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La crisis en la UPR
y los "posmodernos"
Hace mucho dejé de responder a las provocaciones de los posmodernos del patio. (Me refiero a algunos puertorriqueños, en particular.) Mucho quiere decir, el 2001 (“Vieques en la popmodernidad travesti del fin de siglo.” EXÉGESIS, 14 (39-40) 2001: 114-118). Mi primera reacción fue bastante temprana, en el 1997: “La generación del sesenta: embarcos y derroteros: la estadidad radical, a propósito de un libro de Samuel Silva Gotay (EXÉGESIS, 10 (30) 1997: 58-63). Deseé reproducir hace unos pocos años un trabajo de un profesor de filosofía costarricense en el que se anotaba el temprano carácter anacrónico y caduco de la posmodernidad.
80grados, publicación digital de UPR-Río Piedras, me hala nuevamente a un tema que no me es grato a propósito de la publicación de Carlos Pabón titulada “Fungir como docentes”.
Pabón y sus amigos reclaman la definición o construcción de una postura docente propia para no seguir de cola de los estudiantes y otros grupos. Pero las de la APPU y la CONAPU no sirven para ellos. Proponen que es necesario afirmar las diferencias, no sólo con estudiantes, las organizaciones docentes y otras organizaciones universitarias, sino dentro del mismo sector docente que ellos quisieran articular, porque, según dicen, toda posición UNA es excluyente.
Respondí dos o tres veces porque me duele Río Piedras y no comprendo una ausencia de solidaridad tan grande en esta gente, una incapacidad para condolerse e indignarse con tanto macanazo y pepper spary, y una ceguera tan absurda que siga proponiendo hablar desde la "docencia" con quien se harta de decir que no interesa el diálogo y como si en verdad esas instancias tradicionales de participación hubieran podido vetar alguna vez las decisiones políticas y autoritarias, o fueran adecuadas y suficientes. Su pensamiento está, en realidad, muy próximo a la gente de la actual administración. Ygrí los aplaudirá, eso desea. Afínes a estas personas y desafines, en cambio, a cualquier proceso revolucionario concebible. Algunos de sus maestros han sido empleados a sueldo de Wall Street, como se sabe.
La estrategia de ellos es atomizante, y políticamente nula, inerte. Puro regodeo de pompas de jabón. Desde muy temprano en la huelga pasada reclamé esa postura docente, pero articulada, unionada y no excluyente, un sindicato de los once recintos --una UPR... que ahora se desecha en ese "UNA"--, consigna que ha venido a ser, tras la algarabía, palabra muerta para nosotros. Sólo la capacidad para llegar a consensos o respetar la voluntad de la mayoría puede darle a los docentes una voz propia. Hay que pretender, y hacer creer, hay que pensar que estamos en el mismo barco porque a fin de cuentas así es. Nos hace falta urgentemente desarrollar un poco de solidaridad y conciencia de grupo o de clase. De otro modo, segregando y excluyendo, no merecemos sino la torre de Babel, nada. Eso me temo.
y los "posmodernos"
Hace mucho dejé de responder a las provocaciones de los posmodernos del patio. (Me refiero a algunos puertorriqueños, en particular.) Mucho quiere decir, el 2001 (“Vieques en la popmodernidad travesti del fin de siglo.” EXÉGESIS, 14 (39-40) 2001: 114-118). Mi primera reacción fue bastante temprana, en el 1997: “La generación del sesenta: embarcos y derroteros: la estadidad radical, a propósito de un libro de Samuel Silva Gotay (EXÉGESIS, 10 (30) 1997: 58-63). Deseé reproducir hace unos pocos años un trabajo de un profesor de filosofía costarricense en el que se anotaba el temprano carácter anacrónico y caduco de la posmodernidad.
80grados, publicación digital de UPR-Río Piedras, me hala nuevamente a un tema que no me es grato a propósito de la publicación de Carlos Pabón titulada “Fungir como docentes”.
Pabón y sus amigos reclaman la definición o construcción de una postura docente propia para no seguir de cola de los estudiantes y otros grupos. Pero las de la APPU y la CONAPU no sirven para ellos. Proponen que es necesario afirmar las diferencias, no sólo con estudiantes, las organizaciones docentes y otras organizaciones universitarias, sino dentro del mismo sector docente que ellos quisieran articular, porque, según dicen, toda posición UNA es excluyente.
Respondí dos o tres veces porque me duele Río Piedras y no comprendo una ausencia de solidaridad tan grande en esta gente, una incapacidad para condolerse e indignarse con tanto macanazo y pepper spary, y una ceguera tan absurda que siga proponiendo hablar desde la "docencia" con quien se harta de decir que no interesa el diálogo y como si en verdad esas instancias tradicionales de participación hubieran podido vetar alguna vez las decisiones políticas y autoritarias, o fueran adecuadas y suficientes. Su pensamiento está, en realidad, muy próximo a la gente de la actual administración. Ygrí los aplaudirá, eso desea. Afínes a estas personas y desafines, en cambio, a cualquier proceso revolucionario concebible. Algunos de sus maestros han sido empleados a sueldo de Wall Street, como se sabe.
La estrategia de ellos es atomizante, y políticamente nula, inerte. Puro regodeo de pompas de jabón. Desde muy temprano en la huelga pasada reclamé esa postura docente, pero articulada, unionada y no excluyente, un sindicato de los once recintos --una UPR... que ahora se desecha en ese "UNA"--, consigna que ha venido a ser, tras la algarabía, palabra muerta para nosotros. Sólo la capacidad para llegar a consensos o respetar la voluntad de la mayoría puede darle a los docentes una voz propia. Hay que pretender, y hacer creer, hay que pensar que estamos en el mismo barco porque a fin de cuentas así es. Nos hace falta urgentemente desarrollar un poco de solidaridad y conciencia de grupo o de clase. De otro modo, segregando y excluyendo, no merecemos sino la torre de Babel, nada. Eso me temo.
MRD
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