lunes, 30 de mayo de 2011

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De La llama en llamas (2005, inédito)

Memorial de Isla Negra 

(Prefacio del pregonero)

 
Pablo Neruda y Chile, Isla Negra y los Andes,
han sido en mi vida las pasiones de una ermita con ventana abierta a los océanos.

Desde el pez encendido en la veleta de sus vientos
que acuñara perenne la poesía de sus caballos verdes,
hasta ese cruce agónico por los Andes en busca de la libertad y la solidaridad humana,
todo Neruda gime en mi sueño como llama de agua viva en medio de su llano en llamas.

Todo Neruda me llama con la fuerza de sus ríos,
la persistencia de su amor dispersado como un cielo por el aire,
el empuje telúrico que rasca las cumbres heladas
y que sólo ampara el calor de las llamas y las alpacas,
la vigencia pululante de su pasado triste y hermoso,
la ardiente paciencia ante el por venir de justicia que abogamos militantes...

Todo Neruda llama como el memorial de una residencia elemental en el canto.

Todo Neruda llama.

Y llamea.
                                       
¡Me está llamando!
Marcos 
Reyes 
 Dávila

domingo, 29 de mayo de 2011

Probable Asesinato de Pablo NERUDA

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El probable Asesinato de 
Pablo Neruda

Llegué a estudiar en la UNAM, México, justo cuando Pinochet dio el golpe de estado a Salvador Allende. Viví en el Distrito Federal la agonía terrible del golpe, y la muerte de Allende que se proyectó inicialmente como un asesinato, y luego la muerte de Pablo Neruda. Toda la prensa mexicana y radio UNAM trataron con angustia y detalle los acontecimientos.

De la muerte de Allende –asesinato o suicidio– mucho se ha hablado. De la de Neruda, la tesis final fue que un cáncer de próstata había minado su salud, cuando la desgarradora brutalidad que se vivía en Chile lo empujó a la muerte de puro pesar.

Ahora un secretario de Neruda revela que Neruda fue seguramente asesinado. Según dice el mismo, Neruda se encontraba hospitalizado y alerta, preparando su exilio a México con ayuda del embajador de México en Chile. Repentinamente, Neruda lo llama por teléfono, a él y a su esposa Matilde, para decirle que un médico lo había inyectado en el estómago. Se puso muy pronto afiebrado y rojizo, y en el estómago apareció un manchón rojo. Pocas horas más tarde había fallecido. 

El parte médico oficial alega que Neruda había estado catatónico los últimos días, cosa que desmienten el secretario y el embajador de México que iba cada día a verlo al hospital.

La grandeza de la obra poética de Pablo Neruda es difícil de asimilar.  Los puertorriqueños hemos olvidado que le debemos un libro: "Canción de gesta". Yo escribí un libro de poemas nerudeanos que, como libro, está ínédito, aunque los poemas han aparecido en revistas: "La llama en llamas (Memorial de Isla Negra)".



Asesinar a Neruda es algo, sencillamente, atroz.

MRD

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Neruda fue “asesinado”,

relato exclusivo de Manuel Araya, secretario personal del poeta

Todo estaba dispuesto para que el poeta y premio Nobel de Literatura Pablo Neruda se exiliara en México. Había viajado de su casa en Isla Negra a Santiago de Chile y un avión enviado por el gobierno mexicano estaba listo para recogerlo. Sin embargo, tuvo que ser internado en la clínica Santa María. Avisó por teléfono a su mujer, Matilde Urrutia, y a su asistente Manuel Araya que un médico le había puesto una inyección en el estómago. Unas horas después murió.  Araya –quien estuvo al lado del poeta en sus últimos días– contó a la revista mexicana Proceso que el poeta habría sido asesinado.
El poeta chileno Pablo Neruda “supo a las cuatro de la madrugada (del 11 de septiembre de 1973) que había un golpe de Estado. Se enteró a través de una radio argentina que captaba por onda corta. Ésta informaba que la marina se había sublevado en Valparaíso.
“Trató de comunicarse a Santiago, pero fue imposible. El teléfono estaba fuera de servicio. Recién como a las nueve de la mañana confirmamos que el golpe se había concretado. (…) Ese 11 de septiembre fue un día caótico y amargo porque no sabíamos qué iba a pasar con Chile y con nosotros.”
Manuel Araya Osorio habla de Neruda con la familiaridad de quien ha compartido momentos cruciales con un personaje histórico. Y sí. Fue asistente del poeta desde noviembre de 1972 –cuando regresó de Francia– hasta su muerte el 23 de septiembre de 1973.
El corresponsal se reunió con este personaje el pasado 24 de abril en el puerto de San Antonio. La entrevista se llevó a cabo en la casa del dirigente de los pescadores artesanales chilenos Cosme Caracciolo, a quien Araya le pidió ayuda para develar un secreto que lo ahogaba: “Lo único que quiero antes de morir es que el mundo sepa la verdad, que Pablo Neruda fue asesinado”, asegura a Proceso.
Sólo el diario El Líder, de San Antonio, dio cuenta parcial de su versión el 26 de junio de 2004. Pero no trascendió por la poca influencia de este medio.
Araya afirma que siempre ha querido que se haga justicia. Cuenta que el 1 de mayo de 1974 le propuso a Matilde Urrutia, viuda de Neruda, aclarar esa muerte. Ambos fueron testigos de sus últimas horas: durmieron, comieron y convivieron en la misma habitación a partir del golpe del 11 de septiembre de 1973 y hasta la muerte del poeta, 12 días después, en la clínica Santa María de Santiago.
Pero Araya afirma que Matilde –quien murió en enero de 1985– no quiso tomar acción alguna para fincar eventuales responsabilidades. Según él, Urrutia le dijo: “Si inicio un juicio me van a quitar todos los bienes”. Araya cuenta que en otra ocasión tuvieron una discusión que marcó un quiebre final en su relación con la viuda. “Me dijo que lo que había pasado era cosa de ella y no mía, porque yo ya había terminado de laborar con Pablo, ya no era trabajador y no teníamos nada que ver”.
“Neruda quería que cuando muriera, la casa de Isla Negra quedara para los mineros del carbón (…) Pero la Fundación (Pablo Neruda) se apropió de su obra y no ha concretado ninguno de sus sueños. A ellos (los directivos de la Fundación) sólo les interesa el dinero”, espeta.
Afirma que hace dos años le entregó a Jaime Pinos, entonces director de la Casa Museo de Isla Negra, de la Fundación, un relato sobre los últimos días del poeta. “Pero no han hecho nada con esa información, ni siquiera la han dado a conocer. No quieren que la verdad se sepa (…) Nunca me han dado la palabra en los actos que organizan ni siquiera en las conmemoraciones de su muerte”.
Araya proviene de una familia de campesinos de la hacienda La Marquesa, cerca de San Antonio. Cuando tenía 14 años fue acogido en Santiago por la dirigente comunista Julieta Campusano, quien le dio trato de ahijado.
Este vínculo le ayudó, pues Campusano llegó a ser senadora y la mujer más influyente del Partido Comunista, y gestionó que Araya recibiera una preparación especial en seguridad e inteligencia, entre otras materias. Araya escaló rápido. Fue mensajero personal de Allende antes de fungir como principal asistente de Neruda.
Araya, quien hacía de chofer, mensajero y encargado de seguridad de Neruda, acepta que el autor de Canto General tenía cáncer de próstata, pero no cree que esa enfermedad lo matara. Asegura que dicho padecimiento “estaba controlado” y que Neruda “gozaba de buena salud, con los achaques propios de una persona de 69 años”.
“ABANDONADOS”
Araya dice que después del golpe del 11 de septiembre, Neruda, su mujer y el resto de los habitantes de la casa de Isla Negra quedaron “solos y abandonados”. El contacto con el mundo exterior se reducía a las noticias que les llegaban a través de una pequeña radio que Neruda sintonizaba, a las esporádicas conversaciones telefónicas de un aparato que sólo recibía llamadas y a lo que les contaban en la hostería Santa Elena, cuya dueña “era de derecha y sabía todo lo que pasaba”.
Cuenta que el 12 de septiembre llegó un jeep con cuatro militares. “Todos llevaban los rostros pintados de negro. Yo salí a recibirlos. (…) El oficial me preguntó quiénes estaban en la casa. Le tuve que decir que en ese momento estaban Cristina, la cocinera; la hermana de ésta, Ruth; Patricio, que era jardinero y mozo; Laurita (Reyes, hermana de Neruda); la señora Matilde, Pablito (Neruda) y yo.
“El oficial nos señaló que en el domicilio no podía quedar nadie más que Neruda, Matilde y yo. Entonces tuvimos que arreglárnoslas entre los tres: dormíamos en la recámara matrimonial que estaba en el segundo piso. Yo dormía sentado en una silla, arropado con un chal. Lo hacía para estar más cerca de Neruda, porque no sabíamos lo que nos iba a pasar.”
El 13 de septiembre, cerca de las 10 de la mañana, los militares allanaron la casa. Araya dice que eran como 40 soldados que venían en tres camiones. Iban armados con metralletas, con las caras pintadas de negro y uniforme de camuflaje. Vestidos y pertrechados “como si fueran a la guerra”.
Recuerda: “Entraban por todos lados: por la playa, por los costados (…) Salí al patio para preguntar qué querían. Hablé con el oficial que daba las órdenes. Me dijo que abriera todas las puertas. Mientras revisaban, destruían y robaban, los militares preguntaban si había armamento, si teníamos gente escondida adentro, si ocultábamos a líderes del Partido Comunista (…) Pero no encontraron nada. Se fueron callados. No pidieron ni perdón. Se sentían dueños y señores del sistema. Tenían el poder en las manos”.
Añade que como a las tres de la tarde, poco después de que se habían ido los soldados, llegaron marinos. “Estuvieron más de dos horas. También allanaron la casa y robaron cosas. Registraban con detectores de metales. (…) La señora Matilde me contó que el mandamás de los marinos entró al dormitorio de Neruda y le dijo: ‘Perdón, señor Neruda’. Y se fue”.
Araya recuerda que durante varios días la marina puso un buque de guerra frente a la casa del poeta. “Neruda decía: ‘Nos van a matar, nos van a volar’. Y yo le decía: ‘Si nos tenemos que morir, yo voy a morir en la ventana primero que usted’. Lo hacía para darle valor, para que se sintiera acompañado. Entonces le dijo a la señora Matilde: ‘Patoja –que así la nombraba–: mire el compañero, no nos va a abandonar, se va a quedar aquí’”.
Araya cuenta que conversaciones de ese tipo tenían lugar en la pieza del matrimonio: ellos acostados y él sentado a los pies de la cama. “Nos preguntábamos que haríamos nosotros solos. Pensábamos que a Neruda lo iban a asesinar. Entonces, resolvimos que la única opción era salir del país”.
EL VIAJE
Araya narra que Neruda le dijo que su plan era instalarse en México y una vez en ese país pedir “a los intelectuales y a los gobiernos del mundo entero ayuda para derrocar a la tiranía y reconstruir la democracia en Chile”.
Rememora: “Desde la hostería Santa Elena –a menos de 100 metros de la casa de Isla Negra– nos comunicamos con las embajadas de Francia y México. La de México se portó un siete (nota máxima en el sistema educativo chileno). El embajador (Gonzalo Martínez Corbalá) se movilizó para ayudarnos. Creo que el 17 de septiembre nos llamó para decirnos que se había conseguido una habitación en la clínica Santa María. Allí deberíamos esperar la llegada de un avión ofrecido por el presidente Luis Echeverría”.
El problema era trasladar al poeta a la clínica. “Con Neruda y Matilde pensamos que la mejor y más segura manera de llegar hasta allá era en una ambulancia. Mi misión era conseguirla. Viajé a Santiago en nuestro Fiat 125 blanco y pude arrendar una ambulancia. (…) Recuerdo que ofrecí como seis veces más de lo que me cobraban para asegurar que efectivamente fueran a buscarnos. Acordamos que fueran el 19, porque ese día la clínica tendría todo dispuesto para recibir a Pablito.
“Llega el 19 y solicitamos a Tejas Verdes (el regimiento militar de la provincia de San Antonio) permiso para trasladar a Neruda. Me dijeron: ‘No estamos dando salvoconductos, menos a Neruda’. A pesar de la negativa decidimos partir. La ambulancia entró hasta la puerta que daba a la escalera de su dormitorio. (…) Al salir se despidió de su perrita Panda, se subió a la ambulancia y se acostó en la camilla. Neruda y Matilde se fueron en la ambulancia. Yo los seguí muy de cerca en el Fiat.”
“El viaje fue triste, caótico y terrible. Nos controlaban cada cuatro o cinco kilómetros, parecía imposible llegar a nuestro destino. Imagínese que salimos a las 12:30 y llegamos a las 18:30 a la clínica (distante poco más de 100 kilómetros de Isla Negra).
“En Melipilla fue el control más maldito. Allí Neruda vivió el momento más terrible. (…) Los militares lo bajaron de la ambulancia y le registraron el cuerpo y la ropa. Decían que buscaban armas. Él pedía clemencia, decía que era un poeta, un premio Nobel, que había dado todo por su país y que merecía respeto. Para ablandar sus corazones les decía que iba muy enfermo, pero las humillaciones continuaban. En un momento lloramos los tres tomados de la mano porque creíamos que así iba a ser nuestro fin.”
Finalmente la ambulancia llegó a la clínica tres horas más tarde de lo acordado. “Como llegamos muy cerca de la hora del toque de queda, no pudimos hacer nada más que quedarnos todos en la clínica a dormir (…)
“El embajador Martínez Corbalá fue a vernos al día siguiente. Y también el francés, que nunca supe cómo se llamaba. También recibimos la visita de Radomiro Tomic y Máximo Pacheco (dirigentes democratacristianos), de un diplomático sueco, y de nadie más.”
LA MISTERIOSA INYECCIÓN
Araya dice que los primeros días en la clínica transcurrieron sin sobresaltos. El 22 de septiembre, la embajada de México avisó que el avión dispuesto por su gobierno tenía programado salir de Santiago rumbo a México el 24 de septiembre. Le comunicó además que el régimen militar había autorizado su salida.
“Entonces Neruda nos pidió a mí y a Matilde que viajáramos a Isla Negra a buscar sus cosas más importantes, entre éstas sus memorias inconclusas. Creo que eran Confieso que he vivido. Al día siguiente –23 de septiembre– partimos temprano hacia la casa de Isla Negra. (…) Dejamos a Neruda muy bien en la clínica, acompañado por su hermana Laurita, que llegó ese día a acompañarlo.”
Asegura que Neruda estaba “en excelente estado, tomando todos sus medicamentos. Todos eran pastillas, no había inyecciones. Nosotros nos preocupamos de recoger todo lo que nos indicó. Estábamos en eso cuando Neruda nos llamó como a las cuatro de la tarde a la hostería Santa Elena, donde le dieron el recado a Matilde, quien devolvió la llamada. Neruda le dijo: ‘Vénganse rápido, porque estando durmiendo entró un doctor y me colocó una inyección’.
“Cuando llegamos a la clínica, Neruda estaba muy afiebrado y rojizo. Dijo que lo habían pinchado en la guata (el estómago) y que ignoraba lo que le habían inyectado. Entonces le vemos la guata y tenía un manchón rojo.”
Araya recuerda que momentos después, cuando se estaba lavando la cara en el baño, entro un médico que le dijo: “Tiene que ir a comprarle urgente a don Pablo un remedio que no está en la clínica”.
Fue a comprar el medicamento y Neruda se quedó con Matilde y Laurita. “En el trayecto me siguieron sin que yo me diera cuenta. El médico antes me había dicho que el medicamento no se encontraba en el centro de Santiago, sino en una farmacia de la calle Vivaceta o Independencia. Cuando salí por Balmaceda para entrar a Vivaceta aparecieron dos autos, uno por detrás y otro por delante. Se bajaron unos hombres y me pegaron puñetazos y patadas. No supe quiénes eran. Me cachetearon harto y luego me pegaron un balazo en una pierna.
“Después de todo lo que me pegaron terminé muy mal herido en la comisaría Carrión, que está por Vivaceta con Santa María. Luego me trasladaron al estadio Nacional donde sufrí severas torturas que me dejaron a un paso de la muerte. El cardenal Raúl Silva Henríquez logró sacarme de ese infierno. Por eso estoy vivo.”
Neruda murió a las 22:00 horas en su habitación –la número 406– de la clínica Santa María.
Consultado por Proceso, el director de archivos de la Fundación Neruda, Darío Oses, dio a conocer la posición de esta institución respecto de la muerte del poeta:
“No hay una versión oficial que maneje la Fundación. Ésta se atiene a los testimonios de personas cercanas a Neruda en el momento de su muerte y de biógrafos que manejaron fuentes confiables. Hay bastantes coincidencias entre las versiones de Matilde Urrutia en su libro Mi vida junto a Pablo, la de Jorge Edwards en Adiós poeta y la de Volodia Teitelboim en su biografía Neruda. La causa de muerte fue el cáncer. Uno de los médicos que lo trataba, al parecer el doctor Vargas Salazar, le había advertido a Matilde que la agitación que le producía al poeta el enterarse de lo que estaba ocurriendo en Chile en ese momento podía agravar su estado. A esta situación también contribuyeron el allanamiento de su casa (…) y el traslado en ambulancia (…) con controles y revisiones militares en el camino.”
Pero Manuel Araya dice no tener duda alguna: “Neruda fue asesinado”. Y sostiene que la orden vino de Augusto Pinochet: “¿De qué otra parte iba a salir?”.
Por Francisco Marín

