A propósito de la prensa chatarra del país.
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De Maripily a
El País de Miguel Hernández
La prensa de Puerto Rico destaca en uno de sus titulares que “Fidel renace en Puerto Rico” porque “Castro jura bandera norteamericana”. Claro está, que no se trata del célebre comandante cubano, sino de un hijo de vecino que se exilió hace algunos años.
La frugalidad y trivialidad de la prensa puertorriqueña nos recuerda nuestra sorpresa al reparar en la mexicana cuando hace alrededor de 35 años fuimos a seguir estudios graduados en la hoy centenaria UNAM. Es cierto que abundaba la prensa amarillista dedicada a la sangre de casos domésticos y extravagantes. Pero abundaban también medios diarios extraordinarios, de esa prensa cuyas abundantes páginas podían leerse prácticamente por entero, pues hasta los comerciales eran escasos.
Abunda en Puerto Rico una prensa nefasta rellena de nimiedades y frivolidades. No es extraño que compre un diario de circulación nacional y no encuentre trozo de página que valga la pena leer. Todo es objeto de farándula aquí. Principalmente, la farándula legislativa de las Albita y las Jennifer que gritan improperios de calle baja a todo pulmón y se cuadran para la pelea en pleno hemiciclo legislativo. ¿Por qué debe ocuparse la prensa de esta basura de Comay? ¿Cuánto daño le hace esta prensa chatarra al país?
Es más importante Maripily, una buscona que usa photoshop para inflar el talento único de su trasero, que el cincuentenario inminente de la revista y de la generación de Guajana.
Observé que incluso El País, y el gobierno mismo, peca de lo mismo. Pasó el 30 de octubre pasado, día del centenario del natalicio del poeta Miguel Hernández –poeta que aquí, particularmente en Claridad, fue objeto de una atención especial que no mereció en España–, y ni una sola nota se publicó en El País. Ni un sólo acto realizó el gobierno “socialista” de Zapatero dedicado al poeta del pueblo republicano español, del pueblo socialista, del pueblo encarcelado por el franquismo, del pueblo martirizado por el fascismo español. ¿Para quiénes gobernáis?, entonces.
Vergüenza me digo yo, y se me ocurre. ¡Vergüenza!
El País de Miguel Hernández
La prensa de Puerto Rico destaca en uno de sus titulares que “Fidel renace en Puerto Rico” porque “Castro jura bandera norteamericana”. Claro está, que no se trata del célebre comandante cubano, sino de un hijo de vecino que se exilió hace algunos años.
La frugalidad y trivialidad de la prensa puertorriqueña nos recuerda nuestra sorpresa al reparar en la mexicana cuando hace alrededor de 35 años fuimos a seguir estudios graduados en la hoy centenaria UNAM. Es cierto que abundaba la prensa amarillista dedicada a la sangre de casos domésticos y extravagantes. Pero abundaban también medios diarios extraordinarios, de esa prensa cuyas abundantes páginas podían leerse prácticamente por entero, pues hasta los comerciales eran escasos.
Abunda en Puerto Rico una prensa nefasta rellena de nimiedades y frivolidades. No es extraño que compre un diario de circulación nacional y no encuentre trozo de página que valga la pena leer. Todo es objeto de farándula aquí. Principalmente, la farándula legislativa de las Albita y las Jennifer que gritan improperios de calle baja a todo pulmón y se cuadran para la pelea en pleno hemiciclo legislativo. ¿Por qué debe ocuparse la prensa de esta basura de Comay? ¿Cuánto daño le hace esta prensa chatarra al país?
Es más importante Maripily, una buscona que usa photoshop para inflar el talento único de su trasero, que el cincuentenario inminente de la revista y de la generación de Guajana.
Observé que incluso El País, y el gobierno mismo, peca de lo mismo. Pasó el 30 de octubre pasado, día del centenario del natalicio del poeta Miguel Hernández –poeta que aquí, particularmente en Claridad, fue objeto de una atención especial que no mereció en España–, y ni una sola nota se publicó en El País. Ni un sólo acto realizó el gobierno “socialista” de Zapatero dedicado al poeta del pueblo republicano español, del pueblo socialista, del pueblo encarcelado por el franquismo, del pueblo martirizado por el fascismo español. ¿Para quiénes gobernáis?, entonces.
Vergüenza me digo yo, y se me ocurre. ¡Vergüenza!
MRD
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