sábado, 26 de octubre de 2013

Bayoán y la República Dominicana



Bayoán 
     y la República Dominicana: 
las armas detrás de la antillanidad

                                             "Bayoán no fue español", Hostos

   
Ante la fantasiosa tesis propuesta por Argimiro Ruano de un joven Hostos

definido como “español”, tesis repetida por otros ensayistas y críticos, ha venido a mi mente una nueva lectura de La peregrinación de Bayoán, lectura que si bien, por una parte, no descubre el Orinoco, por otra si pone un énfasis especial en un detalle que a mi juicio tiene una importancia mucho mayor a la acotada hasta ahora. Esta lectura es la siguiente.

La novela de Hostos se escribe y publica en el 1863. Y si bien su génesis se ha vinculado correctamente con la concepción de una identidad nacional antillana, de frente a España, germen embrionario de su queridísima confederación de las Antillas por la que abogará toda su vida como una solución a la debilidad política, social y económica de sus islas, amenazadas, por otra parte, y además, por los poderes imperiales europeos y el naciente poder estadounidense, otras líneas interpretativas segundan la importancia de un hecho que estimo de la mayor importancia.

En ese año se inicia la lucha contra la restauración del dominio colonial español sobre la República Dominicana, entregada en bandeja de plata a España en el 1861. ¿Cómo es posible que este hecho, de la mayor importancia, haya pasado casi como nota al calce, marginal, en el análisis de una novela concebida en términos indigenistas, llena de amor por las islas y su pasado taíno, llena de alusiones a su conquista, colonización y dominio por parte de España, insistentemente cuestionado y criticado por abusivo e inmoral? Bosch apenas señala la presencia de una familia dominicana en  el viaje que según él, Hostos, concibe la confederación antillana y la peregrinación de Bayoán.

Al publicarse en Madrid esta novela sobre las Antillas, a fines de 1863, Madrid vivía una guerra que retaba su restaurado dominio sobre la isla Española, y ese hecho tenía que pesar en el ánimo de cualquier lector español del momento. Hostos lo sabía muy bien, pues un cuñado, esposo de su hermana Engracia, teniente español, fue enviado a combatir en esa guerra acompañado de esta y de alguna otra hermana de los Hostos. Además,  de seguro conocía el aprieto en el que se metió Daniel de Rivera al publicar en el 1854 su poema dedicado a “Agueybaná el bravo”, y no obstante, en la novela se refiere repetidamente a él. Hostos se las arregla para elogiar una y otra vez a los caciques que defendieron la isla contra el dominio español, lo que es un modo metafórico de elogiar a los duartes y luperones que luchaban, justo en ese momento, contra el dominio español. No hay otra lectura posible.

De cualquier manera, esta lectura refuerza el carácter revolucionario que le hemos atribuido siempre a la novela de Hostos en cuanto afirmadora de una nacionalidad independiente de España, en cuanto afirmadora de las ideas liberales –revolucionarias– que gestó la revolución francesa contra las monarquías y las aristocracias, en cuanto a un compromiso radical –hasta las armas de Luperón y Duarte– con la causa de la libertad para el pueblo de las Antillas. Por ello es personaje en la novela Guarionex, cacique mayor de la Española que combatió a los conquistadores, y Bayoán, el protagonista, cacique de Borikén (hoy Puerto Rico) que descubrió que los españoles no eran dioses y podían morir en la batalla.

Por eso puede Hostos responder a quien pretende anteponerle a Bayoán el título de “Don”, lo siguiente: “Bayoán no tuvo Don porque no fue español”. Y ya sabemos que este Bayoán es Hostos.




Marcos Reyes Dávila
¡Albizu seas!



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