miércoles, 9 de enero de 2019

HOSTOS 2019: en Clave de Sol




Hostos, 
en clave de sol


En el 180 aniversario de su nacimiento



Para la HEEND

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Desde Mayagüez, pero para todo Puerto Rico, se organizó hace unos meses un
comité nacional convocado por el 180 aniversario del nacimiento de Hostos. "Ardiente y luminoso" lo clasificó Pedro Henríquez Ureña, miembro de una destacada familia dominicana que gozó la inmensa fortuna de ser su amiga entrañable. La "clave de sol" que encabeza estas palabras tiene la encomienda de apuntar al hecho de que Hostos fue una personalidad maestra tanto para los tiempos que le tocó vivir como para los tiempos que hoy vivimos. Desde su ayer dice a nuestro hoy su palabra ardiente con voz fresca de manantial.

 
El gobierno de Puerto Rico arrincona su recuerdo, pero le es muy difícil borrarlo como ha borrado tanta historia, porque Hostos es figura cenital, cimera, en muchos escenarios fuera del país. La acción constructiva de Hostos acompañó todos sus pasos. Estuviera donde estuviera, estudió sociedades y países, y no conforme con eso, recomendó, alertó y persuadió. La Unión Panamericana lo proclamó en el 1938 como "Ciudadano Eminente de América", y exhortó a las repúblicas todas de América a conmemorar el centenario de su nacimiento. Siendo suscribiente de esa "unión" el gobierno de Estados Unidos, el gobierno colonial de Puerto Rico tuvo que insertarse en la conmemoración del natalicio.

Infinitos son los temas y asuntos que abarcaron su quehacer y los que, para nuestro presente, ese quehacer nos permite extraer hilos que pudiéramos utilizar hoy como armas y herramientas. Ello es así porque el eje rector de su pensar y de su obrar lo constituyó la búsqueda de una verdad dirigida a la construcción de amplios ámbitos de libertad. Ese eje rector nunca tiene acabamiento, y menos para un país que no ha podido escapar de la “charca” de una colonia empantanada. A ese eje rector lo subordinó todo, es decir, todos los espacios que tuvo a su alcance. Ya fuera la educación, el aspecto más comentado, como las luchas políticas todas que tomaron por rumbo sus afanes de construcción de mundos posibles.

Contra lo afirmado por muchos, es imperativo subrayar que Hostos no cupo, nunca, dentro de los límites estrechos de las diversas formulaciones del colonialismo. Insinuarlo es ofenderlo. Que es uno de nuestros más importantes escritores. Que es iniciador en la América Latina de varias disciplinas científicas, como la Sociología y la Economía Política. Que es uno de los más notables moralistas y constitucionalistas. Que es uno de los educadores cimeros de la América nuestra. Que fue uno de los más encarnizados, abnegados y constantes luchadores por la libertad de Puerto Rico, Cuba y la República Dominicana.



Hostos no fue seguidor ciego de ninguna doctrina, pero alimentó su pensamiento con las más radicales y diversas doctrinas que circulaban en la segunda mitad del siglo XIX. En medio de un arsenal de teorías y pensamientos, y equipado con armas de muy diferente origen, Hostos sostuvo y mantuvo a lo largo de toda su vida, con una extraordinaria coherencia, los principios que formuló por sí mismo. Y hay que añadir que, para nuestro asombro, pudo sostener y mantener esos principios de manera creadora ante los retos que le planteó su paso por la vida. Como promotor de formas radicales para la democracia, no dudamos de que miraría con simpatía los reclamos que se hacen en Francia para “restaurar” la soberanía del pueblo francés mediante la implementación constitucional de referendos (“Referéndum de Iniciativa Ciudadana”) sobre todos los asuntos de interés nacional. Detengámonos un momento a observar cómo se enhebran en Hostos la moral, el arte y la libertad.

La crítica tradicional catalogaba la obra de Hostos como la de un escritor malogrado por sus propias concepciones morales. Sin embargo, Hostos fue un escritor fundamental: ensayista, poeta, dramaturgo, novelista, cuentista, incursionó todos los géneros literarios conocidos, e incluso los linderos de la música. Como crítico de literatura alcanzó notoriedad internacional. La confusión al respecto proviene del hecho de que Hostos, dicho sea solo como metáfora, se autoflagelaba continuamente para incentivarse, mejorarse y mantenerse fiel a los principios, antes mencionados, a los que él consideraba que debía someterse. Algunos han visto en esas  autocríticas debilidad y flaqueza. Nosotros vemos en ese insobornable empeño de mejoramiento fortaleza.

Conforme con algunas concepciones de la época, Hostos, examinando la cuestión del arte desde el plano de una moral dirigida a la construcción de la justicia y la libertad, criticaba aquellos devaneos de la literatura que se enajenaba de la realidad y del deber de escrutarla o indagarla. La idea la ilustra no con El Quijote, pero sí con la locura del personaje que, como se sabe, alocado con la lectura de las novelas de caballería, no alcanzaba a ocuparse de sus problemas concretos y prácticos por no dar la espalda a las evasiones ilusionistas. Dedicado a la lucha por la libertad, Hostos sometió a esa urgencia toda actividad humana. Pero eso no le evitó reconocer, como lo hace en el estudio del poeta cubano Plácido, mártir de la lucha por la independencia, que en el poeta entrampado entre Ala fuerza vencedora y el derecho no vencido@, surge precisamente Ala vocación poética de la realidad, hecha carne, hecha hueso, hecha hombre, hecha individuo en el poeta lírico@.



