miércoles, 23 de febrero de 2011

Puerto Rico es un país que se deshace

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No, no tienen derecho a estudiar

Puerto Rico 
es un país que se deshace
   

Puerto Rico es un país que se deshace. Y nunca estuvo bien hecho. País abortado por la historia, en el siglo XIX se le describía como “el cadáver de un país que no ha nacido”. Y en efecto, nunca fue y nunca ha sido. Hostos respondió en la aduana brasileña que no tenía patria, que estaba forjándola, construyéndola con los pedazos sueltos, metáfora de las hojas podridas con las que dijo haría una isla, un país, una madre patria.
                           
En el 1898 Hostos reclamó una y mil veces el derecho de Puerto Rico a ser consultado, a un plebiscito, porque así lo exigía el derecho natural de todos los pueblos, y el derecho escrito en la Constitución de Estados Unidos. Fue para él una vergüenza que en el 1900 el Congreso norteamericano aprobara la Ley Foraker sin consultar la voluntad de Puerto Rico, ni obtener del pueblo su consentimiento. Vergüenza debe darnos constatar que han pasado 112 años sin reclamar ese derecho y sin que Estados Unidos tome conciencia del imperativo moral y constitucional de ofrecérnoslo.

De Diego y la Cámara de Delegados rechazaron la ciudadanía americana “impuesta”, no consultada ni consentida por el pueblo de Puerto Rico. En las elecciones de 1900 el Partido Demócrata dijo que Estados Unidos actuaba en Puerto Rico como un “imperio”, como un “tirano”, completamente fuera de los términos de su constitución. Puerto Rico nunca ha ejercido su derecho a la autodeterminación. Nunca se le ha reconocido a su pueblo su soberanía. Puerto Rico, en consecuencia, no es. Ese no ser es lo que vemos día a día en el país.


Ayer se celebró en la Universidad de Puerto Rico una asamblea estudiantil autorizada por la administración, anunciada durante días, que duró muchas horas. Asistieron miles de estudiantes. Se votaron docenas de mociones. Un 68 %  votó a favor de realizar un paro estudiantil hoy. Varios estudiantes –y, desgraciadamente, algunos profesores también– enfrentaron las barricadas esta mañana alegando su derecho a estudiar, derecho que para ellos reclama el Tirano Fortuño.

La supuesta democracia en Puerto Rico se ejerce cada cuatro años dentro del marco de una elección general. Un solo día de ejercicio democrático autoriza el ejercicio de la dictadura los otros 1,460 días del cuatrenio. Por Fortuño votó una sólida mayoría, pero ¿esa sólida mayoría respalda el desempleo de decenas de miles de empleados públicos que dijo él que no desemplearía? ¿Esa sólida mayoría que lo eligió respalda la privatización de todo, el abuso contra la juventud universitaria, los macanazos, la destrucción del Colegio de Abogados, la toma del Tribunal Supremo por un caucus del partido? Claro que no. Lo que ocurre es que este país carece de estructuras democráticas que garanticen que no se cometerán abusos.

Los estudiantes que intentaron entrar al recinto universitario alegando su derecho a estudiar se olvidan de algo fundamental. Una sociedad está compuesta por un número enorme de individuos que no pueden vivir en sociedad si actúa cada quien alegando tener derecho a hacer lo que le da la gana. La democracia hay que vivirla para poder disfrutar de un margen aceptable de libertad dentro del mundo social. Lo contrario es tiranía o la torre de Babel. Si hubo una asamblea abierta, libre y justa, y usted no prevaleció en la votación, la democracia lo obliga a usted a aceptar la voluntad de la mayoría. Caso distinto fuera si la asamblea hubiera sido cerrada, discriminadora y amañada. En consecuencia, el cacareado derecho a estudiar de estudiantes que son incapaces de hacer prevalecer sus puntos de vistas en asambleas democráticas, no existe. No existe tal derecho a violentar la voluntad mayoritaria. Lo que hacen esos pocos jóvenes es destruir el juego democrático y tiranizar la voluntad mayoritaria.

Esto es algo que debían saber esos profesores que vomitan fuego contra las organizaciones profesionales porque no logran hacer que prevalezca en ellas su voluntad minoritaria. Su reclamo de libertad y a disentir esconde la intención de desconocer la voluntad de la mayoría y de tiranizarla, de ser posible.

El pueblo en todo país democrático debe tener a su alcance mecanismos democráticos que le impidan a los gobernantes electos tiranizarlo. El pueblo debe también tener el derecho de desaforar a los gobernantes y legisladores electos que no cumplen con su deber o violentan la voluntad democrática.

Pero Puerto Rico es una colonia. Un pueblo de gente incapaz de autogobernarse. Un pueblo de gente que no siente el imperativo de tomar sus propias decisiones y respetarse a sí mismo, y darse a respetar.

Tenían razón aquellos visionarios del siglo XIX: Puerto Rico es el cadáver de un país que no ha nacido.

Marcos 
Reyes 
Dávila

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