lunes, 25 de abril de 2011

Guántamo

CLARO me tiene aún sin internet en mi casa,
más de dos semanas!

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Desperté esta mañana y me puse a ver las noticias por los canales locales de TV.
La Boda Real, espectáculo mayor que por algún motivo más siniestro que simpático se promueve a toda fuerza.
Notas inútiles e insulsas. Mundo de la más vana trivialidad.
¿Es que nada pasa en el mundo?
¿Es que no hay valores ni luchas que promover, de justicia, libertad, comprensión de la naturaleza humana?

Miro a EL País, órgano
español de derecha , y el titular es "Los abusos de Guantánamo al descubierto".

Cientos de presos, algunos
seniles de casi 90 años, una gran parte sin vínculo de ninguna naturaleza con Al Qaeda, totalmente inútiles --"nada"-- para inteligencia, presos porque quizás algún pariente o conocido, TORTURADOS durante años. Obama prometió cerrar la cárcel de la ignominia. Y no lo hizo.


De Auschwitz a Guantánamo
    -Un paso es...


Guantánamo pasará a la historia de la infamia.
Sus referentes más inmediatos serán el Archipiélago Gulap y Auschwitz.

Alguno pensará que exagero. Cuenta Marco Polo que el Gran Kan que conoció en la antigua China tenía a un funcionario que llamaba "El Acariciador"

Este se dedicaba a aplicar la sentencia del Gran Kan a ciertos presos asesinándolos lentamente. Poseía conocimientos médicos, de manera que eludía aplicar golpes mortales, pero iba drenando el cuerpo poco a poco, a pasos tan lentos que podían durar hasta cien días.

Es difícil imaginar algo más bárbaro.
Pero para eso está Guantánamo.
Allí la tortura no dura sólo cien días, sino años.

No debemos olvidar que EUA entrenó a los torturadores de las dictaduras latinoamericanas y de otras opartes en su célebre escuela de
las Américas del Canal de Panamá.

No debemos olvidar los experimentos médicos con pacientes civiles, no
informados, a los que sometieron a radiación y a todo tipo de virus,
en PR, en Guatemala, en todas partes.

No debemos olvidar que encarcelaron en la cárcel de torturas decenas niños algunos de menos de 15 años.

No debemos olvidar
 
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Guantánamo al descubierto

160 reclusos inocentes o poco peligrosos

EE UU encerró durante años a decenas de detenidos sin ningún vínculo con Al Qaeda

