Y Hostos,
“un ilustre desconocido”: Pedreira
La pregunta que constituye el título de estas líneas no pretende desarrollar, otra vez, la idea certera de Antonio S. Pedreira. Más bien intenta apuntar hacia dos asuntos diferentes.
(1) Por una parte, hacia la política que una nueva administración universitaria debería seguir respecto al Instituto de Estudios Hostosianos, desmantelado por la administración novoprogresista que ignoró el interés de su fundador, don Luis A. Ferré, en la obra de Hostos.
(2) Por otra parte, hacia dónde están escondidos muchos textos hostosianos que don Juan Bosch conoció y a los que hace referencia en su biografía “Hostos, el sembrador”.
1.
Eugenio María de Hostos es el puertorriqueño más ilustre, el de mayor trascendencia histórica para Nuestra América. Descansa en el Panteón de los Héroes de la República Dominicana por haber sido, en palabras del ex presidente Juan Bosch, uno de los cinco forjadores de esa patria antillana. Maestro de José Martí, aunque nunca se dieran la mano, Hostos fue proclamado por los estados latinoamericanos reunidos en Lima en el 1938, “Ciudadano Eminente de América”. El proyecto del tren trasandino que repetidamente defendió, existió durante cerca de setenta años uniendo, a través de los Andes, a Argentina y a Chile, y la primera locomotora que cruzó las cumbres nevadas llevaba su nombre.
Con motivo del sesquicentenario de Hostos (1989) la Universidad de Puerto Rico, presidida por Fernando Agrait, creó la Cátedra de Honor Eugenio María de Hostos, que la administración novoprogresista también descontinuó, y creó el Instituto de Estudios Hostosianos con la encomienda principal de publicar una nueva edición crítica de las obras completas de Hostos. El proyecto, lamentablemente, se descontinuó. Puerto Rico, nación antillana administrada por Estados Unidos, no pudo continuar con un proyecto que ha llevado con viento en popa, y gloriosamente, Cuba, en torno a las obras completas de José Martí.
Cualquier intento de devolverle la universidad a los universitarios, cualquier proyecto de reconstruir una universidad pública puertorriqueña, debe necesariamente plantearse la restauración del Instituto de Estudios Hostosianos y la Cátedra de Honor Hostos, del mismo modo que los principios de la famosa pedagogía hostosiana, uno de los cincuenta maestros más grandes de la historia de la humanidad, deben inspirar y orientar los trabajos de un nuevo Departamento de Educación.
2.
Recientemente visité la República Dominicana y adquirí una edición de la Fundación Bosch de “Hostos, el sembrador”. Bosch, como se sabe, supervisó el trabajo de traslado a maquinilla de los originales de Hostos que se publicaron en las Obras completas de 1939. Cuando hice mi primera lectura de esa obra, hace algunas décadas, no estaba en condiciones de percatarme de algo que me asaltó al releerla ahora. Y es que Bosch alude a numerosos textos que ahora puedo asegurar que NO están presentes ni en la edición facsímil de 1969, ni en el llamado tomo XXI (“España y América”), publicado en fecha posterior al 39, ni en la edición crítica más reciente.
Tengo la sospecha de que se trata, fundamentalmente, de cartas y textos de naturaleza personal e íntima, que quizás la familia, por pudores irrazonables, prefirieron reservar al ojo público de la historia. El hecho de que al realizar la edición crítica de numerosos textos publicados en las Obras completas de 1939-1969 se pudiera observar la supresión y enmienda de numerosas expresiones presentes en los originales, nos permite colegir que esa actitud de reserva y pudor estuvo en efecto presente y pudiera explicar la omisión de textos.
¡Ojalá no se hayan perdido sin remedio! ¡Ojalá que, quien los tenga, los presente por fin! Son joyas sin precio de la patria puertorriqueña, antillana, latinoamericana, y universal.
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
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