viernes, 5 de octubre de 2012

El alegado fin de la guerra fría y el socialismo real

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El alegado fin 
de la guerra fría 
y el socialismo real

Una de las más terribles herencias del régimen soviético que adulteró Stalin
fue la imagen del Socialismo como un régimen autoritario, ateo, represivo, sin corazón. Trotsky mismo lo anticipó en fecha temprana cuando se esforzó, al lado de Lenin, por frenar la burocratización de la revolución de 1917. La burocratización fue una de las herramientas fundamentales utilizada por Stalin para construir ese estado sin alma, la antítesis misma de la utopía revolucionaria que movió al partido bolchevique a tomar el poder.
 
    Lenin creó, cierto es, un partido centralizado, compuesto por miembros educados y entrenados en el marxismo para dirigir la fuerza revolucionaria de la clase obrera cuando ésta se desatara y evitar los errores y los peligros de retroceso a la restauración del sistema zarista. Pero él mismo advertía que la revolución no podía ser impuesta sobre la mayoría, de manera que instrumentó un sistema complejo que si bien, por una parte, imponía la autoridad desde arriba, por el otro, esa autoridad emanaba desde abajo a través de numerosos comités de trabajadores y de campesinos dispersos por todas partes.
 
    La “dictadura del proletariado” no se parece en nada a la dictadura unipersonal de un yo-supremo. Es una dictadura de clase –no personal– en cuyo seno se practica la democracia. Lenin decía que “no se toma nunca una decisión acertada sin antes haber sobrevivido a una batalla contra el error” 
 (A. Brien, “Lenin”, 580.) En una ocasión le comentó a un coronel de Estados Unidos:
 
    “Dudo que ningún otro dictador, en toda la historia, haya sido tan votado y tantas veces. No puedo hacer cumplir ninguna decisión que no haya sido ratificada por mis colegas. Debo tener detrás de mí la mayoría del Comité Central del Partido, del Comité Ejecutivo Central del Congreso Estatal de los Soviets, del Consejo de Comisarios del Pueblo, de los comités centrales del partido de la mayoría de las ciudades y de los soviets ciudadanos” (Ibid, 533). En infinidad de ocasiones se le cuestionó severamente y perdió las votaciones. No empece perder muchas batallas, ganó casi todas sus guerras sin crear una facción dentro del partido ni exigir lealtades a su persona.
 
    Sin embargo, no es extraño escuchar las voces que hablan, de espalda a la realidad, del fin de la “guerra fría”, como si el socialismo hubiera desaparecido del planeta con la desintegración de la Unión Soviética. Se diría que los graves conflictos que se viven en el medio oriente no contaran con este ingrediente, y que gran parte de la humanidad no viviera hoy día bajo sistemas socialistas. (No me hago de ilusiones: ni el Partido Socialista Obrero Español, ni el partido socialista francés, hoy en el poder, son en verdad partidos socialistas.)
 
    Trosky formuló también la idea de que del mismo modo que la burguesía creó diversas formas de gobierno y sufrió restauraciones y retrocesos, el estado obrero se vería forzado a crear diversos modelos ensayando sobre la práctica. Es imposible ignorar, respecto a la revolución leninista, que se dio en un estado semifeudal, con una clase obrera débil, y en medio de una guerra mundial imperialista que acosó salvajemente la revolución rusa, y que creó, para destruirla, el estado fascista, dando origen a una segunda guerra mundial. Por otra parte, ¿no sobreviven en pleno siglo XXI , y en muchos países, instituciones políticas casi medievales, aristócraticas, monárquicas, o sencillamente fundamentalistas?  
 
    ¿Qué ocurre hoy día en el mediano oriente? ¿De qué se trata la atroz destrucción del estado de Irak, de Libia, del Líbano, de Afganistán, de Palestina? ¿Qué ocurre hoy en Siria si no es el ataque de la jauría de perros de la OTAN imperialista? ¿Qué se cierne sobre el futuro de Irán? ¿Qué ocurrió en Honduras? ¿Qué pasa con Cuba?
 
    Algunos ingenuos piensan que Cuba es una dictadura que debe abrirse de conformidad a los modelos “democráticos” occidentales para que partidos como el de Rajoy en España tengan la oportunidad de restaurar la explotación capitalista y la oligarquía de empresaurios sin patria. No hay cabida en ninguno de esos países occidentales para nada que no sea la explotación neoliberal de las grandes mayorías, la restauración del capitalismo salvaje, la eliminación de las conquistas sindicales, la reducción de sueldos, la eliminación de permanencia y de los sistemas de retiro, etc. Cualquier partido que dé la espalda a la noción de clase, como si hablara por  toda la población de una nación, miente, pues en el capitalismo la igualdad NO existe. La Igualdad fue la principal promesa incumplida por la revolución burguesa, incluidas la de Estados Unidos y Francia. Esa triple promesa de IGUALDAD, LIBERTAD, FRATERNIDAD sólo es posible en el socialismo, en una sociedad que no esté dividida en clases, pues la posibilidad de cada una de esas tres promesas depende de la realización de la otra. El socialismo es el único sistema que puede ofrecer una democracia verdadera.
 
    Por la puerta que abra Cuba entrarán las fuerzas del imperialismo para desestabilizar el gobierno y colocarlo dentro del redil, así sea necesario intervenirlo con un ejército de mercenarios entrenados y armados como ocurre en Siria. Ninguna revolución tiene la opción de la ingenuidad ni la obligación de poner al alcance del mercenario la yugular. De frente a Estados Unidos, ¿qué otra opción de vida independiente –es decir, libre–  tiene el pueblo cubano?
 
    Fuera del socialismo, no hay otro futuro posible.  
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

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