domingo, 11 de enero de 2015

Hostos, hombre de todos los eneros

Hostos,
Hombre De Todos Los ENEROS




La noche del   28 de abril de 1875, con 36 años de edad, Eugenio María de Hostos vive uno de los momentos más intensos de su vida. Es su último día en Nueva York, pues parte al día siguiente a la manigua cubana como parte de una expedición y con el propósito de luchar con las armas en mano por la independencia de las Antillas: Cuba y Puerto Rico. Pasa, pues, el día escribiendo cartas a familiares y amigos, y hace una relación de sus impresos y escritos. La razón es evidente. Martí hizo lo mismo cuando se disponía a ir a Cuba con una pistola en mano veinte años más tarde. Ambos enfrentaban la posibilidad de la muerte. 
    La dramática escena que refiero aparece en términos templados y sobrios en las páginas de su Diario (“Obras completas”, II, págs. 208). Hostos nunca llegó a Cuba: el bergantín naufragó a los pocos días. Pero en ese momento, y en otras ocasiones en la década de los setentas, Hostos estuvo dispuesto a luchar con las armas por la libertad de cubanos y puertorriqueños. Había nacido en las montañas de Mayagüez el once de enero de 1839 y desde los trece años había sido enviado a España para hacer estudios preparatorios y universitarios. Involucrado desde la adolescencia con la vida española, no tardó en discernir el trato tiránico de Madrid contra las Antillas. Armado de las ideas liberales de la Ilustración que forjaron la federación norteamericana en el 1776, el joven Hostos quiso luchar contra la tiranía monárquica en España para convertir a las Antillas en estados de una federación hispánica. Muchos defendían esas ideas entre los españoles, pero el liderato liberal que llegó al poder en el 1868 se negó a que las Antillas participaran de ellas. Por eso Hostos rompe con sus correligionarios españoles y se va a Nueva York a fines de 1869 para luchar contra ellos con las armas. No obstante, alcanzó a defender ante el mismo jefe del gobierno a los insurrectos de Lares y de Cuba, como antes, con su novela “La peregrinación de Bayoán”, defendió la lucha de la independencia dominicana..
    Ya en Nueva York Hostos descubre que el liderato de la emigración busca la independencia de España para solicitar la anexión a Estados Unidos. Hostos nunca favoreció la anexión porque esa fórmula significa el “exterminio” de sus pueblos. La utopía más acariciada de su espíritu era construir una Confederación de las Antillas. Es por esa razón que abandona la ciudad para emprender una peregrinación por varios países de la América del Sur.
    El viaje transformó nuevamente su visión del mundo. Antes de atracar en Colombia ya se sentía hijo de Bolívar y del proyecto de la Gran Patria Latinoamericana. Estudió profundamente los países que visitó sin sentirse nunca extranjero. Allí conoció muchos pueblos y culturas, la situación política y económica de cada país y los proyectos de desarrollo. Hostos se percató, por
ejemplo, en Perú, de que el mundo colonial había sobrevivido a la revolución de independencia. Y proclamó la necesidad de realizar una segunda independencia. Defendió las poblaciones autóctonas marginadas y esclavizadas de indios, negros, chinos y cholos. En Chile defendió la igualdad absoluta de los sexos y los derechos de la mujer. Defendió proyectos inmensos como el tren trasandino que unió, en efecto, durante décadas, a Buenos Aires con Chile. Defendió la integración de los países del Cono Sur en un Mercado Común Latinoamericano, pensando en fortalecer las economías, la libertad política y la defensa común frente a los continuos ataques y acosos de las potencias imperialistas del norte. Esa visión integral del mundo latinoamericano, así como la composición de los principios que debían regir la lucha de los pueblos que aspirasen a construir pueblos libres, fueron las bases del pensamiento latinoamericanista y libertario de José Martí. Hostos es un precursor de Unasur y de la CELAC.
    El fin de la guerra de independencia en Cuba es el factor que convierte al Hostos revolucionario en uno de los cincuenta educadores más importantes en la historia de la humanidad. Hostos fue un observador tenaz, poseedor de una curiosidad infinita. En la peregrinación por los países del hemisferio sur estudió tanto la historia, como las sociedades, la organización política, la vida cultural, los latifundios, e incluso levantó datos de los recursos de producción de las diversas comunidades. Desde joven, se dedicó diariamente al estudio de su carácter. Todo ello le permitió años después crear el primer “Tratado de Sociología” latinoamericano y formular una nueva Pedagogía. Aunque en diversos países le pidieron que se quedara a enseñar, no lo hizo hasta el fin de la guerra en Cuba, ocasión en que además aceptó contraer matrimonio. En la etapa de su vida como educador invirtió veinte años: diez en la República Dominicana, donde tuvo que partir de cero y crearlo todo, y diez en Chile, donde construyeron un liceo especialmente para él en la capital, y donde pudo enseñar, entre otros  cursos, Geografía y  Derecho Constitucional. La ausencia de textos científicos para las más diversas materias, lo obligó a redactarlos él mismo. Otra de sus obras maestras fue el “Tratado de moral”.
    A pesar de que habían transcurrido ya casi veinte años desde que abandonó la lucha armada para buscar la libertad de los pueblos a través de la educación, y a pesar de haber constituido una familia con muchos hijos, una vez José Martí reinicia la guerra de independencia antillana en Cuba, Hostos vuelve a la carga. Ni siquiera el presidente de Chile pudo persuadirlo de dejar de atacar a España. Y cuando se percató de que Estados Unidos intervendría en la guerra, abandonó su trabajo y su casa y regresó a Puerto Rico. Era el 1898 y la intención de declarar a Puerto Rico botín de guerra para continuar la colonia con nuevo amo le era evidente tanto a él como a Betances.
    Hostos, que se reinventó cuando abandonó la lucha por una república federal en España para iniciar la lucha independentista con las armas, que volvió a reinventarse cuando abandonó las armas para buscar la libertad a través de la educación y la forjación de su ideal de un ser humano “completo”, se reinventa
nuevamente en el 1898 cuando pone sobre la mesa las armas del Derecho y del poder de la sociedad civil. Fundó la Liga de Patriotas para intentar despertar al pueblo de Puerto Rico de modo que reclamase su derecho a la autodeterminación, y reclamó ante la prensa internacional, el Congreso y el mismo Presidente que la posesión de Puerto Rico era una violación profunda de su propia Constitución como república. Pero los tiempos para esas ideas aun no habían llegado, y tardarían más de medio siglo en constituirse en elementos de fuerza en el planeta. Al percatarse de la inutilidad de su llamado, opta por regresar a la República Dominicana donde muere en el 1903, como maestro de maestros. Allí descansa, con fuego   eterno, en el Panteón de los Héroes de la República Dominicana.
    Hostos, hombre de todos los eneros, es la personalidad más compleja y sublime de la historia de Puerto Rico.  (2015)    



Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!

(Publicado en EL NUEVO DÍA el 11 de enero de 2015, págs. 62-63.)

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