martes, 9 de febrero de 2010

La lluvia en la bodega

La lluvia en la bodega

ese amor ya sin ti me amará siempre”   
Ángel González


 

No sé si el agua                                          
que corre bajo el puente
deletrea exactamente tus enigmas
o predica tus nostalgias fugitivas
Pero cada hoja que fue
       –o que será–
es huella perdurable de ese surco
en que germinas

No sé si tras el muro apalabrado
se congregan todavía tus urgencias
o ese adiós en el pañuelo del armario
o el galope de la lluvia por el llano 




Confieso que viví en ti
Mas ¿cómo vivimos?
Yo soy todo lo que fui,
mas soy también lo que no he sido
Anoto en el libro libre
el paso de lo efímero
milímetro a milímetro
La suma de esas gotas
      en el surco impreso
el archivo de todos tus sigilos
el bodegón de esa memoria insomne
que hiere de pronto
con su hierro viejo
el vientre del códice que te contiene 
a salvo del tiempo
Y lo que fue esa lluvia
sobre los arrozales y las margaritas
el colibrí que repasa el inventario
la gramática del agua y la del fuego
el instante eterno en que pupilas



La eternidad es
sencillamente inolvidable
Una piedra de agua fugitiva
La memoria herida
por el beso o la mordida
La bodega donde espera despertar
el gong de la campana
su turno en la orquesta del recuerdo
La letra en la quebrada
de un corazón deshabitado
que no olvida
cómo la devoción hace el milagro



En la bodega del verso respiras tú
calladita como el vino
A veces frágil cristal de la nostalgia
A veces afidávit de eucaliptos
Quedo, quizás,
que apenas pluma
roza las orejas,
cada tonel predica la memoria viva
de tus huellas vivas
testimonia el calendario de todos tus rituales
confiesa el temblor de tus pupilas todas
De eso que sostiene la lluvia a mediodía
y la pasión de los rosales
que transita desde antaño
    –inaudible casi
los viñedos de tus glorias
los
regresos del camino
por donde todo vuelve lluvia
    que aúnserá diluvio
lluvia apalabrada ya por siempre
crónica de lo que fuimos
crónica de lo que aún no hemos sido

En lo hondo de estas bodegas
donde susurra el verso
su antigua urgencia
siempre llueve el corazón entero
Déjame encendida la luz
que cada verso
–aún sin ti
o aún sin mí–
te hablará por siempre.
La lluvia en la bodega
escribe oye y canta
una sinfonía perenne.


Marcos 
Reyes
Dávila

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