venía del azúcar y de un pueblito hecho de piedras blancas donde creció como las uvas de playa.
    Un día abuelito la vio, cuando ya nada esperaba, caminando como si danzara con la brisa, y la siguió con una cajita de chocolates y un ramo de flores blancas para la madre de ella. Se casó con ella en medio de los cafetos, para recordarla al tomar el café cada mañana.
    Pero una velita es también un fueguito que se enciende cuando no hay luz, cuando no vemos nada, y cuando tenemos en el corazón un miedo o un deseo muy grande que no se borra.
    Si viene un huracán, o un tiempo muy malo, las luces se apagan.
    Cuando se le va la luz, abuelo siempre enciende su velita.

 

De abuelo Marcos

    Abuelo Marcos fue un niño feliz y muy curioso. Le gustaba armar cosas de muchas piezas, los microscopios y los telescopios, el balompié y las bicicletas. Le gustaba leer cuentos y, muy de niño, se fijó en que, a veces, algunas palabras brillaban en su cabeza como piedras de colores. Entonces comenzó a escribir sus propias cosas.
    Cuando iba a la universidad muchas veces usaba el dinero del almuerzo para comprar libros. El rector le dijo que la misión de la universidad era la búsqueda de la verdad, y nunca lo olvidó. Le gustaba tanto la universidad y las bibliotecas que se quedó allí para siempre.
    Un día abuelita Hilda le regaló a abuelo Marcos la imagen de un hombre sin rostro que abrazaba a una mujer y a dos niños. Le dijo que ése era él, que ellos éramos todos nosotros.
    ¡Y abuelito se sintió muy orgulloso!



De cómo llegó Taína una noche sin luna


    Un día abuelita Hilda le dijo a abuelo que les llegaría una niña. La vimos crecer en la barriga de abuelita que se inflaba poco a poco como un globo, o como una luna llena, y abuelito pensó que la niña quería buscar lunas por el cielo.
    Un día abuelita sintió un dolor:  su luna quería salirse. Y abuelito la llevó con el doctor. Esa noche la luna tuvo miedo de salir. La noche se quedó a oscuras. Y abuelita se durmió cansada de esperarla. Cuando empezaba el día 27 de mayo, abuelito oyó llorar a una niña luna. Había nacido y miraba a abuelito haciéndole una guiñada, con una V  en los deditos. ¿Sería la V de Velita, su madre, o la V de la victoria? ¿O quizás pedía ya una tijera para picar papelitos?
     Un hijo, o una hija, es como un lazo en el que papá y mamá permanecen para siempre atados.



De cómo llegó Marcos Ariel una tarde de viento


    Marcos Ariel llegó una tarde de vientos, y se metió por debajo de la puerta como una hoja colorada  de flamboyán. Llegó como temblando, desde un salto se fue directo al nido de mis brazos, se agarraba de mis pies como el caillo, y olvidaba todo susto dormido sobre mi pecho.
    Le pusimos de nombre Ariel, porque era como el aire que corre libre y
nos pasa por el lado con una caricia. ¡Ari!, ¡Ari!
    Pero él le decía a todos que se llamaba Marcos Ariel, aire de su padre. Y su abuelo Manuel, el juez, un día santo y bueno, le cambió el nombre para siempre.



De tía Tay


    Taína siempre fue floral y frutal, según su abuela Sarah y su abuela Malén. Floración de ternura. Frutación de dulzura. De bebé la llamamos la hazañosa por su veloz desarrollo y su fortaleza.
    Su mamá vino por la ruta de las especias, pero Taína llegó por la ruta de la seda. Su pasión eran las bolsas de papel llenas de papelitos y las casitas improvisadas para esconderse. Una temporada tuvo una amiguita de la ilusión: Crini, pero no estuvo mucho tiempo con ella. Siempre fue muy cuidadosa.
    Tuvo un novio por muchos años. Aunque crecieron juntos, un día no se miraron más. Se puso tan hermosa que parecía, según su abuelo Manuel, la Gioconda encarnada, salida de la pluma de Leonardo.
    Un día quiso a un beduino, un espejismo del desierto que se le esfumó entre los dedos y la dejó como viuda. Su padre se fue con ella a lo alto del Yunque, a conversar a solas, como hizo tantas veces, en una cabaña en medio del bosque, y para lavarle las penas con el agua de las quebradas de la altura.    
    Cuando abuela ve llegar a Taína le parece que ve bizcochitos de vainilla. Cuando abuelo la ve llegar aplaude con fuerza, porque le parece oír la sinfonía quinta de Beethoven: Ta-Ta-Ta-Tay!!



