viernes, 12 de noviembre de 2010

El Derecho a la Felicidad en Brasil

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El Derecho 
a la FELICIDAD
en Brasil
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En la conocida película de Will Smith, “The pursuit of happyness” (2006), el protagonista logra, con la fuerza de una invencible voluntad, sobreponerse a ese aluvión de dificultades que acecha y azota a los desamparados de la tierra. Lo ampara y lo alimenta esa frase de la constitución norteamericana que da título a la película.

Ya comentamos en una nota anterior que Franklyn Delano Rooselvelt propuso en su último mensaje a la nación, poco antes de morir, una Segunda Declaración de Derechos Civiles que incluyera

-El Derecho a un trabajo útil,
-El Derecho a ganar lo suficiente para proporcionar un nivel de vida digno
-El Derecho de todo hombre de negocios a un ambiente  libre de competencia desleal y monopolios
-El Derecho de toda familia a una vivienda digna
-El Derecho a una atención médica adecuada
-El Derecho a protección en la vejez
-El Derecho a una buena educación

Leemos en la prensa de hoy que Brasil, un país latinoamericano, un país del sur, un país de Nuestra América, ha alcanzado gracias al movimiento políticosocial encabezado por su presidente Lula da Silva, un líder sindical, socialista, líder del Partido de los Trabajadores, un progreso tan impresionante, que el país se ha situado dentro del centro del escenario político mundial. Ahora, en la despedida de su mandato, busca enmendar la constitución brasileña para garantizarle a los brasileños el derecho a la felicidad.

La enmienda diría de esta manera:

"Son derechos sociales, esenciales para la búsqueda de la felicidad, la educación, la salud, la alimentación, el trabajo, la habitación, el descanso, la seguridad social, la protección a la maternidad y a la infancia y la asistencia a los desamparados".

Aunque no veamos en esa lista el derecho a la libertad, imaginamos que ese derecho ya esté garantizado en la constitución vigente.

Esta semana se publicó la noticia de que varias naciones asiáticas, hace poco destrozadas por las guerras imperialistas de explotación económica que contra ellos dirigieron las potencias occidentales encabezadas, claro está, por Inglaterra y Estados Unidos, alcanzan índices de desarrollo impresionantes en algunos casos superiores al 7 % anual en el mismo tiempo que Puerto Rico decrece, y se abisma en la pobreza. 

¡Dios! ¡Cuán lejos estamos de esos países y de Brasil en Puerto Rico, país dirigido con rumbo totalmente opuesto, a la desintegración, la miseria social, el enriquecimiento ilimitado de unos pocos empresaurios, el embrutecimiento, en suma, el fascismo!

Marcos 
Reyes 
Dávila

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