viernes, 22 de mayo de 2015

Así empieza lo malo de Javier Marías



Así empieza lo malo 
       de Javier Marías

Javier Marías: “Así empieza lo malo”. México: Alfaguara, 2014, 534 págs.

    Un querido amigo, andaluz puertorriqueño, me recomendó con mucho entusiasmo las novelas de Javier Marías. Así emplazado, me embarqué primero en la lectura de “Así empieza lo malo”. Ignoro si esta novela caracteriza el lenguaje de Marías. La nota de presentación refiere los innumerables premios recibidos por Marías por una obra principalmente novelística y de muchos títulos.
    Admito que empezó con lo bueno, no con lo malo. Los primeros segmentos me recordaron a Saramago, pero españolizado y quizás más ameno. Me atraparon. Un tal Juan de Veres narra la historia, según la recuerda. Se refiere a sucesos ocurridos en su juventud al inicio de la época posfranquista. La trama no encadena un torbellino de sucesos sociopolíticos que involucren a una comunidad de personajes, sino que parece reducirse a un conflicto de naturaleza íntima, de pareja, de su jefe, Muriel, un cineasta, atrapado, con una mujer que no puede perdonar, en un país, católico, en el que no está legalizado el divorcio.
    Dije “parece” porque poco a poco la novela expande, aquí y allá, sus aristas hacia atrás, a la guerra civil y su secuela de dictadura. Ya muy adelantada la lectura notamos con sorpresa cómo Marías novela un aspecto marginal, colateral, de esa terrible historia de la posguerra. De modo que la novela se retrotrae y luego se proyecta mucho más allá de su tiempo de base.
    Marías pudo construir una novela mucho más reducida, más de la mitad, sino dependiera la narración de la exposición de las infinitas posibilidades que cada paso dado presenta. Además se redeleita en exceso con películas y actores que pocos de sus lectores conocerán. En esa indagación de las infinitas posibilidades está parte del atractivo del novelar de Marías, pero también parte de un peso en alguna medida superfluo.
    El título de la novela parte de una expresión de Shakespeare: “Así empieza lo malo y lo peor quedó atrás” (393). Se refiere a que nos ocurren cosas que inicialmente tomamos como explosivas, tanto en mal sentido como en el bueno, pero que con el tiempo se atenúan y se borran. Según el narrador, “la verdad” “tiene un lugar y en él se queda; y tiene un tiempo y en él se queda también. Se queda encerrada en ellos y no hay forma de reabrirlos” (34). “Solo nos restan tanteos y aproximaciones”, añade.
    Para mí fue novedoso el particular enfoque que se hace sobre ciertas secuelas de la guerra civil que se proyectaron no solo hacia los años 80, tiempo en el que se ubica la historia, sino hasta nuestros días, con todo ese afán de desenterrar muertos de hace 75 años. Marías desenmascara indignaciones y falsas inocencias. Entre el atractivo comenzar y el sorpresivo final, y entre el debate de unos valores de época entre los mayores y los jóvenes, en gran medida sexuales, la novela se deja disfrutar.

 Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!


 

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