De papá Ari

    Cuando era un niño, Ari miraba con temor a la lluvia con viento. Imaginaba diablitos debajo del piso, y corría a protegerse entre mis piernas.
    Cada noche buscaba refugio, en silencio, en la cama de su papá y su mamá, que al despertar lo encontraban dormido a sus pies, o por una esquinita de la cama.
    Una vez, mientras lloraba,  le puse la mano en la boca como si fuera un tambor: el llanto se convirtió en canto de indios, y rio.
    Siempre vivió absorto, concentrado en sus pensamientos. Sólo oía a su hermana Taína y a su primo Nelsito. Pero otro día escuchó y vio a tres hombres negros y gordos cantando. Se llamaban los Fat Boys. Y desde entonces la música lo convirtió en su satélite.
    Es estricto, incluso severo, y nunca miente. Debería recordar que, como dijo José Martí, la ternura es un bien siempre útil, e inexcusable.


La espinita  


    Un día, cuando tu papá estaba aún muy chiquitito, vomitó la leche del bibí. Cambiamos su leche una y otra vez, vomitándola cada vez. Creció flaquito, se alimentaba de aire, y se daba tropezones aquí y allá. Le dio pulmonía. Entonces tu abuelita Hilda le llamó “La Espinita”.
    Cuando era más grande, La Espinita se cayó contra un bloque del patio y se abrió la cabeza. Abuelo lo llevó al hospital y regresó con la camisa cubierta de su sangre. Otra vez se enterró un clavo en el muslo mientras jugaba en la escuela. Otra vez se cayó de la bicicleta y se cortó la lengua y el labio superior. Abuelito no se enteró de eso esta vez hasta que llegó de trabajar, y protestó porque no le avisaron. Pasó toda la noche mirándole el labio hinchado mientras él dormía. Ése es el origen de la cicatriz que nunca quiso corregirse.  
    Un día un perro de la calle entró a la casa y lo persiguió hasta la cama de su cuarto. Papá Ari se comía un bocado y el perro quiso quitárselo. Cuando abuelo Marcos oyó los gritos pensó que el perro había mordido a su hijo, y lo persiguió con un palo de escoba. Lo golpeó, asustado, hasta dejarlo como dormido.                       
    ¡Nunca, como ese día, estuvo abuelo tan cerca de hacerle mucho daño a un ser vivo!


Paula

    ¿Qué cómo será Paula?, pregunta abuelita. De seguro que será color café-con-leche. ¿Pero para  qué tratar de adivinar si será de un tono oscuro o un tono claro? ¡Serán sus ojos y su sonrisa los que atrapen a los ojos que la miran!
    No sé, tampoco, si Paula será rellenita, como su tía Taína cuando niña, cojinito de algodón; o si será delgadita, como Ari cuando niño, niño Pinocho que camina. No sé si Paula tendrá el pelo rizo como una voltereta, o el pelo lacio como la chorrera del parque. No sé si será la niña más bonita de la escuela, como su abuelita Hilda, o el niño que canta mientras camina como su abuelo Marcos. No sé si Paula será la niña perfecta, como su tía Tay, o niña amistosa, como su padre Ariel.
    Pero sí sé que Paula será una niña amada, de ésas que se recuerdan en el trabajo, de ésas que nos hacen reír cuando conducimos un carro, de ésas que añoramos ir a ver, con prisa prisa prisa, de ésas que se esconden con sigilo en nuestra cama, a nuestros pies, o por el ladito, o sobre la almohada, y nos abrigan todos los sueños.



Estela Marina



    Estela Marina era el primer nombre de Taína. A última hora le pusimos Taína como un disfraz,
porque no es bueno llamarse Marina en tierra de México.
    Pero Estela Marina se quedó grabado en nuestro corazón. Nada tenía que ver con la mujer que traicionó a su pueblo. Estela Marina es como la estrella fugaz del mar, no del cielo. Estela Marina es un camino que se abre en medio de las aguas del mar de los anhelos.

Y un anhelo es algo que se abriga en lo profundo del pecho, como abriga una gallina al pollito en su huevo.


El marco roto


    Abuelito Marcos habla de abuelita Hilda como si se tratara del olor del pan que se hornea en la mañana.
    Vivieron juntos tanto tiempo que a veces ninguno sabía si un brazo era de él o era de ella, o dónde terminaba uno y empezaba el otro.
    Eran como una vasija antigua olvidada en un bodega, una vasija llena de especias, quizás de canela. Hilda-Canela llevaba tanto allí que creyó que tenía la forma de la vasija; Marcos-vasija llevaba tanto tiempo allí, que creyó que él
tenía el olor dulce de la canela.

    Pero eran también como la pintura que
reposa en un museo. Abuelita vivía rodeada
del abrazo de su marco. Y Marcos vivía
relleno de la colorida Hilda. 
    Sin embargo, a veces un beso lastima como las espinas de las rosas. Y ocurrió que un beso rompió un brazo de Marcos. La pintura se cayó del marco y se sintió desde entonces perdida.
    Marcos, desde entonces, por su parte, se sintió
simplemente vacío. Le duele siempre el brazo, y ya
no huelen a pan sus mañanas.


Del amor y la tristeza


    Cada día trae consigo su canasta nueva de luz. Trae canasta nueva porque también cada día se lleva la canasta vieja.

    Todo viene y todo se va, como la luz de cada día.
    Una de las cosas más tristes de un camino es encontrar a un padre que no quiere mirar al hijo que lo ama. Pero mucho más triste que eso es encontrar a un hijo que no quiere mirar al padre que lo amó y lo acunó, eternamente.
    Eternamente digo, porque el amor que se dio no es como la canasta de luz de cada día. Cuando acuesto a mi padre enfermo cada noche me doy cuenta de que está aún vivo en mí el niño que fui hace medio siglo. Y es que el amor que se dio... no se va, ¡no muere nunca!




Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
PUBLICADO EN EXÉGESIS 59 en el 2007.

lunes, 15 de octubre de 2012

El colibrí en la piedra



El colibrí en la piedra


Detenido
y fijo

en el piso de Nazca
como un muro
el colibrí

es un instante eterno
que nunca se marchita
Parece allí
una piedra cansada
y es pura presa
del ansia
Frenado en el afán
de tus panes
devalúa el museo del mundo
en el depósito feliz
de tu presencia.


Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas! 
.


UASD celebra Cincuentenario de GUAJANA

La Universidad Autónoma de Santo Domingo celebra el Cincuentenario de 
GUAJANA

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SANTO DOMINGO
Y
FUNDACION ESPACIOS CULTURALES

SEMANA DE LA POESÍA
PROGRAMA


LUNES 15 DE OCTUBRE
6:00P.M.                   Inauguración de la Semana de la Poesía         
Homenaje al poeta Víctor Villegas. Conversatorio acerca de su vida y obra. Expositores: Tony Raful, Ángela Hernández, Federico Jóvine, Miguel Antonio Jiménez y Plinio Chahín. Participación de la Tertulia de Cacibajagua
Lugar: Colegio Dominicano de Artistas Plásticos

MARTES 16 DE OCTUBRE
10:00A.M.       Visita a la tumba del poeta Manuel del Cabral y lectura de poemas. Participación de poetas de diversas generaciones. Palabras de Alejandro Cabral en representación de la familia y del poeta Rafael Nino Feliz. Participación del Taller Literario Manuel del Cabral.

MIERCOLES 17 DE OCTUBRE
11:00A.M.       Recibimiento a los poetas puertorriqueños integrantes del Grupo Guajana, Wenceslao Serra, Marcos Rodríguez Fresse, Carlos Noriega, Marcos Reyes Dávila y Edgardo López Ferrer.
Lugar: Aeropuerto Internacional de Las Américas
6:00P.M.         Recital del Grupo Guajana a propósito de los 50 años de su fundación. Palabras del poeta puertorriqueño Edgardo López Ferrer. Este acto será presidido por el Rector Magnífico Mateo Aquino Febrillet, Vicerrector de Extensión Francisco Terrero Galarza, el Decano de la Facultad de Humanidades Rafael Morla de la Cruz, y el Director de Cultura Dagoberto Tejeda. Participación artística grupos de la UASD.
                        Lugar: Auditorio de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

