domingo, 22 de noviembre de 2015

Diálogos de Liverpool


Los Diálogos de Liverpool 
de Marta Emannuelli

El libro de Marta, Diálogos de Liverpool, es en varios sentido provocador y sorpresivo.


Nadie en Puerto Rico, como en gran parte del planeta, escapó al influjo del fenómeno musical que fueron de los Beetles. Ni siquiera aquellos que no comprendían la letra dejaron de vibrar al calor seductor de sus melodías.
En ese sentido es pertinente y oportuna esta incursión de Marta –orgullosa de ser ponceña– en un tema que sí nos atañe, puesto que es parte de nuestra experiencia, de nuestra formación y de la vida de todos.Percatarse de eso, y atreverse a tratarlo, es, de por sí, una aportación original y valiente.

El libro revela una vocación para armonizar contrarios. Ello nos recuerda una tendencia o inclinación que se manifiesta en los títulos de sus obras previas.

 Cito: Claroscuro - Mosaico de luces y sombras, es decir contraste, enfrentamiento. Pero también está este otro: Memoria para un eclipse. Todo lo que es ese claroscuro o eclipse sugiere un arte proclive a lo barroco, a lo que es blanco o negro, o a lo que se ve complejo por estar imbuido de opuestos. De esta suerte, hay una propensión, atrevida, a la  definición, que dibuja silueta y define el mundo identificando lo que es y lo que vive por la presencia de sus contrarios.

Este libro se trata de la edición bilingüe de veinte poemas cuyo riesgo no se limita a la traducción, ni a la ingeniosa pretensión de definir la poesía con una fórmula química, sino que incursiona en un diálogo complejo que se desarrolla simultáneamente sobre otros abismos.


Y es que, en efecto, no es una mera edición bilingüe, sino una escritura que parte de dos lenguas de familias muy diferentes, para mirar hacia afuera y también desde afuera, desde las orillas del Támesis. 


Pero, además, Emanuelli yuxtapone la lengua de la canción musical
 –con toda su carga de oralidad azarosa– a la lengua de la poesía cultivada.
 

No es repito un poema con meras traducciones. En este libro asistimos a una escritura y una re-escritura, porque la traducción obliga a repensar en un código diferente los temas para poder desarrollarlos plenamente. Su fortuna es que es la cosecha de una siembra recibida en su corazón desde la tierna infancia lo que le ha permitido sopesarla, ponderarla, y madurarla también, durante un largo tiempo. Por eso pueden hablar aquí diferentes voces para infundirle vida verdadera, auténtica a las letras en ambos idiomas. 

La dificultad está en armonizar mundos culturales disímiles –la inglesa y la hispanoantillana–. Creo que esa es la esencia de ese diálogo mencionado en el título del cuaderno. Pero quizás sea dificultad mayor integrar lenguajes que tienden a buscar diferentes efectos de expresión. Me refiero a la diferencia entre la lengua poética, que hoy día es preferentemente lengua escrita, y la letra de las canciones, con su predominio oral y con su enorme énfasis de entonación.


También está el caso de los referentes que no son exlusivamente literarios, pues nos percatamos, no es un secreto, de las extracciones que se hacen de las canciones mismas del cuarteto de Liverpool, o de su modo de desarrollar los temas tomando motivos casi al azar y pavimentando el discurso con elementos de irrealidad, casi magia.


De ese modo, el aliento, híbrido, hace gala en estos versos de un sincretismo que ilustra muy bien el concepto de los formalistas de extrañamiento.


Pero el libro, además, nos replantea el problema de la relación entre lengua y nación que surge en Puerto Rico a propósito del afán de norteamericanizar un pueblo hispanoantillano y de la intención imperial de implantar el inglés. 


También replantea, obviamente, el problema de la emigración que insiste, desde la otra banda, en llamarse puertorriqueña.
 

El libro de Marta nos replantea esos problemas, aportando a la discusión, porque su libro nos trae  una perspectiva diferente. Diferente porque se plantea desde acá, y porque la existencia de esa influencia es innegable y tiene un obvio sello puertorriqueño. Mis felicitaciones a Marta.

Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
 

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