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Algunas  Lecciones sobre 
   Democracia y RebeliónLecciones de democracia vivimos en Puerto Rico cada día.
Negativas:  el gobierno opera por decreto,  aplastando las "minorías", aplastando al pueblo cuyos intereses se  supone representan. 
Positivas: la huelga estudiantil.  Dicen los estudiantes por radio, a preguntas de Inés Quiles, que  aprendieron a defender sus derechos y principios en su casa. El liderato  se aprende en casa. Por eso, cuando el gobernador  trata  de apelar al interés individual de graduarse no logra obtener eco de  estudiantes que ponen por encima el interés del grupo, de la universidad  del pueblo, del país. Extraordinario.
Mas, ¿qué es la democracia?
   Cómo no queremos hacer esnobismo  académico ni filosófico, y porque no deja de ser compatible con los  académicos la definición que ofrece la Real Academia de la Lengua en su diccionario, lo consultamos. 
 Dice allí: "predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado".
   La famosa definición del  presidente Abraham Lincoln, en Gettysburg, era que democracia era el  gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Consideremos esa definición en  el caso de Cuba, de España, de Estados Unidos, de Puerto Rico. ¿Dónde se  vive más la democracia?
Nelson Mandela dijo en 1998 que  "si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando  se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos  elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque  los ciudadanos voten y tengan parlamento."  
Y es que no hay democracia donde  impera la desigualdad social. La democracia parte de la premisa de la  igualdad del voto, pero de un voto que es mucho más que el ejercicio  inútil de cada cuatro o seis años, pues en verdad significa que las  decisiones públicas siguen lo que dispone la mayoría. Ocurre que el voto  del presidente del Banco Popular no vale lo mismo que el voto de mi  vecina ni que el mío. Mi vecina, y yo, somos buenos para mirar desde la  verja el "banquete de los ricos" que tan elocuentemente dibujó Llorens  Torres en un poema. 
No. La democracia no existe  donde impera la desigualdad social. Esto es un teorema universal, como  lo es también el teorema que asegura que la desigualdad social lesiona  la dignidad humana.
   Otro aspecto de la definición  clásica presupone que ese pueblo es soberano. Es decir, que ese pueblo  tiene la capacidad, el poder, para tomar decisiones sobre los aspectos  fundamentales de su vida. 
En las colonias, que no son del  siglo XIX, como dice tan erróneamente la profesora Margarita Ostolaza,  no puede haber, por definición, democracia. La señora Ostolaza debía  saber que el siglo de la descolonización del planeta no fue el siglo XIX  sino el siglo XX, años después, pero secuela, de la Segunda Guerra  Mundial. Cierto es que la soberanía y la independencia de los países no  dependen totalmente de la formalidad de una república constituida, pero  eso es así porque la desigualdad entre las naciones crea unas  distorsiones y unos patrones de fuerza que ejercen los poderosos contra  los más débiles. Los imperios niegan, donde quiera que ponen la planta  del pie, la democracia y la soberanía de los pueblos. Ese es el caso de  Puerto Rico. La democracia, como la libertad, es algo por la que hay que  luchar cada día. Hostos siempre vio con preocupación esas desigualdades  entre los estados grandes y chicos, y también dentro de las  comunidades. Lo que está "passé", señora Ostolaza, no es hablar hoy de colonialismo, sino defenderlo, y más aún contra su propia patria, como hace usted. 
Mas, la democracia implica  además una cultura de respeto hacia las decisiones de la mayoría. Y en  este país, esa cultura de respeto brilla por su ausencia. No se enseña  ni se practica en este país a respetar la decisión de la mayoría, y  debería enseñarse. Debería, si no interviniera aquí el factor antes  señalado: el de que el ejercicio de la democracia presupone la igualdad  de participación y de oportunidades, como presupone el juego limpio, y  no el uso de la fuerza, del chantaje, del soborno, de la corrupción.  Donde existen esos fenómenos la democracia se corrompe. Entonces es que  cabe hacer el uso, democrático, de la rebelión --democrática.  Hostos y Martí, con el respaldo de  su inmensa forjadura ética, y desde el "catecismo democrático" que  promovieron toda su vida, respaldan esa rebelión.
Más que en la democracia que ofrece  el ejercicio del voto en sociedades de grandes desigualdades y  monopolios y oligarquías, como ocurre en los Estados Unidos de Obama y  de Arizona, en la España de Almodóvar y de Ana Belén, en el Perú de  Vargas Llosa o en este Puerto Rico que ni siquiera es de Fortuño sino  del Congreso norteamericano, creo en la democracia de un pueblo que  desfila repetidamente por millones por el malecón de La Habana,  incontenible, y ante la cara feliz de los líderes de una revolución que  lucha, y lucha, la soberanía y la libertad cada día. 
Saramago dobló en Brasil campanas de advertencia sobre este problema hace algunos años.
Marcos Reyes Dávila 
 



 
 

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