JUEVES 18 DE OCTUBRE
10:00A.M.       Visita tumba de Jacques Viau Renaud. Palabras del poeta Marcos Rodríguez Fresse y del escritor Antonio Lockward.
11:00A.M.       Lectura de poesía en homenaje al poeta Juan Sánchez Lamouth en el Liceo Ramón Emilio Jiménez de Los Mina. Palabras del poeta puertorriqueño Wenceslao Serra.
5:00P.M.         Ofrenda floral y recital poético en homenaje a los poetas de la UASD frente a la tarja con sus nombres. Participación de los poetas puertorriqueños y dominicanos. Palabras centrales a cargo del Decano de la Facultad de Humanidades, Rafael Morla de la Cruz. Palabras de Carlos Noriega del Grupo Guajana.
8:00P.M.         Encuentro poetas de Guajana con jóvenes poetas dominicanos. Coordina Taller Litervolución. Club Universitario de la UASD, Güibia.

VIERNES 19 DE OCTUBRE
9:30A.M.         Caminata desde el Altar de la Patria hasta el Panteón de la Patria
10:00A.M.       Ofrenda floral en las tumbas de Salomé Ureña y Eugenio María de Hostos. Palabras de José Mármol y de Marcos Reyes Dávila.
                        Lugar: Panteón de la Patria
11:30A.M.       Presentación de los poetas puertorriqueños en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. Palabras centrales del Director de la Biblioteca, Dr. Diómedes Núñez Polanco y de Mateo Morrison, presidente de la Fundación Espacios Culturales
5:00P.M.         Recital de los poetas puertorriqueños y dominicanos en el Centro Universitario Regional de Bonao. 

SABADO 20 DE OCTUBRE
4:00P.M.         Visita a la tumba del poeta Pedro Mir. Lectura de poemas de poetas de varias generaciones.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Las presencias sibilinas





         Las presencias sibilinas

                                                                                                     Para Hilda


Me habitan presencias sigilosas
de ríos profundos
sibilinos
Desnudas como el agua
me asaltan las presencias desde niño
como un afán ungido
o un deseo signado
A veces es el recuerdo de un mar
–otro mar de ayeres olvidados
Los grandes barcos de madera
en puertos de contrabando
    Recuerdo también
un país con olor a tabaco
la calle alfombrada de caña,
y el viento perezoso
de la tarde entre las ramas
    Me enredo en el tejido de piedra
de los alminares España
esa que lleva
repleta de espacio la mirada
caricias en la piedra
aguas dulces en La Alhambra
muros húmedos en Ávila
y un Juan Ramón herido
bajo la lluvia de la tarde
en Salamanca
    La internacional me abraza
desde adentro en la guitarra
y los ríos y los puentes
el tren entre los bosques y los pinos
y el sóviet donde Lenin se levanta
   Me obsede el onix 
la obsidiana
la torre en la campana
la luz entre los pinos verdes
y el claustro de Sor Juana
Los volcanes y los lagos
las alpacas y la isla negra
el tren trasandino
y el cuzco transparente
y sibilino

en la montaña
    Pero la presencia constante
y más fuerte

llega como un pájaro que habla
en los jardines de tus manos
como un zumbador alegre
que sobrevive
inexplicablemente
mil y una noches
al sol
cada mañana.






Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

viernes, 5 de octubre de 2012

El alegado fin de la guerra fría y el socialismo real

.
El alegado fin 
de la guerra fría 
y el socialismo real

Una de las más terribles herencias del régimen soviético que adulteró Stalin
fue la imagen del Socialismo como un régimen autoritario, ateo, represivo, sin corazón. Trotsky mismo lo anticipó en fecha temprana cuando se esforzó, al lado de Lenin, por frenar la burocratización de la revolución de 1917. La burocratización fue una de las herramientas fundamentales utilizada por Stalin para construir ese estado sin alma, la antítesis misma de la utopía revolucionaria que movió al partido bolchevique a tomar el poder.
 
    Lenin creó, cierto es, un partido centralizado, compuesto por miembros educados y entrenados en el marxismo para dirigir la fuerza revolucionaria de la clase obrera cuando ésta se desatara y evitar los errores y los peligros de retroceso a la restauración del sistema zarista. Pero él mismo advertía que la revolución no podía ser impuesta sobre la mayoría, de manera que instrumentó un sistema complejo que si bien, por una parte, imponía la autoridad desde arriba, por el otro, esa autoridad emanaba desde abajo a través de numerosos comités de trabajadores y de campesinos dispersos por todas partes.
 
