miércoles, 31 de diciembre de 2014

2015


lunes, 29 de diciembre de 2014

La importancia de llamarse LUIS RAFAEL SÁNCHEZ



A propósito del Simposio dedicado a Julia de Burgos

La importancia de llamarse 

Luis Rafael Sánchez   



No sé si al pensarlos juntos –a Luis Rafael Sánchez y a Julia de Burgos– me suena del corazón al cielo un sublime vals de aniversario o la música de las esferas celestiales de Pitágoras.

    Luis Rafael Sánchez, el escritor egregio que congrega entre su corazón y su escritorio una central azucarera para procesar y refinar palabras, no se olvidó –no podía olvidarse– de celebrar el centenario de Julia de Burgos, y justo en la víspera, el 16 de febrero de 2014, para mayor impacto, en las páginas de El Nuevo Día, con un título que no podía tener más propósito: “Me llamarán poeta”. Recordamos que varios años antes, poco antes de comenzar nuestro simposio de 2007 dedicado a Guajana y la Generación del Sesenta, Luis Rafael Sánchez publicó también un artículo en homenaje a esa generación tan afín en varios sentidos a sí mismo. Ese espaldarazo, como de quíntuples, me hizo pensar en la importancia de llamarse Luis Rafael Sánchez.  


    En su columna sobre Julia, Luis Rafael disolvió, acaso con jarabe de palo, su reticencia contra los que “dan pie a desembuchar cuanto mucho importa al chisme literario y nada al hecho literario”. A su juicio, “dichas noticias inciden en el disparate al equiparar el desamparo íntimo y el genio póetico”. (Igual desatino expresó Pedro Mir al escribir sobre su Julia “sin lágrimas”.) 


    Y es que tanto Mir como Luis Rafael Sánchez parecen celebrar, ante todo, la “hembría insurgente” de Julia –como dice este último–, inclinado, por completo, del lado de aquellos que “festejan la poesía del amor que se vive sin tregua y sin disculpa, enroscada en los labios de quienes guerrean contra lo injusto y lo inhumano”. La poesía del amor –repito– que se vive sin tregua y sin disculpa –subrayamos–, es una exacta, feliz y luminosa interpretación de la vida y obra de Julia. 


    Luis Rafael Sánchez es el escritor puertorriqueño de obra más trascendente y de mayor proyección universal. Lo conocí apenas entré en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Pioedras, cuando participaba en un foro de notables cuentistas entre los que estaban René Marqués, Abelardo Díaz Alfaro y él. En realidad, solo guardo el recuerdo de René y de Luis Rafael. De René, porque la fama de “La carreta” me carreteaba desde mis años escolares y, en esa ocasión del foro, no paraba de mover sus piernas. De Luis Rafael, porque a todos asombra su pronunciación perfecta y su dominio del lenguaje. Esa proyección de figura cenital que debe tener tanto de innata como de nonata, pues Sánchez es un dedicadísimo trabajador de orfebrería.       


En mi segundo año universitario tuve la oportunidad de tomar con Luis Rafael un curso de Literatura Española en el que no fui tan exitoso como deseaba. En cambio, secretamente, tomaba simultáneamente un curso que en mi imaginación llamaba “Luis Rafael Sánchez”. En ese curso su pupilo obtuvo A, aunque Luis Rafael no lo haya sabido nunca.

    Por todas estas razones le habíamos pedido a Luis Rafael Sánchez una participación en la Apertura del Simposio internacional “Me llamarán poeta - Julia de Burgos” que se celebrará en la Universidad de Puerto Rico en Humacao del 4 al 6 de febrero. Para nuestro júbilo, Luis Rafael aceptó, gustoso. Sin embargo, recientemente, me llamó para anunciarme, con pesar evidente, que no podría cumplir con el compromiso.


     Algunas ausencias delatan demasiada presencia. De modo que, habiendo anunciado a Luis Rafael Sánchez, entendemos necesario anunciar ahora su ausencia, por ser demasiado ostensible como para pretender que pase desapercibida, y para evitar desconciertos y desilusiones. 


        De todos modos, celebramos la puerta al recuerdo que nos abrió Luis Rafael, nuestro candidato al Premio Cervantes. Recuerdo que enaltece el alma porque, como dice Sánchez, “sentimos” a Julia, y “nos deslumbra su universo hecho de verso”.
                             

Marcos 
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

sábado, 20 de diciembre de 2014

William Pérez Vega : "Julia a flor de pueblo"


