miércoles, 14 de abril de 2010

En la UPR estamos haciendo historia


En la UPR,
estamos haciendo historia



El anuncio hecho al atardecer de hoy viernes por la Junta de Síndicos pone en evidencia la inmensa frustración, la ira, la incapacidad, de la Administración del Absurdo, para comprender el problema universitario, enfrentarlo y resolverlo. Me refiero a la decisión de cerrar el recinto hasta el 31 de julio.


Los sucesos del día se han precipitado unos sobre otros, creando una sensación de caos que agobía.

Estuve presente en la reunión que se celebró en la HEEND y en la que participaron desde el presidente del Consejo de Estudiantes de Río Piedras, representantes docentes y de la HEEND y líderes de uniones obreras. El próximno viernes 21 se reunirán en el pueblo de Río Piedras los profesores que suscribieron el manifiesto por una universidad democrática. Un concilio de trabajadores ofrecía, esta tarde, una conferencia convocando a un paro general el próximo martes.

En la reunión en la que estuve se decidió crear campamentos de apoyo en Río Piedras y en las unidades. Se contempló que la lucha sería larga. Que no se enfrentaban a la administración universitaria ni a la Junta de Síndicos sino a la testarudez del mismo Fortuño. Que la lucha estudiantil y universitaria está vinculada íntimamente con la de las uniones y los trabajadores todos del país desempleados y desposeídos abruptamente de conquistas laborales de muchas décadas que creíamos que no tenían retroceso.

A los amagos de violencia institucional y de la Cátedra de la Macana de la mañana, le sucedió en la tarde la Cátedra de la Ira y de la Sinrazón. No queremos llamarla Cátedra de la Brutalidad Humanoide. Pero anunciar el cierre de Río Piedras hasta el 31 de julio implica dramáticas consecuencias para la Universidad, para la comunidad del pueblo de Río Piedras, y para todo el país.

Cerrar hasta el 31 de julio implica anular el semestre en curso. Anular el semestre en curso implica incumplir con los contratos contraídos con cada uno de los estudiantes, y por lo tanto, la necesidad de devolver el pago de matrícula a personas privadas y a las arcas federales de becas.

Y ¿qué harán con los demás recintos? ¿Lo mismo?

¿Alguien cree que detendrá con eso la lucha de la comunidad universitaria? ¿O se pretende sólo posponerla?


Nunca tuvimos noticia de una manifestación de impotencia y de incompetencia de una magnitud tan grande en la historia de la Universidad.

Todo es posible hoy por hoy: estamos haciendo historia.



Marcos 
Reyes 
Dávila

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