sábado, 28 de mayo de 2011

Escandaloso asesinato de un país por la ONU


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El escandaloso asesinato de un país
por parte de la ONU


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Otan ha lanzado más de tres mil ataques con uranio 
empobrecido 
contra población civil en Libia

AVN .- La Organización del
Tratado Atlántico Norte
(OTAN) ha lanzado unos
3.200 ataques
con ojivas de uranio empobrecido
contra
la población civil en Libia,
reportó a través
de su cuenta en Twitter
el enviado especial del
canal Telesur, Rolando Segura.

El periodista además informó que la Otan
ha realizado más de 8.400 incursiones aéreas
en la nación norafricana.

El uranio empobrecido es una sustancia radiactiva 
que puede causar daños renales,
cáncer de pulmón y de huesos, trastornos en la piel,
trastornos neuro-cognitivos,
daños cromosómicos y extrañas enfermedades
renales e intestinales.

“¿Salvación en Libia? Con más de 3.200 ataques
con ojivas de uranio
empobrecido que dejan secuelas para la salud,
cuando no quitan la vida”, relató.

El gobierno de Libia solicitó a la Organización de
Naciones Unidas (ONU)
y a la Unión Africana (UA) fijar una fecha para
establecer un alto al fuego
en el conflicto interno que mantiene la nación
desde hace más de tres meses.

Mientras tanto, la Otan insiste en que sus agresiones
no están enfocadas
en perpetrar ataques contra civiles o sus residencias,
en contravención a
la resolución 1973 aprobada por Naciones Unidas.

Sin embargo, centenares de civiles han muerto y
decenas más han resultado
heridos desde el pasado 19 de marzo, cuando
las potencias imperialistas
iniciaron la agresión contra el pueblo libio.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Del valor y de la libertad


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A propósito de Muñoz Rivera y de Obama

Del valor 
 y de la libertad

 
Anoche leía sorprendido el libro de José Calderón Rivera titulado “La pluma como arma”, una extensa reseña de la obra escrita del político de entresiglos. No he terminado la lectura, mas me sorprende --y desilusiona-- no hallar nada en el libro, hasta ahora, de sus conflictos estratégicos y personales con Eugenio María de Hostos, y la marginación que hace el autor a los decisivos acontecimientos del llamado “año terrible del 87", año de los célebremente nefastos “compontes”. Apenas algunas líneas y un par de párrafos en medio de un capítulo que repasa el episodio recurriendo a la obra poética de Muñoz, pues no es sino hasta el capítulo siguiente, dedicado a la fundación del periódico “La Democracia”, cuando Calderón vuelve a reseñar los artículos políticos publicados.

    En parte este fenómeno obedece a la tesis que propone Calderón al respecto: la poesía de Muñoz Rivera de ese momento revela al hombre revolucionario y separatista que clama por una reacción violenta a la represión que lleva al gobierno español a aplicar ese año el famoso “componte”, no sólo contra separatistas sino también contra los autonomistas que afirman los derechos políticos, económicos y administrativos del país.

    Según Calderón, el desenlace de este periodo crítico lleva a Muñoz a una desilusión que lo hace olvidar las luchas patrióticas como las del Grito de Lares y a pensar que el puertorriqueño, “dócil”, es incapaz de demandar ni procurar el gobierno propio ni la restitución plena de sus derechos políticos. De allí que el Muñoz que reinicia con “La Democracia” sus campañas políticas se retire y refugie en un mero posibilismo práctico, congraciado con el poder real peninsular.

