viernes, 13 de agosto de 2010

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Lares, cielos y gritos




Ahora ocurre que el señor alcalde de Lares, Roberto Pagán, prefiere ignorar la historia de su pueblo y de su país, prefiere dar la espalda a uno de los acontecimientos más significativos de Puerto Rico, para seguir las visiones "proféticas" de una pastora.

Aparte del asunto de la separación de iglesia y estado, vital hasta el extremo en una democracia que debe saber que el dogma anega en sangre la tierra, ¿cuál iglesia es la que sigue este alcalde? ¿O es que Lares ya no es un pueblo predominantemente católico?

No es sólo cuestión de historia la elección del cognomento del pueblo: es un diluvio artístico, que en todas sus formas, sea teatro, música o pintura, pero sobre todo poesía, distingue a Lares en Puerto Rico, en el Caribe y en el mundo entero.

Lares es cuna, sólo a modo de ejemplo paradigmático, de Francisco Matos Paoli, Premio Nóbel de Literatura --aunque no lo recibiera en verdad nunca por ser poeta de una colonia. La significación histórica de Lares es un valor inestimable, una joya sin precio imaginable, para la mayoría de los puertorriqueños. 


El señor alcalde, sigue las fantasías de una pastora para darle la espalda a una nación que por casi 150 años ha encontrado en el Grito de Lares sus señas de identidad, guiado a ello por uno de los próceres más estimados por el pueblo puertorriqueño, internacionalmente conocido, mucho más que Luis Muñoz Marín o Luis Fortuño: Pedro Albizu Campos. A sólo una semana de la muerte de Lolita Lebrón, el alcalde Roberto Pagán pone en evidencia síntomas que requieren ingreso urgente en el Hospital de Psiquiatría. Oír voces es síntoma de esquizofrenia, señor Pagán. Seguir a un loco es cosa muy seria, según lo dice Sancho Panza en "El Quijote".

Después que Luis Llorens Torres rescatara con una obra de teatro para la memoria colectiva del pueblo de Puerto Rico la gesta de Lares y de Ramón

Emeterio Betances, Padre de la Patria, después que Pedro Albizu Campos enseñara a este país la obligación de peregrinar a Lares para rendirle nuestros respetos a los héroes, no hay alcalde ni pastora capaz de borrar la historia. 

Es infinitamente más significativo lo que hacen los pueblos, los productos de la cultura, que las bondades de la naturaleza. Pues aunque la naturaleza sea imponente, los pueblos para sobrevivir tienen que fajarse con ella de alguna manera. Es en esa faja que adquieren su molde, su morfología, su identidad, y los motivos de orgullo.

En efecto, señorito Pagán, cuya falta de cultura apunta a un analfabetismo funcional: los cielos son abiertos, pero su luz no puede taparse con una mano. Ese tipo de pretensiones anticulturales son síntomas inequívocos de las actitudes fascistas que azotan al pueblo puertorriqueño. 


Lares es, y seguirá siendo, ciudad de cielos abiertos como todos los pueblos del país, del Caribe, y de casi todo el mundo. Pero en Lares, son cielos abiertos, de par en par, al Grito, al Grito de Lares. Ésa es la particularidad y la seña de identidad del pueblo de Lares.



Marcos 
Reyes Dávila

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