    La “dictadura del proletariado” no se parece en nada a la dictadura unipersonal de un yo-supremo. Es una dictadura de clase –no personal– en cuyo seno se practica la democracia. Lenin decía que “no se toma nunca una decisión acertada sin antes haber sobrevivido a una batalla contra el error” 
 (A. Brien, “Lenin”, 580.) En una ocasión le comentó a un coronel de Estados Unidos:
 
    “Dudo que ningún otro dictador, en toda la historia, haya sido tan votado y tantas veces. No puedo hacer cumplir ninguna decisión que no haya sido ratificada por mis colegas. Debo tener detrás de mí la mayoría del Comité Central del Partido, del Comité Ejecutivo Central del Congreso Estatal de los Soviets, del Consejo de Comisarios del Pueblo, de los comités centrales del partido de la mayoría de las ciudades y de los soviets ciudadanos” (Ibid, 533). En infinidad de ocasiones se le cuestionó severamente y perdió las votaciones. No empece perder muchas batallas, ganó casi todas sus guerras sin crear una facción dentro del partido ni exigir lealtades a su persona.
 
    Sin embargo, no es extraño escuchar las voces que hablan, de espalda a la realidad, del fin de la “guerra fría”, como si el socialismo hubiera desaparecido del planeta con la desintegración de la Unión Soviética. Se diría que los graves conflictos que se viven en el medio oriente no contaran con este ingrediente, y que gran parte de la humanidad no viviera hoy día bajo sistemas socialistas. (No me hago de ilusiones: ni el Partido Socialista Obrero Español, ni el partido socialista francés, hoy en el poder, son en verdad partidos socialistas.)
 
    Trosky formuló también la idea de que del mismo modo que la burguesía creó diversas formas de gobierno y sufrió restauraciones y retrocesos, el estado obrero se vería forzado a crear diversos modelos ensayando sobre la práctica. Es imposible ignorar, respecto a la revolución leninista, que se dio en un estado semifeudal, con una clase obrera débil, y en medio de una guerra mundial imperialista que acosó salvajemente la revolución rusa, y que creó, para destruirla, el estado fascista, dando origen a una segunda guerra mundial. Por otra parte, ¿no sobreviven en pleno siglo XXI , y en muchos países, instituciones políticas casi medievales, aristócraticas, monárquicas, o sencillamente fundamentalistas?  
 
    ¿Qué ocurre hoy día en el mediano oriente? ¿De qué se trata la atroz destrucción del estado de Irak, de Libia, del Líbano, de Afganistán, de Palestina? ¿Qué ocurre hoy en Siria si no es el ataque de la jauría de perros de la OTAN imperialista? ¿Qué se cierne sobre el futuro de Irán? ¿Qué ocurrió en Honduras? ¿Qué pasa con Cuba?
 
    Algunos ingenuos piensan que Cuba es una dictadura que debe abrirse de conformidad a los modelos “democráticos” occidentales para que partidos como el de Rajoy en España tengan la oportunidad de restaurar la explotación capitalista y la oligarquía de empresaurios sin patria. No hay cabida en ninguno de esos países occidentales para nada que no sea la explotación neoliberal de las grandes mayorías, la restauración del capitalismo salvaje, la eliminación de las conquistas sindicales, la reducción de sueldos, la eliminación de permanencia y de los sistemas de retiro, etc. Cualquier partido que dé la espalda a la noción de clase, como si hablara por  toda la población de una nación, miente, pues en el capitalismo la igualdad NO existe. La Igualdad fue la principal promesa incumplida por la revolución burguesa, incluidas la de Estados Unidos y Francia. Esa triple promesa de IGUALDAD, LIBERTAD, FRATERNIDAD sólo es posible en el socialismo, en una sociedad que no esté dividida en clases, pues la posibilidad de cada una de esas tres promesas depende de la realización de la otra. El socialismo es el único sistema que puede ofrecer una democracia verdadera.
 
