jueves, 10 de mayo de 2012

¡Ay, Corretjer!


 ¡Ay, 
Corretjer!

 
Anoche soñaba con una disputa entre ricos y pobres empleados. El capitalista les dijo con desdén que no tenía tiempo que perder con sus reclamos. Los trabajadores respondieron, que comenzara entonces por hacerse la comida.
    Y es que, en efecto, los gobiernos, empresarios, banqueros, terratenientes, los del fondo monetario y cnn, nos convencen de lo contrario en Grecia, España, Puerto Rico, Estados Unidos... De que el capital financiero es necesario para sostener el mundo, cuando lo verdaderamente indispensable es el trabajo. El trabajo ha sido siempre el principal generador de la riqueza.
    En “Oubao Moin”, Juan Antonio Corretjer lo dice claramente. No me refiero ya a lo más evidente y literal, esas manos negras, indias y blancas que construyeron los caminos, sembraron, edificaron y crearon con su esfuerzo la patria. Me refiero a que el poema comienza hablando del oro de los ríos. De que la búsqueda del oro explotó las manos de indios y de negros. El oro se lo llevaron, pero para nosotros sólo sirvió para ensangrentar las aguas.
    No es, pues, el oro lo que nos construye la patria, sino el criadero inventado, el trabajo de mineros, de ganaderos, camineros, carreteros, cocheros, constructores, el trabajo con la siembra y cosecha del café, del tabaco, la caña, pastos, bosques, cabras y gallinas. No el oro, el capital de bancos: el trabajo todo lo puede. El trabajo. Incluso la libertad.
    El oro y su desempleo, nos esclaviza, pues el capitalismo crea un ejército de desempleados porque lo necesita para prevalecer. Pero, como dice Corretjer, es de las manos que trabajan, y sólo de ellas, que “saldrá la nueva patria liberada”. Quizás no la independencia, pero sí la libertad. ¡Ay, Corretjer!

Marcos
Reyes Dávila

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