    La tesis de la “docilidad” boricua, como se ve es muy antigua. Pero también lo es el razonamiento y la justificación convertida en ideología que se parece demasiado a lo que producen aun hoy los autonomistas del siglo XXI. Se diría que no ha habido progreso alguno. Que la experiencia vivida desde aquel Muñoz del siglo XIX hasta esta segunda década del siglo XXI no hace mella, no altera en forma alguna, no lleva a modificar un ápice la doctrina del acomodo y la política de peón arrimado al terrateniente del imperio. ¿Cómo es posible este calco literal, exacto, en la manera de pensar inhibida y sumisa entre Muñoz Rivera y los “nuevos” autonomistas, que de “nuevos” sólo tienen el haber nacido un siglo después?

    La respuesta, me temo, es la conciencia de que la acción en la colonia es impotente, inútil. La respuesta, me temo, es la falta de valor de quienes viven castrados. No en balde Pedro Albizu Campos sostenía que el valor era el máximo valor. Pero no sólo don Pedro nos lo recordó. Lo demostró todo libertador, y todo revolucionario de la historia. Pues no ha habido acto transformador que no haya exigido su cuota de valor. Sólo en el ejercicio del valor reluce la libertad.

    No hay libertad, ni ser, en la sumisión ni en la obediencia, en la auto negación. El que se afirma a sí mismo, el que se autodetermina, se independiza, y sólo de esta manera vive la experiencia de la libertad. Eugenio María de Hostos, el joven, se convenció temprano de ello, expresándolo en aquella consigna formulada para sí mismo, como uno de los principios del hombre completo que buscó siempre ser, y que decía, más o menos: “Escoge entre tu voluntad y una pistola”. Por eso pudo consignar años más tarde, en el “El programa de los independientes”, que “la libertad es un modo absolutamente indispensable de vivir”. Por eso pudo responderle al oficial de aduanas de Brasil que no tenía patria, que estaba construyéndola.


    El colonizado, el sumiso, el obediente, carece de ser propio. No existe. No hay existencia verdadera sin libertad.

    ¿No le diremos a Barack Obama basta ya de gobernar sin plebiscito verdadero?

    ¿No le diremos a Obama que es bajo el gobierno de la bandera americana que hemos llegado al fondo de la miseria, de la droga rampante, de la corrupción absoluta, de la dictadura fascista?

    ¿No le diremos a Obama y a todos los suyos de una vez que queremos ser quienes somos, hijos de esta tierra y de nuestros abuelos, padres y madres? ¿Que queremos vivir la democracia?

    ¿No le diremos a Obama que, para poder autodeterminarnos,

                                  ¡¡Yanqui: Go Home!!?

Marcos 
Reyes Dávila


  
   

The War is over


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¡The war is over!!


Antes de ir a dormir la otra noche, me llamó la atención un programa de televisión sobre John Lennon que tenía la particularidad de haber sido realizado en gran parte por él mismo y que trataba sobre su vida.

    John Lennon, por una parte, me llama la atención, por su música, y por su participación protagónica en el célebre conjunto de los “Beatles”. Su música, y a pesar del inglés, saturó buena parte de mi juventud. Pero Lennon me llama más la atención por esa conducta iconoclasta –de hombre libre– que se atascó un día en medio de la barbarie de las guerras de la época y que lo llevó a dedicar gran parte de su vida, y a colocar toda su fama y todas las fichas que ganó en su vida en una lucha personal contra la guerra, particularmente la de Viet Nam. Anoche vi parte de unos letreros que colocó y que decían “THE WAR IS OVER, if you want it”, letra de una de sus canciones.

    Creo que deberíamos colocar esos carteles otra vez por todo el mundo. Aprovechar estas oleadas mediáticas que patrocinan movimientos en el norte de África y ahora en España y en muchas partes del mundo, para lanzar una de las consignas más letales que es posible formular. Una de las consignas más letales a los afanes imperialistas y neoliberales.
    En la hermosísima canción titulada “Imagine” Lennon dijo:

Imagina que no existe el Cielo.
–es fácil si lo intentas–.
Que no existe Infierno debajo nuestro,
arriba nuestro, solo el cielo.

Imagina a toda la gente
viviendo para hoy...
Imagina que no hay países
–no es difícil de hacer–,
nadie a quien matar o morir por.
Ni tampoco religión.
Imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz...

Puedes decir que soy un soñador,
pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.

Imagina que no haya posesiones
–quisiera saber si puedes–.
No haya necesidad de gula o hambre.
Una hermandad de hombres.
Imagínate a toda la gente
compartiendo el mundo.

Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.
 

Imaginemos, por Dios, 
un nuevo mundo que es posible... si lo queremos!