    Por la puerta que abra Cuba entrarán las fuerzas del imperialismo para desestabilizar el gobierno y colocarlo dentro del redil, así sea necesario intervenirlo con un ejército de mercenarios entrenados y armados como ocurre en Siria. Ninguna revolución tiene la opción de la ingenuidad ni la obligación de poner al alcance del mercenario la yugular. De frente a Estados Unidos, ¿qué otra opción de vida independiente –es decir, libre–  tiene el pueblo cubano?
 
    Fuera del socialismo, no hay otro futuro posible.  
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

jueves, 4 de octubre de 2012

Mundo Nuevo




Mundo nuevo II


No era el mundo virginal
pleno de pájaros
Ya no era el oro
en la fuente

Tan callando
subieron las aguas del río
la marea atribulada
De los resquicios
donde se esconde lo que sobra
de los rescoldos del ayer
brotaron millones
de colibríes negros
en bandas compactas
hambrientos de pesares
de pechos deshechos por el lastre
de desahucios y desempleos
de esperanzas quebradas
       como pedregales
de sueldos comidos
por el hambre y la moneda
de garabatos compuestos
de rostros rotos
       y rancios huesos
y ojos llenos de arena
y de silencios
en la ilusión falaz
de las pantallas...
Este es el mundo nuevo.


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Mundo nuevo 1

       
En memoria de Starik, Lenin.


Debías ser luz
no fuego
rebelión revelada

no espejo
Debías estar
solo en agenda
Fuera de los mapas
Ser sólo la quilla
y la vela                   
pura sorpresa
pura ansiedad
y puro viento
La arteria
en la contienda
O un colibrí
detrás de un sueño.


Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

lunes, 1 de octubre de 2012

El hombre que amaba a los perros

.
Leonardo Padura 
y Trotsky: 
una novela dura
   
“El hombre que amaba a los perros”. Leonardo Padura. Barcelona, Tusquets Editores, 2009, 573 págs.

Una novela dura. A pesar de que la historia la conocía bastante bien y desde
hace mucho tiempo. A mediados de los setenta, duramente mis años de estudios posgraduados en México, adquirí los tres volúmenes de la biografía de Trostky, “el profeta”, escritos por Isaac Deutscher, traducidos por nuestro José Luis González. Mi compañera tomaba un curso sobre la revolución rusa en la UNAM y había comprado la biografía escrita por Víctor Serge. La biografía de Deutscher es una obra minuciosa y  prácticamente inexpugnable, anotada de manera muy erudita. Cada tomo tiene cerca de 500 páginas. Además, con frecuencia pasábamos cerca de la casa de Trotsky en Coyoacán, ya fuera de ida o de vuelta de la UNAM.     


     Nada más al comprar la novela de Padura sabe el lector que se trata sobre Trotsky. Aparece una foto de él en la portada acompañado de dos perros. Lo que desconoce el lector es cómo Padura convertirá en novela una historia tan conocida. Su truco es abordarla desde tres ángulos diferentes: la historia de Trotsky a partir de su exilio; la historia del autor del texto que leemos, un cubano agobiado por la revolución cubana con afanes frustados de escritor, y la historia del asesino, Ramón Mercader. Con estas tres líneas de acción, Padura va trenzando la trama que se desarrolla en espacios y periodos no coincidentes, pues la de Trosky parte del exilio iniciado en 1929, la de Mercader, catalán, parte en el 1937, y la de Iván, el autor cubano, en 1977.
 

    El cubano, Iván Cárdenas Maturell es un inadaptado que resiente la estrechez política que se vive en Cuba bajo la revolución. Varias críticas se plantean en su discurso, particularmente la homofobia, la política stalinista de censura, la penuria económica que se hace casi insostenible a principio de los noventa, con la caída del mundo soviético, y el dirigismo estético intolerante que impone el realismo socialista. La ubicación en Cuba de un conflicto que obviamente se circunscribe fundamentalmente al mundo soviético, la guerra civil española y México, parece obedecer al propósito de incrustar el drama dentro de la realidad cubana de un autor cubano. Cuba también padeció, y padece aún, según parece, la pesadilla impuesta por Stalin en todo el mundo socialista que hizo de la verdadera historia de Trotsky un tema clandestino en Cuba.
 

