sábado, 17 de abril de 2010

La Babel Docente en UPR

La Babel Docente 
                         en UPR

 
José Manuel Maldonado, de la CONAPU de Aguadilla, me envía un poema dedicado a la huelga titulado “Al filo de Babel”. La alusión a Babel me recuerda el torrente de discursos que se ha generado a propósito de una huelga iniciada por estudiantes, en todos los recintos, y en cuyo torbellino se ha visto, llevada y traída, toda la comunidad universitaria.

Los estudiantes no han demorado mucho en constituir un comité negociador nacional bajo el lema de “once recintos, una sola UPR”. Los docentes no han podido por décadas hacer lo que hace tanto lograron también los no-docentes y el sindicato de la UPR. A la luz de todo esto cabe preguntarse quiénes son los que deben enseñar en la Universidad.

La APPU y la CONAPU se han ido a sus respectivas trincheras. En muchas unidades, no sé si en todas, han declarado paros propios con demandas propias. No cabe dudar de la inmensa aportación que estas organizaciones han hecho y continúan haciendo en este proceso. No obstante, ¿cabrá dudar, me pregunto, si esos docentes tienen fuerza propia para hacer demandas con posibilidad real de ser atendidas, o se han montado en el tren de la huelga estudiantil?

Un grupo, por “Una Universidad democrática”, denuncia con incuestionable razón el desarrollo de una política cada vez más centralizada y autoritaria, unilateral y sorda, con una cada vez más frecuente y profunda intervención política que mina y niega la autonomía universitaria. Sin embargo, la solución principal a este problema, según ellos, descansa en el reclamo de una nueva ley que democratice la universidad y reconstruya su menoscabada autonomía.

¿Será posible esperar, razonablemente, una nueva ley en ese sentido de parte de Fortuño, Jennifer González y Tomás Rivera Schatz? Yo no lo creo. Estoy convencido de que no es posible.

Por otro lado, la APPU y la CONAPU no encuentran un espacio de consenso, un modo de fundirse en un organismo sistémico. Lo hacen como quien no quiere la cosa, lo necesitan, lo buscan con disimulo, pero no son capaces de aceptarlo

abiertamente.

Si esta crisis no logra el milagro de un abrazo, los docentes de la UPR habrán perdido una oportunidad extraordinaria que difícilmente se repita. Aquí la conquista más importante que cabe esperar en el sector docente, es la creación de un instrumento sindical uniforme: lo demás es nimiedad intrascendente. Si somos incapaces de lograrlo, merecemos utilizar como símbolo de los docentes, no la torre de Río Piedras, sino la Torre de Babel. De parásitos y de arrima’os no llegaremos nunca muy lejos.

Marcos 
Reyes 
Dávila

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