martes, 23 de noviembre de 2010

Asamblea pide UNIÓN docentes UPR

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Asamblea de Caguas 
pide UNIÓN docentes UPR
 
Asistí durante algunas horas a la asamblea que APPU y CONAPU celebraron hoy, 23 de noviembre de 2010, en el Centro de Bellas Artes de Caguas.

Tras los informes de la Presidenta de la APPU, María Gisela Rosado, el Presidente de la CONAPU, Luis Pío Sánchez Longo, el de la HEEND, sobre el plan médico, y otro de una profesora del Recinto de Ciencias Médicas que representa al cuerpo docente en la Junta de Síndicos, llovieron las mociones con innumerables por-cuantos y por-tantos.

En muchos casos las mociones eran importantes. No obstante, la verdad es que el derroche verbal de quien está acostumbrado a la mera argumentación académica me resultó intolerable por una razón a toda prueba: el presidente de la UPR, la presidenta de la Junta de Síndicos, y Fortuño apenas se enterarán y no tomarán nota de nada. En conclusión, se trata de un asunto de futilidad que no pasará de dejar constatada nuestra maestría al escribir resoluciones.

Los docentes universitarios no tenemos que argumentar más. Menos exigir o demandar. De sobra conocemos nuestras posiciones. No hay que reescribirlas ni redecirlas. Conocemos las razones y los argumentos. Lo que urge es buscar el modo, la manera, el cómo.

Lo único que vale aquí la pena es el esfuerzo por construir un instrumento que de verdad aglutine la voz del claustro de los once recintos y sea capaz de coordinar de manera continua y sin pausa la acción unida de toda la comunidad académica. Es esa instrumentación lo que hace que los no-docentes sean oídos. Es esa capacidad para la militancia y la acción lo que hace temible al estudiantado. Los docentes hemos viajado montados como arrimados de estudiantes y no-docentes. Y no podemos seguir así. Es necesario que seamos capaces de instrumentar nuestra voluntad con la fuerza necesaria para ser considerados o para imponer nuestros puntos de vista.

Cerca del cierre de la asamblea, el compañero Abraham Ruiz, de la CONAPU de UPR-Humacao y quien escribe, presentamos una moción para solicitarles, tanto a la APPU como a la CONAPU, que inicien trabajos dirigidos a construir un instrumento de acción unida de las facultades de los once recintos, de manera que no ocurra más la situación anómala vivida en una asamblea que convocada por APPU y CONAPU, reúne, sin embargo, también a profesores no afiliados a ninguna de las dos organizaciones. ¿O es que al hacer esta convocatoria no reconocieron, CONAPU y APPU, que tenían que ir unidas para poder proyectar fuerza suficiente?

Lo único que puede legitimar y aclarar las cosas en futuras asambleas es la creación de una entidad que abarque a la totalidad de los docentes. Fue bajo esa premisa que se celebró la asamblea de Cayey. Pero la asamblea de Cayey carecía de la instrumentalidad de las dos organizaciones y fue un portavoz de nadie, un portavoz sin identidad propia que tenía que desvanecerse, como ilusión, tal como ocurrió.

Sin un instrumento unido seguiremos los docentes disgregados en tribus y sin capacidad para enfrentar al poder. Quien crea que con mociones, resoluciones, palabras, exigencias y discursos va a democratizar a la Universidad, restaurar la perdida autonomía, o mover al Presidente, a la Junta de Síndicos, al Senado de Rivera Schatz, a Fortuño, espera peras del olmo. Una nueva ley universitaria de este gobierno sólo puede ser un frankestein temible.

Sólo con un instrumento unido propio puede el claustro universitario adelantar sus causas, propósitos y visiones y salvar a la Universidad. 

La moción se aprobó. Veremos que resuelven hacer CONAPU y APPU.

Marcos 
Reyes 
Dávila
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