Marcos 
Reyes Dávila

lunes, 23 de mayo de 2011

"El asedio" de Pérez Reverte

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"El asedio" 
de Pérez Reverte


No le haré asedios a “El asedio”, la novela de Arturo Pérez Reverte. No hago aquí siquiera reseñas: sólo apalabro las primeras impresiones de lecturas recién terminadas, y anoche terminé la novela.
    “El asedio” es una muy extensa novela –histórica– de 725 páginas, que quizás debió quedar en la mitad. No insulto la novela. Pretendo señalar que la novela no logra resolver un problema de identidad que entabla conflicto entre lo que aconseja la buena ficción y lo que aconseja la historia. Pérez Reverte dedica un espacio demasiado generoso al adjetivo en detrimento del verbo. Se atraganta en la descripción de personajes y ambientes, y pormenoriza tanto los trajines –por ejemplo, los de la vida y las luchas marítimas–  que deja al lector perdido en laberintos que no alcanza a comprender. El lado positivo de este aspecto es la pintura detallada del mundo marítimo-terrestre de Cádiz, a principios del siglo XIX, con la vida de sus calles y salones, las luchas de la guerra, los conflictos políticos y económicos, y las actividades de los corsarios.
    Llegué a la novela incentivado por la lectura de “El pintor de batallas” y por mi interés particular hacia ese periodo de fogonazos intensos que torció el rumbo de la historia del mundo americano-español. Entre las murallas blancas de Cádiz halló refugió la España de alientos ilustrados y con posibilidades de futuro que se distancia de la soberanía real para abrazar por vez primera la soberanía popular y promulgar una primera constitución española al margen de los reyes.
    En esa España reducida a la resistencia heroica, se dieron cita los representantes de las provincias y cabildos del antiguo imperio. De las Cortes de Cádiz llegó a ser Vicepresidente el puertorriqueño Ramón Power y Giralt, teniente de fragata que bloqueó la ciudad de Santo Domingo para rescatarla de las manos francesas.  Esas Cortes abolieron las facultades omnímodas del rey, crearon la Intendencia de Puerto Rico, propusieron sin éxito la abolición de la esclavitud, y la igualdad de derechos de americanos y españoles, mas no pudieron detener el proceso de emancipación iniciado en América. Pérez Reverte, para mi decepción personal, no menciona a Power.
    La novela desarrolla varias líneas de acción, entre las que destacan, principalmente, la guerra y el prolongado asedio a Cádiz de las tropas francesas, y la investigación de crímenes brutales contra muchachas adolescentes. El autor vincula ambas tramas, de manera a veces misteriosa y a veces fantástica, como vinculará también, muy poco a poco, la vida social y comercial de la ciudad a través, fundamentalmente, del personaje de Lolita Palma, y las aventuras y luchas de los corsarios. El desarrollo lento y desconectado de las historias no logra alcanzar intensidad ni velocidad hasta la mitad de la novela. No obstante, ello no logra desalentar la lectura de un lector de placer. Algunos personajes –particularmente el jefe policiaco Rogelio Tizón– se yerguen de manera imborrable.
    Los desenlaces, que son varios, dejan algo que desear. En general se reitera la visión oscura, semi naturalista, de la condición humana que ha presentado antes el ex reportero de guerra que es su autor. El mundo de Cádiz que presenta la novela es uno complejo, torcido, asediado, que sube del mundo más oscuro y hostil a salones que pintan, a media luz, vida, ideas y costumbres de otra época. A pesar de los pesares, su lectura impacta el espíritu y la conciencia.
 
Marcos 
Reyes 
Dávila

viernes, 20 de mayo de 2011

Saramago: En Pos de la Democracia Real

Tomado de la Revista EXÉGESIS, 
de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, 
número 45, 2002.
Puntee (haga click) sobre la página para leerla mejor.



jueves, 19 de mayo de 2011

Revolución Española

¿Revolución Española?:

Revolución 
             PUERTORRIQUEÑA
                                ¡YA!

En España hay un movimiento súbito, inesperado, que se produce a escasos días de las elecciones, y que tras la consigna de "SPANISHREVOLUTION"  exige una "DEMOCRACIA-REAL-YA".


¿La causa? La certeza de que la democracia española "está varada". Nada más.


Esa motivación resulta pálida, insignifcante, 
al lado de la precaria situación política existente en Puerto Rico, 
pues en este país la democracia 
ha sido asesinada 
por un gobierno autoritario 
que gobierna a través de caucus del partido 
para el beneficio exclusivo de sus huestes, 
aplasta a todos los demás sectotres del país, 
empobrece al país, 
vive de una corrupción infinita
asociada a convictos y al narcotráfico,
lleva al paredón la inteligencia y la dignidad, 
ahoga todas las fuerzas vivas de la nación, 
es un gobierno de empresaurios, 
por empresaurios 
y para empresaurios del partido. 

Fascista, en suma.


¿Qué esperamos?

martes, 3 de mayo de 2011

Obama -Go Home!

Historia de césares -De Osama a Obama


De Osama a Obama, 
¿cuánta distancia hay?

Sé, en realidad, muy poco de Osama Bin Laden. Nada, antes del ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono. Recuerdo muy bien esa mañana porque es inolvidable. Nada más llegue al trabajo, oí y vi la noticia por internet, y me pareció increíble que fuera un accidente. El impacto del segundo avión me convenció de vivir un tiempo inaudito, una dimensión desconocida que se abría frente a mí. Son los tiempos que vivimos.

Alguien me dice que era un fundamentalista que abusaba de las mujeres. Yo no lo sé. Si sé que dicen que era un hombre muy educado y muy religioso. De sus ideas políticas, en términos de izquierda y derecha, socialismo-capitalismo, democracia-totalitarismo, derechos humanos, etc., prácticamente no sé nada.

Si sé que han dado un gran espectáculo. Que la foto en la que aparece Obama e Hillary en el momento en que asesinan a Bin Laden reproduce una imagen de película que vi hace unos años. Que Osama fue brazo y cómplice entrenado de Estados Unidos, hasta que se fue al otro bando. Que es o era enemigo acérrimo del imperio que bombardea incesantemente y asesina sin pausa ni descanso desde Afganistán hasta Irak, y desde allí hasta Libia.