En la búsqueda por la libertad, y entregado al deber ineludible de promoverla y gestarla en hombres y pueblos como Auna manera absolutamente indispensable de vivir@, Hostos acometió todos los frentes de su realidad. Estudió y formuló sus principios y las condiciones que hacen posible lo imposible. Su concepto de la república democrática es radical, y desborda nuestras concepciones contemporáneas. Para Hostos justicia y libertad van de la mano, y se instrumentan desde las estructuras básicas de la sociedad, es decir, desde la familia, el barrio, el municipio, la comunidad. Ejes de toda sociedad civilizada, la libertad y la justicia, se materializan con el cumplimiento de los deberes y con el ejercicio de los derechos. Hacia esa finalidad debe encaminarse la educación, y desde luego el arte.



Para Hostos, "ardiente y luminoso", la libertad en el arte depende, pues, de la libertad individual que se construye en el cumplimiento de deberes y el ejercicio de los derechos. En una sociedad colonial, que desde luego es también capitalista --aunque les parezca a algunos que no hay relación entre sociedad colonial y sociedad capitalista-- , no se practican ni derechos y ni deberes. Luego no hay libertad, ni tampoco patria, sino para los que practican a su riesgo los derechos que otorga la libertad imperativa y los deberes que la misma impone.

Clave de sol en la música de piano. 

Clave de sol:



Desde que Hostos nace en la historia con personalidad propia individual, consagró su vida a la lucha por la libertad de Puerto Rico. De esa meta nunca se desvió. Pero la libertad de Puerto Rico la entendió desde el principio acompañada de la libertad de Cuba y de República Dominicana. Así se constituye como un todo casi inarticulable su ambición central de una Confederación de las Antillas que él, más que utopía inalcanzable, la creía realizable. Sin embargo, su lucha por la libertad de las Antillas la canalizó a lo largo de su vida por distintas vertientes y con distintas estrategias. Eso le ha enajenado favores porque la obra de Hostos no puede definirse con la etiqueta casi única de la independencia obtenida con las armas.



Esa independencia buscada a través de las armas se idealiza en Puerto Rico como la única que merece considerarse heroica, sea la vía factible o posible, o no lo sea. El caso es que Hostos no se limitó a intentar esa vía. Pero sí intentó buscar la independencia y la libertad con las armas, y junto a Betances. Antes, cierto es, lo intentó con la lucha política, pero también armada, en España, a través de una vía indirecta, que él creyó era la que tenía más posibilidades: la revolución republicana de provincias españolas federadas. Pero no se llame por eso al Hostos joven como autonomista o reformista, sin más, que eso es considerarlo colonialista. Y eso es ofenderlo. Hostos siempre rechazó la “asimilación” de las Antillas con España.



La vía educativa, la de formar auxiliares como lo hicieron muchos otros líderes políticos en otros países, incluidos Mandela y Fidel Castro, también la trabajó durante dos décadas. Pero esa vía educativa no era una limitada a la paz. Esa vía educativa, cosa que no siempre se comprende, también incluía las armas. No podía ser de otra manera. Es decir, que la Escuela Normal tenía un “propósito” que él reveló en público, y frente a los poderes del Estado, en su discurso de graduación de los primeros maestros normalistas. Se trataba de educar para, como decía él, formar los auxiliares para alcanzar su idea de libertad. Recuérdese, además, que Hostos no dejó de incluir en su Tratado de Moral el deber moral de usar la fuerza y las armas, nunca para la conquista, pero sí para defender la libertad.



Hoy, y aquí, acaso sea lo más apropiado mencionar las vías que intentó instrumentar a su regreso a Puerto Rico, en el 1898, justo en el instante en que las tropas de Estados Unidos invaden el país. Como ustedes saben Hostos instrumentó, con sede aquí, en su Mayagüez natal, una vía política jurídica que canalizó en dos vertientes principales: la educación de los derechos que cobijaban a los puertorriqueños dentro de un régimen republicano constitucional, y el reclamo del derecho a plebiscito. Puede afirmarse con certeza que el propio Betances concordaba con esa estrategia. Con esa finalidad creó la Liga de Patriotas. Ese camino, no lo olvidemos, ha sido la vía principal utilizada a lo largo del siglo por muchos de nuestros luchadores más reconocidos, incluido Juan Mari Brás. Entiéndase que no decimos que ese haya sido el único camino emprendido a lo largo del siglo.



Finalmente acoto lo siguiente: una unión de trabajadores lucha, en principio, por reivindicar una porción considerable de nuestros derechos, en tanto personas y en tanto pueblo, y además por practicar los deberes. Que los que defienden una idea o un principio se equivoquen o se desvíen por la razón que sea, no invalida ni le resta mérito alguno a esa idea o a ese principio. Por eso proclamo con voz hostosiana, que con los trabajadores, ¡siempre!




Marcos Reyes Dávila
¡Albizu seas!


Publicado en 80 GRADOS el 19 de enero de 2019.





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