    La novela arranca con heraldos negros. Al comenzar la lectura asistimos al funeral de la compañera de Iván, ya en el 2004, hecho que lo decide a escribir la historia “del hombre que amaba a los perros”, referido por este último, no Trotsky, sino Ramón Mercader, durante encuentros celebrados en la playa desde los años 70. No lo había hecho, dice, “por miedo”. Este miedo, que se remite a la atroz represión política estalinista de la que fueron víctimas millones de personas, es, referida al personaje de Iván, uno de los puntos débiles, no logrados a mi juicio, de la narración.
 

    La parte más novedosa, a mi juicio, es la historia de Mercader, del asesino, reclutado durante la guerra civil en la Sierra de Guadarrama por el aparato político estalinista. De Mercader sabía muy poco. Recordaba algunas fotos que aparecen en la biografía de Serge, la manera como se acercó a Trotsky, el arma con que lo asesinó de un golpe, y la condena a prisión. Esta parte de la historia de Padura es de las más terribles y oscuras, pues Mercader aparece como víctima de los engaños y las manipulaciones del aparato de espionaje soviético-estalinista, descrito aquí de manera horrible, sin que el horror pueda adjudicarse exclusivamente al hecho de estar en guerra. No obstante, para Mercader, es la crisis española, el terrible drama de esa guerra civil, el anzuelo principal que se usará al reclutarlo para el asesinato. Poco antes de cometer el crimen, Mercader ya sabía que había sido engañado y manipulado por los soviéticos estalinistas, pero su destino era ya la tragedia ineludible.
 

    La parte de la vida en el exilio de Trotsky es la de una asfixia asumida también como lo haría un héroe trágico. León Trotsky es una de las grandes figuras protagónicas del siglo XX. Fue la mano derecha de Lenin durante los grandes acontecimientos de la Revolución Rusa de 1917 y de los hechos que le sucedieron en plena guerra mundial. Esto es, no sólo la secuela de la guerra civil que sucede a la revolución, sino la invasión simultánea de 15 ejércitos de países diferentes, no sólo el alemán, sino el de los franceses, ingleses, estadounidenses, checos, turcos, japoneses y otros. Es entonces que la figura de Trotsky asume proporciones míticas al crear de la nada el Ejército Rojo, en una situación verdaderamente desesperada, ¡y vencer!
 

    Lo inexplicable es la actitud de indefensión que asume Trotsky tras la enfermedad de Lenin, y la manera como, a pesar de las advertencias que Lenin le hace, Trotsky permite que Stalin se haga poco a poco dueño de todo el poder. Asistimos, por esta vía, a una de las escabrosas y truculentas historias del siglo XX. Stalin es, a mi juicio, la encarnación misma de la traición. Es imposible imaginar un personaje que pueda traicionar de una manera tan absoluta y aplastante, una revolución, una idea, una “utopía”, como se dice en la novela. Pues Stalin no sólo eliminó a Trostky, sino que, poco a poco, asesinó a toda la línea dirigente que hizo la revolución bajo las órdenes de Lenin, todo el Comité Central del partido, todo el Politburó, toda la elite del Ejército Rojo, sin detenerse siquiera ante la familia del propio Lenin ni su viuda. Llevó las cosas mucho más allá, pues asesinó también a familiares y allegados, cónyuges, hijos, hermanos de muchos de ellos. La suerte de la propia República española, y de las revoluciones en varios países de Europa están en su lista inabarcable de víctimas.      
 

        Padura es un gran narrador. La trama está dispuesta con gran acierto a lo largo de sus tres partes y treinta capítulos. Me desconcertó la manera con que, tras tanto posponer y lentificar el momento del asesinato, la narración se detiene con el golpe, y sigue con un capítulo totalmente anticlimático que yo suprimiría si pudiera, para volver más tarde sobre este momento culminante en un todo menor y más reflexivo. Contrasta con García Márquez cuando, en una demostración inaudita de prodigio, narra el asesinato de Santiago Nasar en la Crónica de una muerte anunciada, cinco veces, y cada vez con mayor intensidad.
 

    Lamento que la destrucción a manos de Stalin de la utopía revolucionaria, enarbolada en el 1917 por Lenin, con la participación de un contingente extraordinario en el que se destacó sin duda Trotsky, se quiera trasladar a la Cuba castrista. Padura lo hace por inferencia y entrelínea, al colocar una historia junto a la otra. Olvida que se trata de dos mundos muy diferentes sometidos al embate de fuerzas también diferentes y con resultados muy distintos.

Marcos 
 Reyes Dávila
¡Albizu seas! 
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