Si aborrezco las bombas en New York, las aborrezco también en Trípoli. Y sé que nadie tiene más bombas, y que nadie arroja más bombas sobre hombres, mujeres y niños en el mundo que Estados Unidos. Y sé que no hay acto más bárbaro y digno de la estirpe nazi que la destrucción de Irak ejecutada con la única finalidad de robar su petróleo. La misma barbarie de los belgas en el Congo y de los ingleses en el Putamayo que denunció y probó, prolijamente, Roger Casement, según lo narra Mario Vargas Llosa en su novela. Y sé cómo hicieron la guerra contra Nicaragua. Y sé cómo se vinculan las ocupaciones norteamericanas con el narcotráfico.


Si Obama estaba en contacto directo, como lo confiesa, con la unidad SEALS de asalto, y si aparte del primer guardaespaldas nadie disparó contra los asaltantes ni estaba armado, es obvio que el propio Obama, el Premio Nóbel de la Paz nunca más desprestigiado que ahora, dio la orden de asesinar frente a hijos y esposa a Osama y a los demás asesinados, no muertos.

Muy convenientemente, jamás se ventilará el caso en tribunales, las pruebas, los involucrados, la participación directa de las agencias norteamericanas en el propio atentado del 11 de septiembre.  

 
La imagen de Obama hoy tiene un áurea de César imperial que beneficiará su reelección. Al fin se asemeja a G. Bush. Al fin podrá limpiarse de tanta sangre las manos. PÁGINA 12 publica un artículo sobre el particular que comparto con ustedes.
MRD 


Un nuevo orgullo nacional impulsa a Obama

Un nuevo orgullo nacional impulsa a Obama

A. CAÑO   

El éxito militar acrecienta la posibilidad de reelección del presidente.
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Un Nobel sin escrúpulos




Por Atilio A. Boron

Un signo más de los muchos que ilustran la profunda crisis moral de la “civilización occidental y cristiana” que Estados Unidos dice representar lo ofrece la noticia del asesinato de Osama bin Laden. Más allá del rechazo que nos provocaban el personaje y sus métodos de lucha, la naturaleza de la operación que terminó con su muerte es un acto de incalificable barbarie perpetrado bajo las órdenes directas de un personaje que con sus conductas cotidianas deshonra al Nobel de la Paz.

En la truculenta operación escenificada en las afueras de Islamabad hay múltiples interrogantes; la tendencia del gobierno de los Estados Unidos a desinformar a la opinión pública torna aún más sospechoso este operativo. Una Casa Blanca víctima de una enfermiza compulsión a mentir nos obliga a tomar con pinzas cada una de sus afirmaciones. ¿Era Bin Laden o no? ¿Por qué no pensar que la víctima podría haber sido cualquier otro? ¿Dónde están las fotos, las pruebas de que el occiso era el buscado? Si se le practicó un ADN, ¿cómo se obtuvo, dónde están los resultados y quiénes fueron los testigos? ¿Por qué no se lo presentó ante la consideración pública, como se hiciera, sin ir más lejos, con los restos del Comandante Ernesto “Che” Guevara? Si, como se asegura, Osama se ocultaba en una mansión convertida en una verdadera fortaleza, ¿cómo es posible que en un combate que se extendió por espacio de cuarenta minutos los integrantes del comando norteamericano regresaran a su base sin recibir siquiera un rasguño? ¿Tan poca puntería tenían los defensores del fugitivo más buscado del mundo, de quien se decía que poseía un arsenal de mortíferas armas de última generación? ¿Quiénes estaban con él? Según la Casa Blanca, el comando dio muerte a Bin Laden, a su hijo, a otros dos hombres de su custodia y a una mujer que, aseguran, fue ultimada al ser utilizada como un escudo humano por uno de los terroristas. También se dijo que otras dos personas más habían sido heridas en el combate. ¿Dónde están, qué se va a hacer con ellas? ¿Serán llevados a juicio, se les tomará declaración para arrojar luz sobre lo ocurrido, hablarán en una conferencia de prensa para narrar lo acontecido?

No deja también de llamar la atención lo oportuna que ha sido la muerte de Bin Laden. Cuando el incendio de la reseca pradera del mundo árabe desestabiliza un área de crucial importancia para la estrategia de dominación imperial, la noticia del asesinato de Bin Laden reinstala a Al Qaida en el centro del escenario. Si hay algo que a estas alturas es una verdad incontrovertible es que esas revueltas no responden a ninguna motivación religiosa. Sus causas, sus sujetos y sus formas de lucha son eminentemente seculares y en ninguna de ellas –desde Túnez hasta Egipto, pasando por Libia, Bahrein, Yemen, Siria y Jordania– el protagonismo recayó sobre la Hermandad Musulmana o en Al Qaida. El problema es el capitalismo y los devastadores efectos de las políticas neoliberales y los regímenes despóticos que aquél instaló en esos países y no las herejías de los “infieles” de Occidente. El fundamentalismo islámico, ausente como protagonista de las grandes movilizaciones del mundo árabe, aparece ahora en la primera plana de todos los diarios del mundo y su líder como un mártir del Islam asesinado a sangre fría por la soldadesca del líder de Occidente.

