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La infancia permanente
Oigo a Benny Frankie Cerezo decir que PuertoRico está en una situación de “caída libre”, por un barranco de descomposición acelerado. Y cierto es. No basta para certificarlo la depresión económica, los insistentes números negativos de los economistas, el alza incontrolable en el desempleo y las quiebras, el récord de asesinatos y suicidios, las drogas, la corrupción absoluta de un gobierno de empresaurios mentirosos, la banalidad de los legisladores sin vergüenza alguna, el descenso poblacional, el alza en la emigración, la depreciación de las propiedades y del trabajo, el empobrecimiento de todo.
Me impresiona la trivialidad de los medios. Me impresiona que todo sea la boda real. Me impresiona que el doctor en literatura diga que la nueva poesía puertorriqueña del siglo XXI no revele que a los jóvenes poetas les duele vivir en una nación fracturada, en coma, jodida, y escriben sobre eso. Me hace recordar que Neruda hablaba de los poetas que sólo hablan de sí mismos, pues sólo ellos son interesantes, y no lo que ocurre en la calle.
La política en Puerto Rico, y los medios de comunicación que la sostienen, tratan todo como si la vida fuera farándula, espectáculo, enajenación. Ahora todo es la boda real.
Hostos le hace decir a uno de sus hijos, en la obra de teatro infantil “El cumpleaños”, que “papá dice que lo peor con que se puede comparar a una mujer o un hombre es con una reina o con un rey”.
¿Qué significa este interés sonámbulo? ¿Cuál es la fascinación detrás de esos reyes ingleses, totalmente ajenos para colmo, esas figuras inútiles, parásitas y patéticas, falsos reyes, pues reyes no son mas que para vivir como en uno de esos programas de TV, reyes que han debido haber desaparecido hace dos siglos de la faz de la tierra? ¿Por qué, para qué mantener e incluso desear revivir reyes y zares? ¿No realizó la humanidad una revolución contra ellos?
Mientras, nada importante parece haber ocurrido en Puerto Rico o en el mundo. No se avecina una hambruna, un caos climático, no se bombardean pueblos, no se ejecutan genocidios, no se retiran los derechos humanos, no se retrotraen las conquistas laborales, no crece el hambre, no cae la economía de los pobres mientras crece aceleradamente la riqueza de los menos, no se violan las leyes, ni los estados violan la Carta de las Naciones Unidas y los derechos humanos, no siguen asesinando al pueblo de Honduras.
Oigo en la radio las mismas tonterías sobre la conducta sexual de hombres y mujeres. Se diría que esa conducta no es la misma desde hace miles de años. Se diría que tras la experiencia acumulada de millones de años, según la ciencia, es necesario aprender de nuevo por el principio, una y otra vez y con cada uno, como si de un misterio indescifrable se tratara.
Sí. Cada quien nace infante, y necesita ser educado. Pero lo que me sorprende es ver y oír que adultos hablen del sexo como de algo misterioso e incomprensible.
Somos niños oreo. Somos Peter Pan. La humanidad vive una infancia permanente.
Oigo a Benny Frankie Cerezo decir que PuertoRico está en una situación de “caída libre”, por un barranco de descomposición acelerado. Y cierto es. No basta para certificarlo la depresión económica, los insistentes números negativos de los economistas, el alza incontrolable en el desempleo y las quiebras, el récord de asesinatos y suicidios, las drogas, la corrupción absoluta de un gobierno de empresaurios mentirosos, la banalidad de los legisladores sin vergüenza alguna, el descenso poblacional, el alza en la emigración, la depreciación de las propiedades y del trabajo, el empobrecimiento de todo.
Me impresiona la trivialidad de los medios. Me impresiona que todo sea la boda real. Me impresiona que el doctor en literatura diga que la nueva poesía puertorriqueña del siglo XXI no revele que a los jóvenes poetas les duele vivir en una nación fracturada, en coma, jodida, y escriben sobre eso. Me hace recordar que Neruda hablaba de los poetas que sólo hablan de sí mismos, pues sólo ellos son interesantes, y no lo que ocurre en la calle.
La política en Puerto Rico, y los medios de comunicación que la sostienen, tratan todo como si la vida fuera farándula, espectáculo, enajenación. Ahora todo es la boda real.
Hostos le hace decir a uno de sus hijos, en la obra de teatro infantil “El cumpleaños”, que “papá dice que lo peor con que se puede comparar a una mujer o un hombre es con una reina o con un rey”.
¿Qué significa este interés sonámbulo? ¿Cuál es la fascinación detrás de esos reyes ingleses, totalmente ajenos para colmo, esas figuras inútiles, parásitas y patéticas, falsos reyes, pues reyes no son mas que para vivir como en uno de esos programas de TV, reyes que han debido haber desaparecido hace dos siglos de la faz de la tierra? ¿Por qué, para qué mantener e incluso desear revivir reyes y zares? ¿No realizó la humanidad una revolución contra ellos?
Mientras, nada importante parece haber ocurrido en Puerto Rico o en el mundo. No se avecina una hambruna, un caos climático, no se bombardean pueblos, no se ejecutan genocidios, no se retiran los derechos humanos, no se retrotraen las conquistas laborales, no crece el hambre, no cae la economía de los pobres mientras crece aceleradamente la riqueza de los menos, no se violan las leyes, ni los estados violan la Carta de las Naciones Unidas y los derechos humanos, no siguen asesinando al pueblo de Honduras.
Oigo en la radio las mismas tonterías sobre la conducta sexual de hombres y mujeres. Se diría que esa conducta no es la misma desde hace miles de años. Se diría que tras la experiencia acumulada de millones de años, según la ciencia, es necesario aprender de nuevo por el principio, una y otra vez y con cada uno, como si de un misterio indescifrable se tratara.
Sí. Cada quien nace infante, y necesita ser educado. Pero lo que me sorprende es ver y oír que adultos hablen del sexo como de algo misterioso e incomprensible.
Somos niños oreo. Somos Peter Pan. La humanidad vive una infancia permanente.
Marcos
Reyes
Dávila
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