martes, 13 de marzo de 2012

Sublime CLAUSURA del IV Festival de Popesía en Puerto Rico


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Sublime la Clausura
del IV Festival Internacional 
de Poesía en Puerto Rico

 
Las actividades del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico (FIPPR) se han caracterizado, a lo largo de sus cuatro ediciones, por la participación de poetas de numerosos países de habla hispana, muchos de ellos de notable trayectoria y calidad, jóvenes y menos jóvenes, académicos y no académicos –incluso varios eméritus– , que se desplazan en grupos diversos a diferentes partes de la isla, nunca concentrados a San Juan. A veces van a recintos universitarios, centros culturales, escuelas, incluso plazas públicas, y que comparten escenario y diálogo con muchos poetas puertorriqueños.

    Este año el FIPPR incluyó al Departamento de Educación a través de un certamen para estudiantes.

    Como de costumbre, la sede se ubica, y la apertura se celebra, en el Recinto Metropolitano de la Universidad InterAmericana. De esta suerte, me parece evidente que el festival, que busca promover y difundir la poesía por todo el país y más allá de los lectores y cultivadores usuales, logra invariablemente su cometido.

    A veces el discurso poético de los poetas invitados transcurre por los temas tradicionales y otras veces no. En su diversa patente, las voces tratan conflictos de la vida íntima o conflictos de naturaleza social y política. A veces irrumpe la quebradura ante la muerte de un ser querido o el drama de un país perseguido y reprimido. A veces es el erotismo, los laberintos del amor y sus reclamos, las despedidas o el monstruo que derrota un paraíso. A veces la voz se ufana por ofrecer un giro final inesperado y dramático, y otras veces se conforma en moldes contestatarios de ruptura y vanguardia. La tendencia al performance, a la recitación calculada de quienes se desplazan de festival en festival, siempre aparece, a veces acompañada de música y de imágenes –visuales, obviamente–, y otras, de un poco de actuación y teatro realizado en el gesto, el soplo de unas plumas azules, o un rebozo rojo que transforma las presencias plausibles de un rostro . Las más de las veces, empero, la palabra entra al ruedo sin más compañía que su propia voz, su verdad, su dolor, su sorpresa o su ternura, y su cadencia.

    La oferta del FIPPR es en general notable. Siempre se encuentran en el conjunto voces extraordinarias, de modo que a veces asombra la penosa penuria con que la Junta de Directores tiene que organizar los trabajos, y la ausencia de tantos y tantos a quienes ni el oficio compartido, ni el trámite básico de actualizar los trabajos de su actividad académica, ni siquiera la tradicional hospitalidad puertorriqueña, los anima a salir de la empobrecida pereza y dar la cara a lo que debería ser un obsequio poco usual, si ya no extraordinario. No obstante, siempre aparece la mano cooperadora.

    La clausura de este año comenzó tarde. El Municipio de San Lorenzo, con quien se coordinaron las actividades de Clausura del IV Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico (FIPPR), había paseado y obsequiado durante el día a los poetas internacionales invitados de doce países hermanos: Argentina (dos), Chile (dos), Perú (dos), Colombia, España (dos), México (dos), Ecuador (ya ausente), El Salvador, Panamá (dos), República Dominicana (dos), Cuba y Honduras, y llegó tarde al teatro Priscila Flores. No obstante, y en atención al teatro atestado de público presente, comenzó la música de trovadores.

    Una vez presentes los invitados todos, comenzaron los actos con una mínima participación protocolaria de bienvenida de las autoridades municipales –el alcalde estuvo ausente– y de la presidenta del FIPPR, Vilma Reyes. La noche transcurrió con la lectura de cada uno de los poetas presentes, siempre acompañada de música de fondo, y con contados y breves interludios musicales a cargo de jóvenes de brillante ejecución en el cuatro y la guitarra, y del panameño Javier Medina. A cada uno de los poetas lo presentó alguien distinto, y siempre con un obsequio en la mano de naturaleza artesanal, madera, pintura, cristal. A veces eran niños, estudiantes, muy jóvenes en algunos casos; en otros, adultos que representaban distintos sectores de la sociedad de San Lorenzo. De ese modo, el Municipio vinculó sabiamente a muchos sectores de la comunidad. Todo el acto se desarrolló de manera cumplida y fluida, perfectamente coordinada en los detalles, y con un inmenso calor humano que arrancó del público frecuentes ovaciones.

    Las ejecuciones, en general fueron sobresalientes. Me refiero a la oferta poética de los poetas, algunos con algo de performance, como hemos dicho, y también a la oferta musical, que culminó, pasado el recital, con interpretaciones de trovadores que dieron la sorpresa de incluir un contrapunto muy lucido entre el puertorriqueño Roberto Silva Gómez, en seis-bolero, y el cubano Alexis Díaz Pimienta, en punto-libre, sobre el tema de Lola Rodríguez Tió relativo a la unidad –antillana– entre Cuba y Puerto Rico, y luego una fascinante “controversia” entre Pimienta y el trovador canario José Yeray Rodríguez. Más tarde, un sencillo ágape con coquito, licores suaves y bocadillos en otra parte del pueblo.

    En su despedida, Vilma Reyes anunció la realización de un quinto festival. Sublime compromiso con el país, con la poesía, con la verdadera solidaridad y encuentro de los pueblos hermanos que Puerto Rico tanto necesita. Aunque tuvimos la sorpresa de recibir allí un mensaje leído por Violeta Pujols del poeta granadino Chema Cotarello, presente el año pasado, que aludía a los “poetas del mundo”, lo cierto es que el FIPPR pretende algo de mayor importancia, por plausible y concreto, para los puertorriqueños: la integración de Puerto Rico con los países hermanos Nuestra América y de habla española.

      Sublime clausura.

Marcos 
Reyes Dávila
Colaborador del FIPPR

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