sábado, 6 de marzo de 2010

Los presidentes ciegos, mudos y sordos de Puerto Rico


Los presidentes ciegos,
mudos y sordos de Puerto Rico



    Es necesario dejar de legitimar la estadidad como un estatus descolonizador. Barack Obama no es presidente de Puerto Rico del mismo modo que el Congreso de Wáshington no es nuestro. La única fórmula descolonizadora está en el ejercicio de la soberanía, que es un derecho de todos los pueblos. Y Hostos señaló con toda claridad, que “derecho no ejercido no es derecho”.

    La estadidad significa la disolución o el desplazamiento pleno de la nación puertorriqueña, igual al anillo de oro que se disuelve en el magma. Un genocidio, Ignacio Rivera. Uno no puede renunciar a ser quien es, primero porque –parafraseando a Hostos– no puede, y segundo, porque no puede renunciar por su descendencia, no puede renunciar la patria de los que vendrán. La patria no es sólo de los estamos aquí, sino de los vienen ya y de los que vendrán. Puerto Rico es una nación. Y las naciones sólo se descolonizan a través del ejercicio de la autodeterminación.

    En las “vistas” del grupo interagencial hubo quien arguyó con verdad –Orellana– que aquí se habla español. Otro ripostó que hablaría en inglés, porque es uno de los dos idiomas oficiales. El inglés será idioma oficial, porque así lo dispone una ley, pero no es vernáculo en Puerto Rico. Ayer se celebró una reunión de claustro en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Hubiera sido extraordinario que alguien quisiera imponer que la reunión se celebrara en inglés, porque es un idioma oficial. Yo me hubiera retirado, en primer lugar, en protesta, y en segundo lugar, porque no podría participar adecuadamente. Y creo que la reunión se hubiera quedado con muy pocos, muy pocos participantes. La dominación colonial multicentenaria nos enajena de nosotros mismos, nos desestima, nos inunda con la sobreestimación del colonizador que nos agringola y no nos permite apreciar la riqueza del mundo ni la propia, nos desarma, nos postra y hace tolerantes al abuso. Mas, no somos colonia por ser sumisos: somos sumisos por ser colonia.

    Carmen Dolores Hernández llamó recientemente “adefesios” –siguiendo en ello a don José Buscaglia, nuestro insigne escultor– a las esculturas de presidentes estadounidenses que se colocaron cerca del Capitolio en lugar del “Altar de la Patria” que una legislatura anterior le comisionó a Buscaglia. No he visto los presidentes de piedra. No me llaman la atención porque esas figuras no dicen nada sobre mí mismo o sobre mi país. Serán presidentes norteamericanos que pisaron tierra puertorriqueña, pero no son presidentes puertorriqueños, ni tampoco, presidentes de Puerto Rico. Es importante entender esto.

    Así como las autoridades norteamericanas en Puerto Rico no son autoridades “federales” porque Puerto Rico no forma parte de la federación, los susodichos presidentes tampoco son presidentes de Puerto Rico. Son los presidentes del imperio que invadió y sometió al Pueblo de Puerto Rico. Son autoridades coloniales y colonizantes. El pueblo de Puerto Rico no vota por ellos, por lo tanto ellos no representan a Puerto Rico ni le responden de manera alguna al pueblo de Puerto Rico. Si así fuera, hace mucho que la Oficina Oval hubiera tenido que responder a los reclamos casi unánimes de los puertorriqueños, y no lo ha hecho porque no tiene por qué. Somos para ellos sólo un “territorio”, pura tierra, animales e insectos. Por eso pudo el representante de Casa Blanca en los tiempos de Bush hijo, decir dos veces en el Congreso que, en principio, EUA podría “ceder” a Puerto Rico, entregarlo en pago, a otra potencia.

    ¿Por qué la legislatura de Puerto Rico honra a presidentes que han gobernado a Puerto Rico mudos, ciegos, y con oídos sordos, sin hacer nunca ni siquiera el gesto, el aguaje, de resolver una situación colonial anómala, violatoria del derecho internacional y de los derechos humanos básicos, elementales, primarios, del pueblo puertorriqueño? ¿Por qué la legislatura colonial de Puerto Rico honra a presidentes extranjeros que nunca, en atención a la democracia en la que dicen creer, o en atención a la declaración de independencia que declara que somos todos iguales y libres, nunca, repito, han aceptado realizar un plebiscito, o consultarnos? ¿Será por la misma razón que abundaron estatuas del dictador Trujillo en Dominicana durante su reinado? ¿O las de Stroessner en Paraguay y las de Batista en Cuba? (No puedo decir que las de Fidel, porque no hay ninguna.)

    La legislatura de Puerto Rico honra a estos presidentes extranjeros por pura sumisión, puro servilismo, para vergüenza del pueblo de Puerto Rico.  


Marcos Reyes Dávila,
"Otro mundo es posible."


A la izquierda, J. Buscaglia
al lado de sólo una de las piezas 
de su ingente "Altar de la Patria" puertorriqueña.

¡¡Cuán incomparable 
la obra sublime de Buscaglia 
contra esos presidentes de piedra!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cuánta tristeza me provoca ver esos presidentes de piedra! Sueño con la luz de la libertad y la soberanía para dejar atrás esta época de oscurantismo que vivimos en nuestra queridísima Isla del Encanto. Gracias por sus comentarios, por su poema y por la esperanza.
M.E.Ravelo

Noris V. Maisonet dijo...

Da coraje ver a nuestro gobierno, me incluyo no porque los haya elegido, sino por desgracia, sí, por desgracia de tener un pueblo que se ha acostumbrado a andar de rodillas. Este pueblo que no tiene espina dorsal para levantarse y anda dando gracias y haciéndoles la fiesta al amo gringo por las migajas que les tira después de habernos robado hasta el alma. "Nos dan", dicen los flojos de mente y espíritu, pero no tienen ojos para ver cuánto se llevan cada día, mientras nos han tumbado los medianos y pequeños comerciantes nuestros. ¡Que vergüenza, Puerto Rico!

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