te zumba en las mañanas
Protesta por el Asesinato
de Hostos
en la Universidad de Puerto Rico
En Memoria de Juan Mari Brás
Querido don Juan
don Pepe Ferrer Canales,
Manolín, Manrique, Julio César...
Nuestro Eugenio María de Hostos
el que madrugó tan temprano cada día
ese de las luces peregrinas
y que anticipó el sol por las esquinas
ese que quemó sus alas como un ícaro sublime
el de la semilla encendida
y el cholo marginado
el del africano encadenado en su negror
y el gaucho atascado en los olvidos
el del inca afantasmado
el mapuche perseguido como un ciervo
y el chino de yunta y látigo
el del paraguayo aniquilado
el peruano empedrado de la Oroya
el navegador del Orinoco y el Amazonas
el de los trenes trasandinos
el de las escuelas y de los liceos
el portero de la mujer postrera
ese del antillano ungido
del cubano en la manigua de Céspedes
el de sus dominicanitos
el que llevaba al cinto una pistola
para dominar su voluntad rebelde
el de las pasiones absorbentes
como un grito
ese ser humano completo
el de Salomé
Mitre
Pardo
Luperón
el Maestro de Martí
y el Bayoán deicida
ese que predica aún
por la república española vencida
el que corre por las venas abiertas
de los ríos profundos
el de la balanza
en el reino de este mundo
el que combatió la fuerza con el derecho
el independiente
el que tuvo la libertad
por derecho indispensable
el de la lámpara y la brújula
el que aborreció la colonia
con España y con Estados Unidos
ese compinche de Betances
ese amigo de Ruiz Belvis
ese del 98 pisoteado
el aclamado
por las vegas de Puerto Plata
el del fuego eterno en Dominicana
el de los centenarios
este ciudadano de América...
Fue expulsado de sus aulas
amputado de sus utopías
y asesinado frente a la torre
de la Universidad de Puerto Rico
La letra A del sambenito
que intenta inúltilmente humillarte
lleva la inicial del nombre
de la Patria Grande de Bolívar
y de tu Patria antillana
Mirándote
mutilado otra vez como la estatua
desde donde sólo se puede contemplarte
Desde la altura de los Andes
o desde el Pico Duarte
y la Sierra Maestra
Desde las montañas de Lares
o desde la sangre que corrió
por las calles dominicanas
Desde la sangre en la manigua cubana
Desde la sangre del cordero colonial
de todos los sacrificios
Desde el porvenir americano inevitable
y las cuerdas de las arpas
los candombes y las llaneras
los corridos y las cuecas
Te digo con ardiente paciencia
maestro padre hermano
que desde esta altura
ellos no pueden mirarte
ni los ojos ni las barbas
¡Cuán grande eres!,
Eugenio María
¡Sólo el colibrí te zumba en las mañanas!
¡Bendito seas!
Marcos
Reyes Dávila,
31 de octubre de 2013
¡Albizu seas!
(La Universidad de Puerto Rico ELIMINÓ el Instituto de Estudios Hostosianos.)
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