MÓNICA CEBERIO - Madrid - 25/04/2011
Guantánamo creó un sistema policial y penal sin garantías en el que solo importaban dos cuestiones: cuánta información se obtendría de los presos, aunque fueran inocentes, y si podían ser peligrosos en el futuro. Ancianos con demencia senil, adolescentes, enfermos psiquiátricos graves y maestros de escuela o granjeros sin ningún vínculo con la yihad fueron conducidos al presidio y mezclados con verdaderos terroristas como los responsables del 11-S. EL PAÍS ha tenido acceso, junto con otros medios internacionales y a través de Wikileaks, a las fichas militares secretas de 759 de los 779 presos que han pasado por la prisión, de los cuales unos 170 siguen recluidos. Las tripas de la cárcel quedan recogidas en 4.759 folios firmados por los más altos mandos de la Fuerza Conjunta de la base y dirigidas al Comando Sur del Departamento de Defensa en Miami. La radiografía de una prisión creada por George W. Bush en 2002 al margen de las leyesCerrar el penal fue su primera promesa tras asumir el cargo en enero de 2009. El anuncio, hace un mes, de que reanudaría los juicios en las comisiones militares fue el reconocimiento de su fracaso.D nacionales e internacionales llega en un mal momento para el presidente, Barack Obama.
Las fichas secretas del Departamento de Defensa sobre los presos de Guantánamo contienen decenas de historias similares. Hombres sin ninguna vinculación con el terrorismo islamista ni con los talibanes que fueron encerrados por razones que en ocasiones ni las propias autoridades estadounidenses conocen, como se reconoce en documentos en los que se admite su inocencia, el error cometido, y se recomienda que sean liberados o trasladados a su país de origen. A pesar de ello, algunos de los detenidos sin motivo pasaron uno, dos, tres, y hasta nueve años encarcelados.
EE UU acabó determinando que 83 presos no suponían absolutamente ningún riesgo, y de otros 77 se dice que es "improbable" que sean una amenaza para el país o sus aliados. Es decir, que al menos uno de cada cinco internos fue conducido al penal de forma arbitraria según las propias valoraciones de los militares norteamericanos. De otros 274 se considera que solo "quizá" sean un peligro, de forma que las fichas secretas demuestran que EE UU no creía seriamente en la culpabilidad o amenaza de casi el 60% de sus prisioneros, a pesar de lo cual los envió a la isla de Cuba.
El expresidente de EE UU George W. Bush abrió el campo de prisioneros el 11
de enero de 2002. En esa primera época el número de personas trasladadas a la base que no tenían el más mínimo lazo con Al Qaeda fue muy elevado. Especialmente en algunos países. En Afganistán, por ejemplo. La mitad de los afganos -el grupo mayoritario de presos, el 28% del total- fueron después calificados como de riesgo bajo o inexistente. El descontrol y la arbitrariedad, según revelan los documentos secretos, eran grandes. Se privaba de libertad aunque el prisionero no hubiera cometido delitos ni crímenes de guerra. Por si acaso sabía algo. Por si tenía un primo o un hermano en las filas de los talibanes. Por si en su pueblo vivía algún líder que interesara a la inteligencia estadounidense. Por su "conocimiento general de las rutas de ingreso en Afganistán" o del "reclutamiento forzoso talibán", como consta en varias fichas. Las acciones concretas del detenido eran irrelevantes. En cuanto llegaban al penal todos eran calificados como combatientes enemigos aunque no hubiera indicios de que lo fueran.
Mientras EE UU luchaba contra los talibanes, estos recorrían los pueblos de Afganistán obligando a los jóvenes a unirse a sus filas. Solían pedir a cada familia que contribuyera con dinero o al menos con un hombre. Sahibjan Torjan se ofreció como voluntario para evitar el reclutamiento de su padre, pero más tarde se negó a luchar. Los talibanes lo detuvieron durante 30 días. Ni esa oposición le libró de Guantánamo. La Alianza del Norte lo capturó y los estadounidenses lo llevaron al penal el 4 de mayo de 2002. Tenía 21 años. Cuatro meses después se reconocía su inocencia en una ficha secreta: "Basándonos en la información actual, el detenido no es afiliado a Al Qaeda ni líder talibán (...) No tiene más valor de inteligencia para EE UU (...) No supone una futura amenaza para los intereses americanos", aseveró el comandante Michael E. Dunlavey. Tardó aún seis meses en volver a su país. Jon Muhamed Barakzai también sufrió el reclutamiento forzoso. Pero no llegó a combatir. Ni siquiera recibió entrenamiento. Regresaba a su pueblo cuando fue detenido, entregado a los estadounidenses y conducido al penal. Un padre que fue a buscar a su hijo al frente, en Kandahar, también acabó en Guantánamo.
El penal ha llegado a retener a un preso inocente de 89 años en Guantánamo. Sufría además demencia senil, artritis y una depresión grave. En el complejo de casas en el que vivía unos soldados hallaron un teléfono por satélite Thuraya y una lista de números de personas "sospechosas" de ser talibanes. El anciano no sabía de quién era el teléfono ni sabía usarlo, pero fue hecho prisionero y conducido al penal. Acabó pasando con éxito la prueba del polígrafo y las autoridades estadounidenses reconocieron que no suponía peligro ni amenaza alguna para su país.
La arbitrariedad del penal no solo queda clara en las fichas en las que los militares reconocen la inocencia de un preso. La vulneración de las garantías procesales básicas se aprecia en muchas otras, en los criterios indeterminados y generales que sirven para fundamentar una detención. Los principios de humanidad y de proporcionalidad en las penas, de intervención mínima, de legalidad, no existen en Guantánamo. Sobre el afgano Osman Khan, nacido en 1950, afirman que "posiblemente" sea un miembro de los talibanes, pero que "no ha sido determinado con ninguna seguridad". A pesar de ello lo califican como de "riesgo medio" y recomiendan que sea trasferido, pero para que continúe preso en el país de acogida. De otro recluso solo se indica que "se sospecha" de su relación con "elementos subversivos". Un tal Mohammed Nasim aparece como interno 453. EE UU duda de que sea su verdadero nombre. No saben quién es, pero asumen que "quizá" tenga "valor de inteligencia" y "riesgo alto" y proponen que continúe en Guantánamo. "Hay distintas posibilidades sobre su identidad real", señalan. "Entre ellas, que sea un exministro de Educación talibán".
La presunción de inocencia no existe en Guantánamo. Es el detenido el que tiene que demostrar que no es terrorista ni talibán. No había pruebas contra el afgano Yamatollah Abdul, por ejemplo, pero se sospecha de su culpabilidad porque "cuando se le presiona para que explique su historia en detalle pone excusas y no colabora". "Es evasivo y reticente a reconocer ciertas cosas", afirma otra ficha. Cuando hablan sobre Khudai Dad, diagnosticado como esquizofrénico, piden que continúe encarcelado porque su testimonio tiene "escasa credibilidad". Al lado de esta formación, un informe médico adjunto detallaba alucinaciones y episodios de psicosis aguda del enfermo. Tampoco se presentaron evidencias contra un adolescente afgano de 15 años trasladado al penal. No solo era inocente, sino que era una víctima. Antes de que el Ejército de EE UU lo hiciera prisionero, un grupo armado talibán lo había secuestrado y violado.

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Marcos Reyes Dávila

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