miércoles, 27 de enero de 2010

Las rutas secretas

Las rutas secretas
 



                   

                                “Caminante, no hay camino.
                                              Se hace camino al andar.”   
                                                          Antonio Machado                    

1. Las huellas de tu paso

En el desierto obtuso del olvido       
la soledad se escurre apenas
por la arena
como una lagartija
No te sabía entonces
O estabas
que no te tenía
sobre el mar que aún no germina

No conocía
los códices secretos
de tus alegrías y las mías
ni el jeroglifo en la caricia de tus manos
ni tu ceño arrugado
pintado en la cueva de altamira
ni el ganges florido
que te corre por el cuerpo
estremecido
ni la secreta relación
entre Angkor y tú
tan evidente
Pero aquí y allá, amor,
se oxigenan desde antiguo
las huellas de tu paso por el mundo:
mi punto de partida.


2. La ruta de la seda

Llegaste un día
finalmente
como debías llegar
Llegada toda
llegada por el hilo de una seda
    que se da
    sencillamente
como un eufrates
que se paseara por el llano

Sedante y sedosa
llegaste un noviembre adolescente
como un pétalo
en la alfombra de los vientos
que al subir
y al bajar
al girar de aquí para allá
como el volantín de un sueño
trazara la ruta de un tiempo
de telas y algodones
conducida por el hilo de una seda
y la pura herradura de los terciopelos

Pero cómo iba adivinarte los caminos viejos
las antiguas piedras blancas
del monte trasero de tus sueños
el barro rojo en la tinaja
de una tarde que no supe
la caldera en la cadera
con el tatuaje de un barco
de otras tierras
y el llamado campanita
que viene desde lejos
y desde Antigua
esa tatuana que se escurre
y sobrevive
tatuada de jade y de esmeralda
por tu historia
       
Todos tus caminos
eran entonces de seda
pura seda
Incienso de la india
taj-majal
mezquita
como un buda de intemperie
en el códice verde de los montes
o como el agua verde
que me aguardara agua acquamarina

Ya recorriste los mares
las islas
la piedra erguida como un muro
las calzadas del amor
y de los deberes
que se cruzaron mil veces
en mil ciudades perdidas
detrás de la hoguera huidiza
de los sueños
que recorrí también luego
tras de ti
Todas tus rutas secretas
estaban trazadas como sobre el mar
de los desiertos
por el anzuelo de un deseo insomne
Y es que todo es nada, amor,
sin el antiguo alcázar
de tus sedas!


3. La ruta de las especias 

Más acá de lo intangible
más allá de la palabra
que te nombra
se revuelven de colores
los olores en el monte
en tu adiós y tus olvidos
los murmullos y los ruidos
que se agitan
en las calles y turbinas
el aroma del mercado
y de la piel que se acaricia
la plenitud del tacto
que te encuentra
hembra encendida
y ese gusto de caramelo anaranjado
en el flan de ese paraje que me ocultas

Más acá de lo intangible
que se hace renegado
abrazo o tortura
más acá del intangible
de un dolor sin tacto
pero hondo
     en la espesura
más acá de lo intangible
de un temor que se desgrana
o de una alegría que se orquídea
más acá de lo intangible
que vislumbra
la radiografía de una idea
más acá de lo intangible...
eras como eras
Y sencillamente
eras de mentas

Y persigo la canela
hasta encontrarte
la vainilla alimonada
que te esconde
orégano     peregil
pimentón  o  azafrán
cilantro y orégano
albahaca o tomillo
anís  romero y tarragón
y el cuerno sin pimienta
en que te ocultas cebollita
en requesón
Que es que yo, como te digo,
persigo la canela
al devorarte


4. La ruta de las utopías

Europa
Marco Polo
Colón
Kilimanjaro...
dónde termina tu mundo
y empieza el mío?

África digo
y te decía
Detrás de cada letra de mi América
te ocultas
y en todo
y siempre
ventolera océanica enredada
en las campanas de esta torre
y en la cartografía de los sueños
que dibujara Heráclito.

De Bayamón a Guayanilla
por la Piquiña,
el cabo rojo en tu bahía
tras los cafetos,
la viga en la calzada de la niña
en nuestro México
y el niño nuestro
La Habana libre
la Dominicana de la feria
el romance en la florida
el Ypacaraí en la asunción azul
el chile y el camino de Santiago
las siete corrientes de Argentina,
el tucán helado de Iguazú
los buenos aires del Pacífico
la piedra plata de Isla Negra
las campanas del lago Como
de Cernobbio
el atitlán de Guatemala
La Alhambra tras el tren
de su Granada
y el guadalquivir de aquel oporto
las ruinas mayas
los vinos albariños de las rías...
Y todo fue parejo
en el polvo del camino

Cuando te miro
me enredo entre tus margaritas
y los espejos
que no saben dónde terminas tú
ni dónde empiezo
pues todo es laberinto de Córdoba
en la mezquita de tu cuerpo
Pero eso sí sé:
en la vida todo es ir
De modo que nunca se vuelve igual
al punto de partida.


5. Moisés en el deseo

Nunca soñé que estaba aquí.
Con el allá
detrás de ti
soñaba siempre
Y con ese horizonte trasatlántico
que no te alcanza nunca
Con la sierra trasandina
que humedeces
en el cielo de tu boca
Y con lo que se remonta en el vuelo
del que busca y peregrina
Si tus aguas solo vienen de la sierra
que se empina desde Cuenca
o del fondo de la arcilla y de la arena
en medio del desierto sinaí
que no te olvida

Por eso estuve siempre
atado a la distancia como un eco
o como el reflejo impetuoso de un deseo

Nunca soñé que estaba aquí
aunque aquí estaba
Soñé con el allá
Me levantaba del suelo
un poquito y con recelo
y luego me remontaba
Y con sigilo seguí el rastro
en la promesa
en la sospecha de tu encuentro
en tierra nueva
En un estuario
habitado en invierno por los pájaros
en el rostro más oculto que pintado
de ese Goya perdido
en el mediterráneo de su sueño
y en el réquiem que tocaba como flauta
la campana de La Alhambra
justo como dice el códice
del mar rojo
que abriera su secreta senda para mí
como una sherezada desplegada
en el sueño de una noche acquamarina
¡Cuántas veces encontré tu bosque húmedo
–puro madrigal
de madriguera–
y cuántas veces esfumaste
en un segundo
la ruta de tu gruta!

Guiado por el fuego
o por estrella
Segismundo o Moisés
lo mismo fuera:
¿a quién le importa Ulises al regreso
si Ítaca se desenfunda en un suspiro
y el tiempo... era?
Es que bien visto y ponderado
importa sólo el viaje
la ruta compartida
la pisada en la sorpresa
en cada tramo
que es guiado por un sueño
o un deseo
que no sabe de adiós
ni de difuntos

               
6. Los caminos peregrinos

La rosa de los vientos
y todo
todo
gira en un granito de arena.
Todo está en el genio en la botella
que descifra el código
lee los códices
y camina las rutas secretas.
Dime,
viento       
agua
tierra
y fuego:
¿eran cuatro los caminos
o no hay ninguno?
Que aún no sé
si la vela es viento sobre el agua
o es la tierra de una hoguera
que halla su unidad
en los abrigos que se cierran
                                                                    
                         mrd (2004-2007)

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails