sábado, 16 de julio de 2011


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“Que el Pueblo decida.”

De la Izquierda y Derecha 
en Puerto Rico

Oigo hablar de izquierda y derecha en Puerto Rico, asociadas a las “llamadas preferencias de status”, que no son tales, y no comprendo nada. ¿No será uno de nuestros impedimentos históricos tergiversar las definiciones, confundir la gimnasia con la magnesia, y hacer pasar continuamente gato por liebre? A veces, tergiversación malintencionada, y a veces, simple incapacidad.

La idea confusa subyacente es que la derecha en Puerto Rico la componen los estadistas-asimilistas; la izquierda, los independentistas, ya sean nacionalistas o socialistas; y el centro, claro, los autonomistas.

Pero, ¿qué sentido tiene pensar eso? ¿Cómo pueden ser centristas los propulsores del estatus-quo, si no hay pensamiento más conservador que aquel que defiende el ELA existente en Puerto Rico –orden político que según algunos profesores NO es un status político–  creado para servir al régimen colonial-imperialista?

Tanto anexionistas como independentistas buscan romper el status-quo, el orden vigente. Pero eso no legitimiza la búsqueda de la estadidad, pues la estadidad presupone el asesinato de Puerto Rico como nación que es, como pueblo latinoamericano, y la renuncia total a la soberanía del pueblo de Puerto Rico. Por eso la estadidad no es una opción legítima de estatus en Puerto Rico. Y el ELA, que es en el fondo el mismo orden de dominio colonial creado por la Ley Foraker de 1900, al servicio del imperio, tampoco. El único estatus legítimo es el que surge de la voluntad del pueblo puertorriqueño, es decir, del uso inalienable de la soberanía. Si Puerto Rico es un pueblo, o una nación, tiene derecho a ser y a decidir sus asuntos, simplemente.

Cualquiera puede averiguar sin dificultad de clase alguna que la izquierda tiene su origen en la constitución de los estados modernos que aspiraban a superar el régimen monárquico, desde mediados del siglo XVIII. A su desarrollo colaboraron de manera sustancial tanto la Revolución liberal de Estados Unidos que produjo la república independiente, como la Revolución Francesa y, sobre todo quizás, la revolución industrial inglesa, burguesa, que creó y dio un auge extraordinario a la clase obrera-proletaria. Es por ese río turbulento que nos viene la demanda de igualdad y de democracia defraudadas en el régimen liberal burgués que legisló para favorecer la burguesía y oprimir al proletariado. Por eso el pensamiento marxismo sólo reconoció tres corrientes en la izquierda: el anarquismo, el comunismo, y la socialdemocracia.

 
La derecha se organizó para frenarlas todas y mantener el status-quo. Por eso la derecha se vincula inexorablemente con el conservadurismo liberal-burgués, y éste con los poderes de la iglesia, los terratenientes y hacendados, los industriales. En ese esfuerzo se llegó, Y SE LLEGA AÚN, al extremo desesperado que conocemos con el nombre terrible del fascismo. Nunca  capitalismo alguno eliminará la pobreza por más riqueza que pueda producir. Su corazón es la acumulación y la avaricia que llamamos la ganancia. Por eso vive de espaldas al bienestar social y sólo hipócritamente, y para mantener la apariencia de utilidad social, mira al lado y otorga una limosna.

La izquierda se opone a los extremos opresores del capitalismo que siempre tiende a formas salvajes de explotación, y a la defensa humanitaria de los trabajadores, la solidaridad, la eliminación de las miserias espirituales, del hambre, del analfabetismo, de la salud descuidada.

En Puerto Rico tanto el PNP anexionista como el PPD colonial son portavoces del sector empresarial-capitalista –gatos negros unos, blancos otros–  que con diferente rostro explotan las grandes mayorías y promueven las desigualdades sociales. Ninguno puede en verdad defender a las clases trabajadoras y oprimidas del país.

El independentismo, por su parte, puede ser burgués o socialista. Procapitalista y, por lo tanto, socio del imperio financiero explotador, o defensor de los trabajadores, de la justa distribución de la riqueza y de la verdadera igualdad.

La política es un arte de fraudes. Aclaremos las cosas, abandonemos eso de llamar “ideologías” a las llamadas preferencias de estatus, que no lo son, y esa manía absurda de pensar como izquierda, centro y derecha a las supuestas opciones de estatus. Y que el pueblo DECIDA.


Marcos 
Reyes 
Dávila

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