Hay un detalle para nada anecdótico que torna aún más inmoral la bravata norteamericana: pocas horas después de ser abatido, el cadáver del presunto Bin Laden fue arrojado al mar. La mentirosa declaración de la Casa Blanca dice que sus restos recibieron sepultura respetando las tradiciones y los ritos islámicos, pero no es así. Los ritos fúnebres del Islam establecen que se debe lavar el cadáver, vestirlo con una mortaja, proceder a una ceremonia religiosa que incluye oraciones y honras fúnebres para luego recién proceder al entierro del difunto. Además se especifica que el cadáver debe ser depositado directamente en la tierra, recostado sobre su lado derecho y con la cara dirigida hacia La Meca. En realidad, lo que se hizo fue abatir y “desaparecer” a una persona, presuntamente Bin Laden, siguiendo una práctica siniestra utilizada sobre todo por la dictadura genocida que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983.
Acto inmoral que no sólo ofende las creencias musulmanas sino a una milenaria tradición cultural de Occidente, anterior inclusive al cristianismo. Como lo atestigua magistralmente Sófocles en Antígona, privar a un difunto de su sepultura enciende las más enconadas pasiones. Esas que hoy deben estar incendiando a las células del fundamentalismo islámico, deseosas de escarmentar a los infieles que ultrajaron el cuerpo y la memoria de su líder. Barack Obama acaba de decir que después de la muerte de Osama Bin Laden el mundo es un lugar más seguro para vivir. Se equivoca de medio a medio.

lunes, 2 de mayo de 2011

El Plebiscito de la Zanahoria de Puerto Rico


 Puerto Rico:
un pueblo detrás de la zanahoria



Grima da ver cómo disputan en los medios el asunto fútil del plebiscito.


El gobernador Infortunio, de Puerto Rico, ha propuesto para fines de año la celebración de varios plebiscitos dirigidos a encuestar en el pueblo puertorriqueño la preferencia de estatus político. Y todos se alborotan en Puerto Rico.

Se alborotan los que saben que Infortunio recurre al viejo truco del plebiscito porque el país lo odia a él, pero no a la posibilidad de obtener la estadidad, es decir, la incorporación a Estados Unidos como estado 51.

Un grupo inter-agencial recomendó a Obama no actuar en el Congreso norteamericano sobre el estatus de Puerto Rico. El Congreso es quien posee bajo llave, metralletas, bombas, bombardeos y misiles, hurtada, la soberanía del pueblo de Puerto Rico. Pero ese grupo inter-.agencial recomendó también que los puertorriqueños se entretuvieran con varios plebiscitos que ellos no se comprometen a respetar de forma alguna. Todos en Puerto Rico, saben esto. Todos saben que el plebiscito o los plebiscitos serán inútiles para modificar un ápice el estatus político colonial de Puerto Rico, del mismo modo que las rutinarias elecciones coloniales de cada cuatro años. Sin embargo los partidos políticos insisten, empecinada y absurdamente, en definirse por la preferencia de estatus.

No obstante, Infortunio está decidido a lanzarse al terreno de ese juego a pesar de administrar un país quebrado, fracturado y carcomido que se hunde inevitablemente en el fango. El desarrollo económico de Puerto Rico es sólo inferior, en el mundo entero, al de Haití.

Infortunio cree que una campaña a favor de la estadidad hará que la gente olvide las penurias y las afrentas, y vote nuevamente por él en las nuevas elecciones que se efectuarán el año próximo, creyendo que votan para obtener una estadidad por la que no pueden votar, pues le pertenece, no al pueblo de Puerto Rico, sino al de Estados Unidos.

Puerto Rico es un país saturado por los medios y los controles informativos, educativos, políticos, publicitarios, etcétera, de Estados Unidos. Ese poder colonial mantiene en la más absoluta miseria y enajenación un país que carece de capital propio, pues todo ha sido incautado y hurtado por los norteamericanos. La política oficial mantiene a un país que casi no trabaja ni produce riqueza alguna que no vaya a parar a Wall Street. Grandes muchedumbres viven de cupones de alimentos y otros subsidios que desalientan cualquier iniciativa productiva. Puerto Rico ya casi no produce ni café, ni piñas, ni frutos menores, ni azúcar, ni pescado, a pesar de ser isla. ¿Quién, en su sano juicio, votará contra los cupones para alimentos que distribuye mes tras mes el gobierno colonial? ¿Quién morderá la mano del amo que alimenta a medias?


Todos sabemos en Puerto Rico que los plebiscitos son una agenda estratégica de Infortunio para mantener en el poder su gobierno de empresaurios. Todos sabemos en Puerto Rico que los plebiscitos son absolutamente inútiles.

Sin embargo, vea usted la prensa, vea los telenoticiarios, oiga a los analistas políticos, carcomiendo la palabra “plebiscito” como roedores, embelesados con el plebiscito como se embelesan ante la “boda real” inglesa, cegados por la fastuosidad; fortaleciendo una monarquía de truco y falsedad, parasitaria; fortaleciendo la existencia de una comunidad aristocrática, de duques de sangre azul ante los cuales todos se postran, reverentes, y besan la mano avasallados, como ante un obispo. ¿Para eso proclamaron la “Igualdad” las revoluciones norteamericana y francesa? “¡Qué linda es mi princesa!”

El mundo sigue corriendo, estúpidamente, detrás de una zanahoria.

 

 
Marcos 
Reyes 
Dávila
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