en la UPR
y el triunfo de
Acabo de terminar la lectura de Yo, la peor, novela histórica de Mónica Lavín. La emoción del final me mueve a escribir estas líneas apresuradas en atención al proceso huelgario de ocho semanas que llevan a cabo los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, una de las universidades más grandes e ilustres del hemisferio americano, y uno de los procesos huelgarios más novedosos y extraordinarios que haya conocido.
A pesar de la huelga magistral, los barruntos son alarmantes. La idea de que el gobierno neoliberal y rabiosamente antiobrero desea "descalabrar" la centenaria y muy luminosa universidad del estado para verla arrodillada, disminuida y derrotada me recuerda al proceso imbuido de creencias intolerantes de la Inquisición que intentó hacer lo mismo con Sor Juana Inés de la Cruz. Asimismo, me permite recordar a la Falange española que, en los años de auge del fascismo europeo, proclamó su deseo de ver muerta la inteligencia. El gobierno de turno en Puerto Rico es heredero directo de esta estirpe oscurantista.
Mas ocurre que en esta novela tomo noticia de cosas que no me enseñaron Luis Rafael Sánchez ni Octavio Paz sobre Sor Juana. Inspirada en nuevos descubrimientos al respecto de la vida de Sor Juana, y, concretamente, en "Los enigmas de la Casa del Placer", la autora pone al descubierto una Sor Juana que se sobrepone a la renuncia al saber y la palabra que le impusieron obispos y arzobispos, para manifestar públicamente que la razón no puede renunciar a las ideas ni la inteligencia a la palabra. En ese sentido, me parece, la figura histórica de Sor Juana emula y acaso supera en estatura moral y emblemática a Galileo.
Podrá ganar una batalla el oscurantismo de Fortuño, pero nunca podrá vencer los afanes de salir a la luz de la inteligencia humana.
Marcos
Reyes
Dávila
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