miércoles, 21 de abril de 2010

Ante la Asamblea del Claustro de UPR

Anoche oí
gemir a la Universidad


Mi nombre es Marcos Reyes Dávila

Permítaseme una brevísima nota personal. Quiero ofrecer mis disculpas, mis perdones, a todas aquellas personas que pudieron sentirse aludidas u ofendidas por algunas comunicaciones que envié en estos días. Esas expresiones no tenían un carácter personal denostativo. Estaban formuladas por la necesidad estratégica de hacer cuanto estuviera a mi alcance para que se hiciera realidad esta histórica reunión. Si para lograrlo hubiera sido necesario cubrirme de excremento, lo hubiera hecho.


Lo hubiera hecho no porque esta sea una reunión histórica, sino porque es la ruta ineludible de la libertad. Aquí está hoy el verdadero poder de la Universidad. La vida colonial nos ha acostumbrado a vivir fragmentados en pequeñas guerras civiles que impiden la acción concertada. Esa desunión desangra las fuerzas vitales del país, nos vuelve impotentes. En los años 80 intenté al lado de Josemilio González fundar una unión de escritores puertorriqueños. Volví a intentarlo hace apenas dos años. Intenté organizar una unión de revistas culturales, como ahora intento constituir una asociación de todos los profesores universitarios. Es en la acción unida donde yace la fuerza necesaria para constituir de una vez un país soberano. No hay soberanía en la desunión. La unión nos hace poderosos y nos unge con identidad propia. 

 
    Este país nuestro se encuentra en una coyuntura terrible. No es la crisis de la universidad sola. Es el país que se deshace. Anoche, se los juro, oí gemir a la universidad. Vi por televisión una escena del motín de la policía, en que la policía halaba a una mujer sentada en una butaca, la tiraba al piso, y la golpeaba con la macana. Entonces escuché el gemido de la universidad, el gemido de la patria.

El deber nos llama a unirnos porque somos la poderosa fuerza de la inteligencia y de la dignidad. Mil motivos hay para los desdenes, pero por encima de ellos tiene que estar el compromiso de permitirle a este país nacer de una vez por todas. Este claustro tiene un poder de luz incontenible. ¿Seguimos con miedo de ser, o somos? 


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