miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los Síndicos de la UPR y el FBI



Los Síndicos, 
el Presidente y el FBI:
la agenda de la persecución fascista
en la Universidad de Puerto Rico


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Por Melissa Correa Velázquez
EL VOCERO Lunes 15 de Noviembre de 2010 04:00

La presidenta de la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico, Ygrí Rivera, acudió la semana pasada al Tribunal Federal para sostener una reunión en el Negociado Federal de Investigaciones (FBI), informaron fuentes de EL VOCERO.
A preguntas de este rotativo, el portavoz de prensa del FBI, Harry Rodríguez confirmó que Rivera se reunió con el director de la agencia, Luis Fraticelli.
El funcionario estadounidense declinó informar el tema de la reunión.
"La señora Rivera se reunió con el señor Fraticelli, pero no puedo comentar sobre el contenido de la reunión", afirmó Rodríguez.
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Hablamos del brote fascista en Puerto Rico y quizás piensen muchos que exageramos. La situación no es la de la Alemania del Partido Nazi que prohibió los demás partidos políticos, ni tampoco es la de la España franquista y falangista que aplastó a republicanos, socialistas y comunistas. No lo es aún, pero se acerca. No lo es aún, pero hubo brotes sangrientos en la época de la Ley de la Mordaza, y en la persecución del nacionalismo, del comunismo-socialismo. No lo es aún, pero nunca se ha dejado de reprimir a los luchadores de la libertad y la lista de asesinados entre estos es numerosa. No lo es aún, pero siempre lo ha sido, pues el coloniaje –la privación del derecho a la libertad y a la autodeterminación– es la violación a los derechos humanos más importante después del derecho a la vida.

No hace mucho disfruté de una película alemana que se desarrolla en la
víspera de la ascensión del fascismo en un pueblo pequeño de ese país. Los hijos de un religioso extremadamente exigente y represor realizan varios actos de violencia y de asesinatos que quedan impunes. Y es que el fascismo no nace con toda su brutalidad erguida de una vez, sino que se levanta poco a poco, ocupando paso a paso todas las esferas y espacios de poder que instrumentan una sociedad democrática, para desactivarla y dejarla inerte e indefensa.

Si leemos la biografía de Federico García Lorca veremos que en muchos pueblos españoles no se permitía al grupo teatral universitario La Barraca, que Lorca organizó, representar las obras de teatro de Calderón o de Lope, no ya las del propio Lorca, porque era un grupo constituido por las autoridades de la nueva república, laica, y ellos creían a esta gente indigna de representar obras de espíritu católico. En algunas ocasiones recurrieron las turbas incluso a la violencia, y aún no se constituía la Falange, el partido fascista español.
No hay sector que sea más urgente proteger que los derechos de las minorías. Su presencia, y su capacidad de apelar y de fiscalizar constituyen la garantía necesaria de un sistema democrático. Esa garantía se aplasta a cada rato en Puerto Rico.

No es necesario hacer ahora la historia de la mordaza, de la represión nacionalista, del siglo XX.
Basta con mirar la conducta del partido en el poder que comenzó desmantelando justamente el Colegio de Abogados en un país donde no funciona la Comisión de Derechos Civiles ni la Oficina del Contralor, y ahora tampoco los tribunales de justicia. Nuestro célebre pintor, Antonio Martorell, precisamente hoy recogió las pinturas que prestó al Tribunal Supremo de Puerto Rico en los tiempos que  cabía esperar decisiones ponderadas. Enemigo del arte y de la cultura, el gobierno se ha incautado del tribunal destituyéndolo de toda esperanza de imparcialidad y de una ponderación
sujeta a la jurisprudencia y no a la agenda política del grupo empresarial neolioberal en el poder.

Mientras las agencias acreditadoras de la UPR le dicen una y otra vez a la alta administración que tiene un problema de gobernabilidad tan serio que les impide acreditarla, esa alta administración parece no querer entender que con eso quieren decir que la comunidad universitaria no está participando de ninguna manera en las decisiones, que se ha lacerado la comunicación, que se dirige todo desde arriba y por decreto, que se toman las decisiones en cuartos oscuros y a espaldas de la comunidad, que la UPR la maneja un grupo extraño y ajeno a la vida universitaria que no la conoce ni la entiende, y de manera gerencial. La Junta de Síndicos y el Presidente usurpan las prerrogativas de los rectores, de los recintos, de la depuesta autonomía universitaria, de los departamentos y de la comunidad universitaria. El Presidente se atreve a declarar que hay un grupúsculo agitando a la comunidad universitaria financiada desde el extranjero.

Recientemente se han aprobado leyes para imponer la manera como se reunirán los estudiantes y los profesores, y la manera como se tomarán las decisiones. Se amplió la Junta de Síndicos con miembros aún más ajenos y extraños al quehacer universitario y educativo. Se aprobó en la Cámara de Representantes una ley que pretende prohibir protestas, manifestaciones y el derecho de expresión. Se pretende prohibir el derecho de huelga y de reunión. La dictadura y la intolerancia son criaturas del fascismo.

 
No hay democracia donde no se respeta a las minorías, el derecho a disentir, a protestar, a expresarse. No hay ni puede haber una universidad donde se limita y coarta el derecho a cuestionar y a discutir las ideas. No hay democracia donde una minoría encumbrada en un bunker de hierro, no una torre de marfil, aplasta la opinión, y se enajena de la voluntad, de la comunidad universitaria. No hay una universidad donde la alta administración obedece las instrucciones de un partido político.

Ayer se difundió la noticia de que Ygrí Rivera, la Presidenta de la Junta de Síndicos de la UPR, se había reunido con Fraticelli, jefe del FBI en Puerto Rico y asesino de Filiberto Ojeda, líder de un grupo que busca la libertad del país. ¿Habrán hablado de sus hijos, o habrán conversado sobre vigilancia y represión en la UPR?

Ayer recibí dos documentos en la oficina de mi Departamento. Uno pretende que certifique que "fuera de horas laborables" no me dedico a ninguna actividad lucrativa. Y yo me pregunto por qué tengo que declararle a la UPR qué hago o dejo de hacer fuera de horas laborables. ¿Por qué debo permitirle a la UPR husmear en mis asuntos privados, los personales, lo que hago en mi tiempo libre? Sería permitirle que haga carpeta de mi vida personal y de mi intimidad.


Otra hoja, con timbrado oficial de la UPR y de UPRH, indaga la información sobre categoría racial del Censo que me negué a llenar (en el formulario del censo). ¿Por qué la UPR, me pregunto, se presta a hacerle este trabajo al censo sobre raza si la institución así como la constitución dispone que no se discriminará sobre raza o color?  El gobierno no debe tomar nota de raza ni color. Ese asunto compete, en todo caso, sólo a estudios no gubernamentales de carácter sociológico o antropológico.

Paso a paso se impone el fascismo antidemocrático. Quien crea que no hay por qué resistir las agresiones menudas jamás tendrá fuerza para resistir las más grandes.

Marcos 
Reyes 
Dávila

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