martes, 18 de mayo de 2010

El códice de Cuculcán

El códice de Cuculcán



He de decir, primero:
Aquí comenzamos la antigua historia
el relato del principio
pintado antaño
Con su faz oculta al que ve

su huella está empero
en todos los caminos del cielo   
en las verdes plumas de la tierra
que sostienen las manos del agua
y en el mismo corazón
de la luz
antigua
pero nueva

     Estoy de pie
en el sendero caribe
de mis pasos inciertos
pero respiro también
del árbol que se quema en Sartenejas
en las alturas del volcán de Monserrate
y en los malos humores del Sahara
Está aquí tal como fue
 

2.
   Al llegar a la plaza milenaria
una anciana cusqueña
me pregunta en la sonrisa
          Cuándo regresas

Y el fantasma de pie de un anciano inca
me mira esperando detrás de su mirada
quién sabe desde cuándo
quién sabe dónde y qué

Los códices resguardan el secreto
de la luna de la espera
del sol de los regresos
del calendario que rueda
escrito con tinta de tierra
y tinta de cielo
y en ese silencio
poblado por millones
que caminan y se quedan
por las amplias plazas de la playa
y las calzadas de los cerros

No hay catedral para un secreto
como ese irse tuyo que se queda
como la mirada del cielo
justo en medio de la luz
que no tiene sombra
Todo pasa
y todo queda


3.

    Por encima de las piedras
y a pesar de las esquinas
los barrancos
los detentes de mil muros
pasas,
pasas y pasas
como río de aire y luz
Y sigues pasando
Pero te quedas
como el rito de los ríos
que se van y regresan
llenos de peces amarillos
pájaros de sangre
y amapolas
más azules que el sueño

Todo es parte de tu cuerpo

Puedo tocarte hoja


maíz
gota de miel
pero no puedo con el diluvio
de tus hojas rojas
amarillas y azules
con tus húmedos graneros
con el torrente perenne de tu beso

Anidas en mi oído tus oboes
Anidas en mis ojos tus colores
Anidas en mi boca tus viñedos
Escrito quedó el verde de tu nombre
sobre una hoja de maguey
que camina jade por lo alto
y por lo bajo
en el relámpago de agua
porque eres de tierra y cielo
como esa serpiente emplumada
que dejó su huella
en la piedra sentada
en medio del lago
donde espera

La eternidad se recoge
como un grano blanco de maíz
igual que un pétalo en la mano
Como una gota de lluvia
o un beso sobre el pecho abierto
de la piedra que no olvida
Pasa, y nunca pasa
Nunca pasa
y nunca acabas
Vas y vienes
mar

como te dije ayer
como ese pueblo de la lluvia
que salta al caer
y corre manantial
como el infinito vuelo

de aquel pájaro rojo
en la botella que,
más allá de todo nombre
val paraíso.




Marcos 
Reyes 
Dávila

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails