lunes, 10 de febrero de 2014

De la Colonia y los Derechos Humanos -Vampiros y zombis



De la colonia y los derechos humanos 
al país de vampiros 
 y de zombis

 


Oímos decir por la radio a gente enajenada de la realidad que “Puerto Rico es un país libre”. ¿Libre? Decía Hostos, con toda razón, que “la libertad es un modo absolutamente indispensable de vivir”. A todas las luces, está ahí implícito el vínculo matriz entre libertad y derechos humanos. No se trata sólo del derecho a la libertad en el sentido de las libertades públicas y la privación arbitraria de la libertad, sino del derecho a la integridad personal, el “decoro” y la “honradez” de la definición martiana que nos exige, a riesgo de convertirnos en “bribones”,  luchar por un gobierno justo. Se trata, además, de los derechos políticos y los judiciales, del asilo y la nacionalidad, y sobre todo, del derecho a la vida.
    La degradación de los bonos del gobierno a chatarra, habla de nuestra impotencia del saqueo inmisericorde al que se somete todos los días la riqueza de este pueblo. Porque, por una parte, los gobernantes de facto se reparten, entre ellos y sus socios, cantidades inverosímiles de cada presupuesto, como los vampiros, pero, por otra parte, vivimos en un país sometido a la explotación y al saqueo del poder colonizador, también vampiro, que ha organizado toda la economía en función de una aspiradora que lo absorbe casi todo.
    Pero ¿qué ocurre en Puerto Rico con los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas?
    El primer artículo subraya que todos los seres humanos “nacen libres en iguales en dignidad y derechos”. Entonces ¿por qué Puerto Rico carece de soberanía popular y del derecho de autodeterminación? ¿Por qué los poderes fundamentales del estado están en Washington y no en Puerto Rico?
    Em artículo 4 dicta que nadie estará sometido a esclavitud, ¿pero qué otra cosa es una colonia en la que se hace lo que ordenan los norteamericanos?
    El artículo 5 habla de la tortura, ¿y de qué otra manera se vive en una colonia que niega la libertad de ser ?
    Los artículos 6 y 7 hablan del derecho a la personalidad jurídica y la
igualdad ante la ley, pero dónde está esa igualdad en una colonia, cuyo tribunal principal, el llamada erróneamente “federal”, se entabla en inglés?
    El artículo 15 habla del derecho a una “nacionalidad”... ¿Dónde está la nacionalidad puertorriqueña, establecida en la Ley Foraker de 1900, y enterrada en un mar de papeleo con la Ley Jones de 1917?
    El artículo 21 establece el derecho a participar en el gobierno, pero ni hay derechos válidos en el Congreso ni en la Presidencia, ni hay derecho a un sistema ejecutivo, judicial y legislativo de poderes plenos, es decir, verdaderos. Ese mismo artículo establece también que “la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público”, pero los puertorriqueños hemos vivido enajenados de eso desde la llegada de Juan Ponce de León hasta hoy.
    Treinta son los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la inmensa mayoría están negados, explícita o implícitamente, bajo el régimen colonial. La imposibilidad de actuar efectivamente para resolver nuestros problemas es la base del impulso desmedido de un exilio que en su fondo es involuntario, y es la base, bien fundada, de la renuncia, la derrotada, la depresión, a participar eficazmente en la transformación de una orden político que está fuera de nuestro control y que sólo podemos ver desde las alambradas o expresando las simpatías ante una situación de
posibilidades reducidas a la ineficacia y reducida a la corrupción.
    Sí. La colonia, Puerto Rico, es un país de zombis, de vampiros, de fantasmas, de reventados. Ya lo decían los poetas del siglo XIX y lo repitió el mismo Hostos: “el cadáver de un país que no ha nacido”. Más libre en Oscar López tras 32 años de vivir en una prisión norteamericana por querer ser... Simplemente.
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

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