martes, 29 de junio de 2010

Paz, la palabra maldita




(La mandíbula de abajo que me muerde hoy habla de la dictadura en Puerto Rico. La de arriba, con colmillos grandes, me habla con la voz de Fidel de una guerra nuclear inminente. Ahora me responde desde Chile un poeta, discípulo de Eugenio María de Hostos, amigo mío. Su palabra responde tanto a mi llamado por la Paz, ahora que Obama busca al lado de la Israel nazi la guerra con Irán, como a nuestro clamar contra la bestia de la dictadura que se levanta en Puerto Rico. Aciagos días. Miserables. mrd)

 
Paz
la palabra maldita
Por Ángel Pizarro, Chile

 
A fines de los años 40 Gabriela Mistral escribió "La palabra maldita",
refiriéndose a la palabra PAZ, para denunciar con su opúsculo la
Guerra Fría, que se iniciaba.

Por esa palabra éramos encarcelados en Chile y en el mundo occidental en esos días. Como los canutos recorríamos las calles, las ferias, los mercados, pidiendo firmas por la paz, contra la guerra, contra las bombas atómica y de hidrógeno,
que se enarbolaban como banderas de destrucción planetaria, firmas por
la vida de los esposos Rosenberg y contra el macartismo en
EE.UU.,  por la vida  de Julián Grimau, en España,  y por Cuba y por
Vietnam y, hoy, por Palestina. 

A fines de los años 40, con la promulgación de la Ley Maldita bajo el imperio de la Guerra Fría, llamada en el legislativo "Ley de Defensa de la Democracia", se
inauguraron en Chile los primeros campos de concentración para presos
políticos en nuestra historia. Los electores de izquierda fueron
borrados de los registros electorales,  Neruda fue destituido de su
cargo de Senador por Tarapacá y Antofagasta, jurisdicción por la que
había sido elegido fundamentalmente por los obreros y empleados del
Salitre, del Cobre y de los puertos, y fue perseguido. En la
clandestinidad preparó los originales, y se publicó en Chile, en marzo

de l950, su "Canto general", epopeya del pueblo chileno, de su Partido
y del personal que imprimió y distribuyó el enorme libro, que no sólo
nos trajo  la esperanza, sino que rompió las tinieblas y el terror y
desató nuestras manos.

Felizmente, Gabriela Mistral y Pablo Neruda cultivaron la "poesía impura", como Nazim Hikmet y Julius Fucik (Fuchik), e incontables poetas en Chile y en el mundo, y esa poesía resonó en toda la tierra en boca de los "desterrados del paraíso".


Paz para todos los niños del mundo,
para las jóvenes madres, "que en pequeños ajuares bordan una rosa", 
y para sus maridos, que están aprendiendo a compartir con ellas el cuidado de sus hijos,
paz  para los que ya han cumplido su tarea,

paz para África Negra profunda,
paz para Winnie Mandela, pobladora de Soweto, Madre de la Nación,
paz para Saramago en las aguas azules del Atlántico,
paz para Palestina martirizada impunemente,


Paz para Irak, cuna de la civilización,
PAZ para Afganistán, presa favorita de Barak,
Paz para Irán en la mira israelí,
Paz para los mapuches de mi país,
Paz para el pueblo saharaui y su Frente Polisario,
Paz para Bolivia y el mundo aymara que renace,
Paz para Ecuador y el universo quechua,
Paz para taínos, boricuas y quisqueyas
que en las Antillas revienen desde las cenizas,
Paz para las urbes y el orbe maya,
y para  los pueblos originarios de los Estados Unidos
que fueron arrasados como los bosques
y los búfalos de las praderas y de los Apalaches.
Paz para conservar joven y bello a nuestro continente.
Paz para América Latina y el Caribe.
Paz para vivir y para morir en paz.

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