William Pérez Vega: 
Julia a flor de pueblo


Conozco a William Pérez Vega desde hace varios años, aunque parecen
muchos. Trabajamos juntos en la organización del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Él fue por un tiempo secretario de actas, antes de que la lucha magisterial y otras actividades le ocuparan gran parte de su tiempo. Por aquellos años me obsequió un par de cuadernos breves que intenté localizar anoche cuando me pidió que dijera algo cortito hoy aquí.
    Para un catedrático de literatura, tener a la mano los textos suele ayudarlo a conseguir que pase desapercibida la mala memoria y le permita hablar con mayor certidumbre. No hallé los libros, escondidos los muy bandidos con frecuencia, pero por suerte poseo una fuente sobre William más confiable aun que ellos: el contacto personal directo, las actividades que compartimos, las numerosas coincidencias, el hondo afecto, y lo que es más importante aun: la utopía militante que practicamos. Esa que movió a Hostos, cuando buscaba a Segundo Ruiz Belvis, a llamarlo “amigo de mis ideas”. Tan es así, que no es extraño que yo escriba sobre un asunto del día, que luego publicaré en Facebook o en mi portal de lasletrasdelfuego, y poco después aparezca una reacción similar de William. La diferencia suele ser que la de William es más extensa y completa que la mía.
    William es de Comerío y yo de Bayamón. Como sabe William, a Bayamón lo parte por la misma mitad la carretera pa’ Comerío. Somos de edad muy próxima. Por suerte, o no sé por qué razón, Josefina Rivera de Álvarez me dedicó una página en su famosa historia de la literatura puertorriqueña publicada en el 1982, hace la friolera de 32 años. Busqué anoche a William en ese libro y no está. Eso me pareció extraño hasta que me percaté del motivo. Y es que nuestro poeta comenzó a publicar libros más tarde que yo. Pero si es cierto lo que dice una página electrónica, lleva más de 16 (19) títulos publicados. En los últimos años ha ido fraguando junto a Marioantonio Rosa y otros poetas el grupo militante que llaman “Poetas en Marcha”, de poesía social y comprometida, que hinca sus raíces en el legendario grupo Guajana de los años sesenta. Hace casi veinte años anticipé que habría un rebrote de poetas que tendrían, como aquellos, la convicción de que la poesía era un arma cargada de futuro, y que no debía cantar en vano. Tardó un poco verlos aparecer, pero aquí están, para la salud de la patria puertorriqueña enferma, grave.
    Cuando William me habló de su deseo de que este libro suyo contara con un saludo y visto bueno de la Comisión Nacional del Centenario de Julia, no me extrañó para nada. La Comisión ha impulsado de manera casi anónima, tras bastidores, una gran cantidad de actividades desarrolladas por otras personas y entidades desde hace más de un año. Justamente la solicitud de William me hizo cuestionar por qué la Comisión se mantenía oculta, y no había pedido a los que desarrollaron sus actividades y sus propuestas que figurara siquiera el logo de la Comisión. No lo digo por presumir: lo digo porque para poder entender la realidad uno tiene que saber cómo ocurren en verdad las cosas.
    Yo sabía que en ese gesto de William con la Comisión no había tampoco intención de presumir. Que a él lo movía ese sentido de adhesión de quien actúa en la vida con un alto sentido de solidaridad. La solidaridad hace a las personas responsables y consideradas. Antes de leer siquiera el libro le dije que se lo recomendaría a los compañeros miembros de la Comisión. Pero William consideró que lo propio era hacérmelo conocer antes, y me lo envío por correo electrónico. No me hacía falta leerlo para tener certeza de su gracia, porque esos muchos años de leernos, conversar y compartir nos permiten anticipar con tino.

    La poesía de William es una que nace de su experiencia con el mundo real. Que brota de aquello que lo conmueve. Que no recicla, ni imita, ni repite ripios ni modelos ajenos aunque se inserta con naturalidad en los ríos profundos de nuestra poesía. Pero William es William. Nace de sí mismo, como Julia. William, además, es un feminista, un solidario compañero de una mujer luchadora como él, siempre en campaña. La poesía de William goza de un ritmo marcado que nace de sus conocimientos de música, porque William toca, canta y compone piezas de tal calidad que algunas de ellas las ha grabado Andrés Jiménez, el jíbaro. Poeta eres, William. Como poeta vives, que es lo mismo que decir que poesía es tu vida.
    De modo que cuando le conté a la Comisión del deseo de William de contar con su beneplácito, los miembros de la Comisión respondieron afirmativamente. Han debido pensar que varias poetas han escrito libros de poesía identificados con Julia. ¿Pero cuántos poetas varones se han compenetrado con Julia a ese nivel? Julia está presente en este libro de William, casi como una epifanía encarnada en versos. Y está feliz por ti, como lo estamos todos nosotros.
    En la Universidad de Puerto Rico en Humacao organizamos un simposio muy grande que titulamos “Me llamarán poeta - Julia de Burgos”, y que se celebrará como cierre del año juliano, año del centenario. Espero verlos a todos por allá del 4 al 6 de febrero próximo, pues, como dice William:
        “Presiento que habrá versos, muchos versos
        en el andar de las calles a toda hora”.
    Es el milagro de la vida incandescente de Julia que se hace milagro incandescente en este cuaderno. En un poema nos estamos viendo esta noche. Y como dices en el último verso de tu libro: “en un poema / nos veremos mañana”. En ese Simposio que organizamos para llamar a Julia con un grito enorme: ¡POETA!
    Albizu o Julia seamos todos.
    Muchas gracias.                        


Marcos

Reyes Dávila
¡Albizu seas! 

Palabras pronunciadas durante la presentación del libro, el jueves 18 de diciembre de 2014.
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